vingt-deux

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Vegetta no era un tipo que le gustará mentir, tampoco era alguien que gustará de compartir sobre su vida o problemas, al menos a personas que no fueses sus amigos de toda la vida.

Fue por eso que trato de escapar de la isla.

Tener la carga de saber que todo lo que vivió fue mentira… Dioses, el último lugar en el que quería estar era ese. Aún así, no logró irse. Cucurucho no le había dejado, pero, el momento en que vio lo mal que el otro se sentía, hizo una pequeña excepción.

Y todos a partir de algunos días, se enteraron que Vegetta se había ido de la isla.

A Vegetta no le importaba que se preocupara por él, tener esa tranquilidad en su torre, haciendo pensar a todos que se había ido temporalmente, eso era todo lo que de verdad quería.

Hubo días en donde Foolish solía ir a ver la torre, abriendo la puerta pero nunca entrando. Cada que lo hacía quería mandar todo a la mierda, lanzarse a él y llorar por horas mientras lo besaba, dejarse llevar por sus sentimientos falsos.

Soltó un grito.

Lo quería. Quería a Foolish con él, a su lado, con su hija junto a ellos, siendo la familia que alguna vez sintió que eran, estando toda su vida así.

Cada sueño que alguna vez tuvo, la ilusión que llegó a invadir su pecho, el sentimiento cálido que siempre estaba en su corazón…

Ahora, todo eso, dolía como el mismo infierno.

Se pasó días encerrado en su torre después de su encuentro con el demonio, evitando a toda costa lo que sea que tuviera que ver con salir y Foolish. Al principio, aunque complicado, fue relativamente fácil mentirle a cada rato que el otro iba a buscarlo.

Hasta que hubo un punto de quiebre cuando habló con Willy.

«Siempre estaré para ti». Le había dicho su mejor amigo, comprendiendo la situación.

Para Vegetta eso era lindo, reconfortante en su momento al recordar que tenía a su amigo para desahogarse.

Pero, ¿qué importaban las palabras, cuando no tienes unos brazos o un hombro donde descargar todas esas emociones?

Cuando terminó su llamada con Willy, supo que lo único que quería en esos momentos era tenerlo en la misma habitación, abrazándolo y diciendo sus tonterías que lograban tranquilizarlo. Quería estar lejos de aquella torre donde, después de medio año, había creado cientos de recuerdos junto a Foolish.

Cuando Cucurucho le impidió irse, pensó que le castigaría o algo, se sintió aliviado al ver que lo iba a ayudar a mentirles a todos. A mentirle a Foolish.

Las semanas pasaban, él envuelto en su ambiente de tristeza y melancolía, culpandose por dejarse engañar tan tontamente y confundir sus sentimientos, reclamándole a su cerebro lo estupido que fue al no reconocer la diferencia entre pociones, dejándose llevar por algo artificial, por algo que fue culpa suya.

Cerró sus ojos, dispuesto a dormir frente a su chimenea, descansando por unos instantes de la culpa antes de volver a sentirla al día siguiente.

Al menos ese era el plan, hasta que escuchó la puerta abriéndose.

Poción || FooligettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora