vingt-sept

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Esto era lo que necesitaba. Una tarde con su hija, fuera de la torre, hablando de banalidades y estando atento solo a ella.

Después de haber visto y hablado con Foolish se sintió más... relajado, sí, tal vez no eran las mejores circunstancias para sentirse así, pero saber que no lo encontraría hasta mañana lo tenía sereno.

Y, si era sincero, esto era una forma de recompensar a su hija. No quería volver a verla llorar por algo que no era su culpa.

«¿Qué crees que sea la sorpresa?»

—Uy, ¿a qué viene esa pregunta tan de repente? —preguntó de regreso, queriendo molestar a su hija por no contestarle.

«Solo curiosidad, pa»

Vegetta soltó una ligera carcajada, volviendo a picar el carbón que estaba por ahí.

—No lo sé, tal vez me está construyendo un castillo —soltó sin más, no dándole tanta importancia—, o al menos algo que tiene que ver con construcción porque, llámame loco, pero, creo que tú padre no es bueno para hacer pinturas —Escuchó a su hija reír alegremente. Aquello provocó que su corazón saltará de alegría; amaba ver a su hija así de feliz.

«Deberías enseñarle, tú lo haces de maravilla»

Sabía que eso era una clara burla a la vez que intento pintarla y salió... bueno, un arte abstracto.

—Tal vez tengas razón, puede que yo haya sido pintor en una anterior vida —le siguió el juego—, pero no quiero humillar a tu padre con mis increíbles habilidades.

Leonarda solo reía, negó varias veces tratando de calmarse y poder seguir hablando con su papá.

«Estoy segura que te va a encantar»

—Oh, ¿en serio? —miró a su hija con curiosidad, empezando a caminar lejos de aquella mena de carbón, ya había recogido lo suficiente— Si lo dices será por algo, ¿no? —Vio a su hija asentir mientras tomaba el carbón que le ofrecía, guardándolo para futuras antorchas.

«¡Confía en mí!»

Vegetta se quedó mirando el cartel de su hija, tratando de unir cabos sueltos.

—Lo hago... —murmuró, viendo a su hija con leve sospecha. Parpadeó un par de veces al entender lo que ella trataba de decirle— ¡Oh! —exclamó— ¡Tú sabes de qué se trata!

Leonarda rio la verse descubierta, negando una y otra vez con una sonrisa gigante en su pequeño rostro, su cara empezando a ponerse roja por la risa que trataba de contener.

—¿No le dirás a tu papá de lo que se trata? —preguntó juguetón— ¿De verdad serías capaz de dejarme con la intriga?

La niña asintió una y otra vez, tomando su pico y partiendo un poco de hierro que vio por ahí.

—Si no me dices te castigo —dijo lo más serio posible, aunque la pequeña sonrisa que tenía lo delataba.

Si era completamente sincero con él mismo: no le importaba tanto la sorpresa. Claro que nunca iba a decir que no a un regalo, a él le encantaban, pero, ahora mismo, ver aquella sonrisa de su hija y sentir como todo lo que le preocupaba se iba, era de las mejores sensaciones, casi podría jurar que su pequeña desprendía un aura angelical con la mera mención del regalo.

«¡Eres un tramposo!»

Vegetta rio al ver cómo su hija le sacaba la lengua. Y, antes de poderle responder, sonó su comunicador: era Willy.

—Es tu tío Willy, ¿te molesta si hablo con él? —Vio a su hija negar.

«Dile que le digo hola»

—Claro que le diré, ¿por qué no picas algo más de piedra? No voy a tardar.

Leonarda asintió, picando rápidamente en línea recta. Vegetta suspiró y contesto la llamada, aunque no pudo decir ni un "hola" cuando sintió como algo se aferraba a sus piernas. Al bajar la mirada se encontró con su hija, quien lo abrazaba fuertemente y, a diferencia de cuando se volvieron a encontrar, ahora no tenía aquellas lágrimas en sus ojos, su cara no mostraba algún signo de culpa o tristeza, no sentía su cuerpo temblar y no estaba pidiendo perdón por pensar de ser la razón de que se fuera.

«Te quiero, pa»

Sí, sin duda iba a pelear por su niña, incluso si eso significaba tener que superar a Foolish. Por ella lo haría todo.

Poción || FooligettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora