vingt-huit

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tw: ligera descripción de violencia explícita.

—★—

Leonarda estaba feliz con su vida, no podía elegir algo mejor para ella.

Todos en la isla sabían eso, por lo que, cuando Vegetta desapareció, también notaron como el estado de ánimo de la pequeña se iba en picada y, la mayoría del tiempo, estaba triste.

Se la pasó noches llorando pensando en la vida que tendrían sus padres si ella no hubiera aparecido. Tal vez estarían en mejores términos que ahora.

Y Foolish no era tonto —no en cuestión de su hija al menos—, cada que la escuchaba llorar iba a consolarla hasta que se durmiera, repitiéndole una y otra vez que Vegetta iba a volver, porque la amaba.

Ella no era tan negativa, así que acepto eso, que su otro papá iba a volver por ella. Pero, conforme pasaban los días, su esperanza iba decayendo.

Y entonces llegó el día en que él volvió.

Pero ya tenía acumulado un mar de emociones que, inesperadamente, dejó salir una vez estuvo en los brazos de su papá, asegurándose que no fuera otra pesadilla; una que solía tener seguido donde Vegetta volvía solo para decirle que ya no la amaba, que se iría para siempre, una pesadilla donde la abandonaba. Por eso se alivió que, al paso de los días, él seguía en su torre junto a ella.

A Leonarda le encantaba su familia, pero no era tonta.

Durante los días que pasó en la torre con su papá, se dio cuenta de algo: ella era el pegamento que mantenía unida a su pequeña familia. Eso, de alguna forma, le hacía sentir mal.

Antes de que sus papás desarrollarán sentimientos por el otro, bueno, todo era relativamente normal, su vida era más sencilla, el ambiente familiar solía ser envidiable, el amor no era ningún problema porque siempre había sido de forma platónica.

Pero ya no lo era, y eso, a pesar de querer que se haga realidad, estaba fragmentando a su familia, siendo ella la única cosa buena que podía mantenerla unida.

Suspiró. Siguió picando el hierro y oro que encontraba mientras recolectaba roca.

Tal vez debería dejar de preocuparse por sus padres y empezar a disfrutar el tiempo con ellos. Después de todo ella solo era una niña.

Al picar una mena de carbón vio —con la tenue iluminación— una cueva. Sonrió. A su papá seguramente le gustaba eso. Empezó a sacar carbón y palos de su mochila, haciendo antorchas para iluminar el lugar y mostrarle a su papá su gran descubrimiento.

«Tap. Tap. Tap»

Dejó de hacer lo que hacía para prestarle atención a los pasos que escuchó. Apretó el agarre en sus antorchas al reconocer el sonido de una araña. Buscó a la responsable, sacando su espada para protegerse de cualquier mob.

«Hugh»

Se detuvo al escuchar más cerca el sonido, volteando hacia donde había creído oírlo, percatándose que, esta vez, era un zombie. Cuando iba a dar un paso más, pudo sentir un piquete en su pierna. Miró atrás suyo, viendo como había tres arañas de cueva; y una de ellas le había mordido.

Su espada chocaba de vez en cuando con las paredes, produciendo demasiado ruido, atrayendo a otras dos arañas más.

Leonarda le cortó la cabeza a una, mientras que, a la par, sacaba su escudo para protegerse del ataque de otra, empujándola para alejarla de ella y, así, ganarle algo de tiempo para volver a alzar su espada. Pisó a una de las arañas que estaba cerca de su pierna, provocando que la mordieran por segunda vez.

Tenía que tomar leche antes de que la situación empeorará.

Enterró su espada en el que —suponía— era el vientre de la araña que la mordió, girando su espada para asegurarse de que estuviera muerta, lanzando su cuerpo hacia las otras dos arañas que fueron atraídas por el ruido. Sacó rápidamente su arco y, con un tiro preciso, logro clavarles la flecha a las otras dos, haciendo que se quedarán enganchadas a la pared. Corrió hacia ellos, cortando sus cuerpos por la mitad, cerró los ojos para evitar que le cayera sangre en sus ojos.

Leo estaba jadeando del cansancio, pero no podía tener la guardia baja, no aún. Faltaba una araña más por matar por lo que volteó, creyendo que se encontraría con la primera araña que lanzó con su escudo, solo para ver qué no estaba ahí. Antes de poder analizar su alrededor; la araña faltante saltó sobre ella, encontrándose en su espalda. La tomó de una de sus patas al sentir como empezaba a clavarle sus colmillos, lanzó está al suelo, agarrando la flecha que estaba clavada a la pared y enterrándola en la cabeza de la araña.

Jadeó en busca de aire, empezando a buscar en su mochila la leche que siempre llevaba consigo para casos como estos. Su cuerpo se sentía débil y su mirada era difícil de enfocar, por lo que, a su pesar, tiro todas sus cosas al suelo, desesperada por el líquido que la ayudaría con el veneno de las arañas. Pero no pudo empezar a buscar cuando frente suyo apareció aquel zombie que había escuchado momentos antes, sacó su espada, agarrándola lo más firme posible, ignorando el cómo su cuerpo temblaba.

El zombie estaba frente a ella, pero Leonarda no podía hacer nada, su cuerpo no le respondía, tan solo temblaba de una manera que no era normal. Cerró sus ojos, esperando a lo que tuviera que pasar.

Logró escuchar una espada atravesando algo.

Abrió sus ojos para ver al zombie muerto, atravesado por una espada de hierro. Vio a su papá soltar la espada a la par que ella caía de rodillas, cansada por la reciente pelea. Empezó a respirar irregularmente, casi como si le estuviera faltando el aire. Pudo divisar el frasco de leche que tanto buscaba, empezando a tomarlo. Una vez que terminó de beber miró a su papá, frunciendo el ceño en confusión al ver su rostro lleno de terror. Vio como se acercaba a ella, empezando a hablar, pero sin escuchar realmente lo que decía. No podía escuchar nada. Y, de un momento a otro, empezó a sentir un ligero dolor en su abdomen.

—¿Pa...pá? —Fue lo único que dijo, antes de caer en los brazos de su padre.

Leonarda amaba a sus padres, pero sabía que necesitaban estar sin ella para seguir adelante.

—★—

[🍌] ...prepárense para el siguiente capítulo.

Poción || FooligettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora