Todo iba según lo planeado para la meticulosamente pensada celebración sorpresa del cumpleaños número veinticinco de la chica de herbas de oro. Todo acepto por el minúsculo detalle de que con el sol en pleno esplendor de su reino el albino aún yacía en el mundo de los sueños. Estando al tanto de la importancia de lo preparado, el de los ojos verdes no suscitó ni un instante en tomar cartas en el asunto.
Tras repetidas llamadas que terminaron en buzón de mensajes corrió a toda prisa al departamento del más alto llamando compulsivamente a la puerta hasta que por fin consiguió despertar a su mejor amigo. Al comienzo se tambaleó con un pie en el mundo de lo onírico y otro en la vida real, hasta la puerta. Aún adormitado saludó al rubio quién no hizo más que refrescar la memoria de su amigo y compañero de banda sobre la fecha en curso para así causarle un sobresalto sin igual. Podría estar tarde para la boda de su cuñado sin ninguna clase de remordimiento o reproche por parte de su conciencia. Pero esto era sin lugar a dudas distinto, mucho más importante. Se trataba del cumpleaños de su radiante princesa y no se perdonaría el faltar a lo tan cuidadosamente premeditado para dicha ocasión.
En un abrir y cerrar de ojos estaba aseado e impecablemente listo para invitar a su amada a desayunar, emprendió así su rumbo en la ruta de cumpleaños planeada. Al cruzar la calle llamó a la puerta de la chica solo para descubrir que ella estaba plácidamente dormida sin la menor idea de lo que le esperaba.
Sin mayor abanico de opciones, optó por llamar al teléfono de la rubia quien tras algunos instantes contestó.
—¡Feliz cumpleaños, hermosa!—Exclamó el peli plata de forma efusiva al otro lado del móvil.
Ella solo se limitó a dibujar una sincera sonrisa en su rostro por unos instantes—Si lo recordaste.
—¿Cómo olvidar el cumpleaños de mi princesa?—Replicó Ban mientras buscaba entre sus cosas el obsequio que traía consigo—Oye, hermosa. Estoy aquí afuera, ¿Te parece si desayunamos juntos?
—Un, claro. Voy en camino—Dijo la rubia mientras corría a la puerta para dejar pasar al de mayor estatura.
—Feliz cumpleaños—Afirmó Ban mientras le entregaba el regalo de hace algunos instantes seguido de un tierno abrazo. Ambos pasaron unos instantes congelados en el tiempo, no existía nadie ni nada más solo sus dos corazones rebosantes del más puro amor por ese breve pero sublime instante. El mundo se detuvo para ver la danza de sus latidos hasta que finalmente se separaron, él cargó en sus brazos hasta sala donde en medio de risas ella le pidió que la bajase para ir a prepararse. Finalmente a regañadientes el más alto dejo a su chica de vuelta en el suelo y ella corrió campante a vestirse y asearse para su día especial junto a su amado.
El primero de sus destinos, era algo especial por las memorias de gozo que evocaba consigo. Se trataba de un gran jardín de flores que yacía al cobijo de un titánico y así mismo antiguo cerezo, aquel sitio fue protagonista de sus inacabables juegos de niños y luego de sus escapadas de clase durante los años posteriores. Después de la partida del más alto a Suiza, ella frecuentaba este lugar para deleitarse con sus novelas o escribir. Le encantaba vivir de nuevos los tantos momentos felices que tuvo junto a Ban durante su niñez en este ahora solitario y callado sitio.
Todo permanecía igual, excepto que al pie del antiguo árbol les esperaba un mantel a cuadros rojos y blancos con basta variedad de platos sobre el mismo meticulosamente acomodados.
—Te dije que algún día volveríamos a vernos aquí—Fue lo primero que enunció el albino tras develar la sorpresa que les aguardaba.
La de menor estatura lo miró para unos instantes después arreglárselas y así intentar darle un tierno beso en los labios sin que él tuviese que agacharse, pese a sus esfuerzos, todo fue en vano y él no tardó en agacharse para que la ojimiel llevase acabo su cometido.
—Te amo, Ban—Comentó la rubia en medio de risas al ver como le era imposible alcanzarlo.
—Ah, pero yo te amo más, Elaine—Replicó el peli plata dedicándole una pequeña sonrisa.
Ambos tomaron asiento sobre el mantel y departieron con gozo los alimentos preparados por el albino. Tras el primer bocado la ojimiel clavó sus ojos en su contrario con una intrigante mezcla de sorpresa y agrado—¿Has cocinado esto tu, cariño?—Indagó la rubia aún manteniendo dicha sorpresa protagonista en su reacción inicial
—Si—Contestó el de los ojos escarlata entre risas—Todo fue idea de Mel, pero...
—¡Está delicioso!—Interrumpió la de menor estatura con notorio agrado—Es sin lugar a dudas, lo mejor que he probado.
—Me alegra que te gustase, amore mio—Replicó Ban volviendo aquel par de resplandecientes rubíes a la dueña única de su corazón.
Una vez terminado el desayuno, los dos enamorados pasaron otro rato más en el mágico lugar de su infancia observando nubes y platicando entre tanto sobre ellos dos. En instantes así, no existía para ninguno de los dos un destino que acaeciera mayor felicidad, el de sedosa cabellera plateada, tomó en un delicado gesto la mano de su novia entrelazando los dedos de ambos para al posterior instante devolverle aquella mirada—Esa de allá, tiene forma de corazón—Agregó el chico mientras señalaba uno de los múltiples conjuntos del blanco algodón que levitaba en el extenso manto celeste pastel que envolvía toda la distancia y más. Ella tornó aquellas transparentes cupulas de ámbar hacia el destino del dedo de su amado, encontrando de este modo la nube sobre si.
Según el manto sobre el cielo se tornaba más rojizo y la enorme lumbrera despedía su reinado sobre el firmamento, la helada ventisca que galopaba por los cielos de Roma hizo acto de presencia.
—Tengo una sorpresa para ti—Anunció él mientras se ponía de pie—Pero debes prometer que cerrarás tus ojos hasta que te diga—Ella asintió en señal de afirmación mientras el albino se levantaba del mantel para así ir en busca de a misteriosa sorpresa. Al cabo de unos instantes, retornó al mantel el príncipe azul con el tan esperado presente para su princesa.
Puso delicadamente el collar en torno al cuello de su amada tratando de ser lo más discreto posible—Ya puedes abrir los ojos—Afirmó el mas alto al terminar. Ella miró con asombro el pendiente de corazón sobre su pecho y rompió en lagrimas de la más profunda alegría cuando descubrió en el la inscripción "B + E". Por fin su tan esperado amor había puesto fin a los eternos años que pasó a la sombre de su propia y densa soledad.
—Oggi e per sempre, mia principessa—Afirmó el de los ojos como rubíes y ambos unieron sus labios en tierno pero apasionado y extenso beso.
—Oggi e per sempre, amore mio—Replicó la rubia regalándole una sonrisa mientras lentamente sus labios tomaban distancia.
Fin.
Querido(a) lector(a), si has llegado hasta ese punto, quisiera agradecerte. Espero haya sido de tu agrado la totalidad del capitulo de hoy. Sin más que agregar, me despido.
Volpe Fuori.
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E Poi Il Silenzio.
RomantikDos almas perdidas recorren un camino en el que sanan, superan obstáculos y aprenden que el pasado no es su juez si no el preceder de sus acciones hacia un futuro que solo ellos pueden cambiar. Así nuestras dos protagonistas labran un nuevo destino...