Capitulo XIII: ❝Un Camino Juntos❞

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Se deleitan los dos enamorados en el cenit de la inexorable penumbra del eternamente oscuro firmamento nocturno a la par que la omnipresente lluvia reinaba con puño de hierro sobre la melancólica ciudad. Yacían dos copas del vino más fino sobre la mesa del recinto mientras que a la luz de pequeñas velas de candelabro ambos observaban en medio de un silencio que había hecho de si inclusive más romántico que las palabras más hermosas que pudiesen proferir de cualquiera de los dos. Era simple y llanamente reconfortante. La lluvia trazaba con sus fríos dardos un centenar de obras incomprendidas del más bizarro arte usando el inmenso ventanal frente al lecho cubierto en terciopelo como si de un lienzo para plasmar sus ideas. 

En momentos de ímpetu, del acaudalado firmamento emergían estruendos como estallidos junto a fugases destellos de la más brillante luz. Pese al caos afuera, al interior del ni de cerca pequeño habitáculo la prolongada ausencia de todo sonido solo transmitía una singular calma. La joven pareja sobre el lecho entre las sabanas, resistiéndose a dar paso al predominante frio que los rodeada mientras deleitaban sus paladares con uno de los antojos más particulares del albino, vino. 

—Te dije que era un sitio enrome para mi solo. Cabríamos sin problemas—Comentó el más alto dando así final al silencio. 

—No sé como podías dormir solo aquí antes. Ese lugar es espeluznante según yo—Replicó la rubia entre risas antes de ser interrumpida por otro de aquellos estruendos celestes. 

Ban tomó con delicadeza la mano de su chica tras notar pequeñas manchas negras que saltaban con atrevimiento a la vista sobre la tersa superficie de su pálida tez—¿Has estado trabajando de mas mientras estoy ausente?—Indagó el chico con evidente preocupación pues bien estaba al tanto sobre los pésimos hábitos de sueño de la rubia mientras la ya mencionada recorría su tortuoso camino hacía la inspiración.

—Bueno... Yo no diría de más—Contestó la de menor estatura al caer en cuenta del pequeño detalle que delataba sus nocivas acciones—Han sido días largos en el trabajo y no has... —Ban no le permitió terminar pues puso sus labios sobre los de su contraria uniendo ambos en un pasional beso. 

—Estado en casa—Concluyó la rubia al separarse con lentitud por la necesidad de aire.

—Lo sé—Afirmó el albino con cierta vergüenza en sus palabras—Lo siento—Continuó para acto seguido dejar su impronta en el cuello de su amada con suma delicadeza dibujando en su blanquecina piel pequeños puntos rojos. 

—No tienes porque disculparte, cariño—Prosiguió la rubia lanzándose a devorar los labios de su amado sin amino de quedarse atrás—Me basta con que no vuelvas a ausentarte.

—Prometo no hacerlo ahora—Dijo el peli plata acercando más a su chica saboreando el aroma de su tersa piel mientras sus alargados dedos se deleitaban con el tacto de cada rincón. 

Hizo a un lado su copa para poder centrarse en la chica de herbas de oro, esta noche al cobijo la reina de los cielos nocturnos por fin seria objeto de todas aquellas fechorías con las que hace tiempo ya venía fantaseando. La chica procurando no quedarse atrás su aprisionó bajo suyo mientras ambos sumían una vez más sus labios en un profundo y pasional beso.  

El albino fue más decidido en esta ocasión y sin desperdiciar ni un solo instante, se deshizo en un abrir y cerrar de ojos de casi todas las prendas que ocultaban lo que solo el presenciar de su amada. Ella ni corta ni perezosa para insegura de que hacer se limitó a imitar su proceder. 

Lentamente una sensación de llamas envolviendo su cuerpo se apoderó de la chica, todo lo referente a aquello tan satanizado por la sociedad era aún estando próxima a la cúspide del acto algo plenamente incierto para ella. Sin embargo, conforme la razón dejaba su mente y todo cedía al feroz deseo de su cuerpo empezaba a disfrutar cada pequeño instante. 

Entre aquella novedosa conquista de todas las nuevas sensaciones del placer, el albino se abrió paso desde el cuello de la chica hasta la entrepierna de la misma, tras deshacerse de su ropa interior, la rubia quedaba a merced de la lujuria de su amado. 

Una vez allí, él jugó y el exploró cada pequeño lugar con su lengua y dedos hacían que la rubia profiriese altos y placenteros gemidos que no hacían otra cosa que incentivarle a seguir con sus travesuras y juegos. 

El cuerpo de la rubia ardía de forma vivida a causa de las llamas de la excitación, sin embargo, todo pasó a otra escala cuando el mas alto se abrió paso con su humeda lengua por el interior virgen de la chica. En aquel instante perdió todo raciocinio a la par que en medio de incontrolables decenas de gemidos pedía más y más. 

Cuando el albino había tenido suficiente y su erección no podía esperar más, la acomodo en cuatro contra a cabecera del lecho que ambos donde ambos reposaban cuando el sol caía, lecho que ahora sería testigo de el pecado más dulce y pasional que puede haber entre dos alamas enamoradas. 

La chica ya presa de sus más pasionales deseos empezó a mover sus caderas de forma obscena y sugerente, incitando al albino a penetrarla. Él, sin entrar en mayores contemplaciones hizo caso de los deseos de su amada y se introdujo en su estrecho interior sin aviso previo. 

La rubia al sentir como su amado se adueñaba de su castidad y rasgaba el velo de su virginidad solo se limitó a dejar salir un largo gemido. No tardó mucho en habituarse dándole luz verde al chico para moverse, el inicio fue pausado, cuidadoso y delicado esperando la aprobación de la rubia pero ella quien conocía sus lujuriosos caprichos empezó a mover sus caderas incitándole a salirse  de sus casillas.

Él la tomó de la cintura como reclamando algo que ya era suyo y empezó a penetrarla sin piedad alguna a la par que Elaine solo pedía más entre gritos y gemidos—¡Más!, ¡Más fuerte! ¡Más rápido! ¡Más profundo!—Repetía una y otra vez mientras Ban solo se dejaba guitar por el frenesí del placer. 

—¡No pares!... ¡No pares!—Estando próxima a alcanzar el climax la rubia movía sus caderas de forma más vivida hasta que finalmente acabó a la par que el peli plata. 

Presas del cansancio cayeron sobre las suaves sabanas mientras aquel misterioso fuego del deseo poco a poco dejaba sus cuerpos y volvían en si. Se miraron por un largo instante antes de abrazarse manteniendo el silencio. 

De forma repentina, el sonrojo se hizo con el dominio del delicado rostro de la rubia, Ban aún seguía irrefutablemente erecto y su ya no tan inocente mente tuvo una excelsa idea para sacar provecho de la situación. 

Fin. 

Bueno, lo había mencionado con anterioridad y pese a estar algo oxidado en este subgénero del romance, hice mi mayor esfuerzo por escribir algo de calidad. Claro que en futuros capítulos habrá más. Pero opté por empezar con algo menos explicito y más sutil. Para los amantes de lo obsceno, les complaceré pronto. Espero haya sido de su agrado. Sin  más que agregar, les deseo un feliz resto de día. Nos leemos, pronto. 

Volpe Fuori. 



E Poi Il Silenzio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora