CAPITULO 22 MALTIDOS CELOS

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AGUST

Después del encuentro que tuve con Evangelina en el pasillo, había quedado más caliente que nunca. Maldecía a la persona que nos interrumpió. Ya me la imaginaba con ese vestido subido en las caderas. Mis manos apretándola firme y polla dentro de ella. Esta mujer me tiene loco, como es que me excite solo con pensarla. Relamo mis labios, no sé si pueda aguantar verla con otro hombre y esto me enferma, sé cómo es ella, es de nadie y de todos a la vez, aunque yo me estoy esforzando porque sea solo mía.

-¡Hola Darrend! – Una voz bastante fastidiosa se hizo escuchar. Me gire con todo el fastidio del mundo. Allí estaba él, con esa sonrisa de oreja a oreja, esa mirada juguetona, un traje negro que le hacía resaltar todo el dinero que tenía. Aunque la mayor parte del tiempo siempre vestía como si fuera una persona de la calle, no tenía estilo. Sus ojos grises como la niebla brillaban, era un poco más alto que yo y un poco más acuerpado, podía tener con ese aspecto la mujer que quisiera a sus pies y él lo sabía. A veces lo odiaba porque era la versión masculina de Evangelina y decía que él no tenía dueña, que era un producto turístico que el pueblo podía disfrutar - ¿Por qué tan distraído?

-No me jodas la noche Travix, vez a follar con alguna mujer por ahí y déjame en paz – Le dije con un tono de cansancio.

Había estado viendo hace rato a Evangelina, a mi Evangeline coquetear con un imbécil, realmente conocía muy bien a ese imbécil, era hijo de uno de los socios del viejo Li. No dejaba de tocarlo y eso hacía que mi cuerpo ardiera de ira, se lo estaba follando con la mirada, le daba esas sonrisas que suele dar cuando quiere llevarse a alguien a la cama. Estaba soltando todo el arsenal que tenía para que el muy estúpido se acostara con ella. No sabía cómo estaba haciendo para controlarme, estaba a punto de explotar, lo peor es que ella sabía que yo las estaba viendo, me daba esas malditas sonrisas que me indicaban que estaba jugando conmigo. A la parte primitiva y territorial de mi le encantaba haberla marcado. Queria restregárselo en la cara a ese imbécil y declararla fuera de sus límites. Mi mirada se chocó con la de él, le hice entender con solo mirarlo, que si no se alejaba de ella iba a morir esta noche. Esperaba que lo hiciera a menos que quisiera un encuentro muy desagradable con mi puño.

-¡Oh! Cálmate muchacho – Me dijo Travix en ese maldito tono burlón. Si no se iba en menos de dos minutos lo iba a matar a él tambien - ¿Qué tanto, miras? – Volvió hablar, comenzó a mirar en dirección a donde estaba posada mi mirada – Es hermosa esa mujer, mira ese cuerpo, esas caderas, esos labios, esos ojos – Llevó un mano a su boca para darle ese tono dramático – Debe follar como los dioses.

Lo miré y lo fulminé – Si no quieres quedar sin dietes ahórrate esos malditos comentarios – La vena de mi frente comenzaba a inflarse.

-Darrend ya sé que es tuya, pero no me puedes impedir que la admire, esta buenísima. Ahora entiendo porque tiene al padre y al hijo loco por ella – Le dio un trago a su copa de vino. Sus palabras iban como una lámina afilada, llevaba ese veneno y ese toque sarcástico que siempre suele ponerle. Travix sabia toda la historia y era al único que le permitía hablarme en ese tono.

-Lástima que nunca vas a saber a ciencia cierta porque es que vuelve tan loco a los hombres – Posé mi mano en su hombro, con suma tranquilidad y calma y comencé apretarlo fuerte. Vi como arrugo la cara por el dolor, pero lo estaba haciendo tambien que nadie sabía que le estaba casi que dislocando el hombro.

-Calma Darrend si sigues así vas a perder a tu mejor amigo y hacker.

Aflojé un poco el agarré, pero lo volví apretar cuando mi mirada volvió a el lugar donde hace unos malditos segundos estaba Evangelina ¿Dónde demonio se había metido? ¿A dónde diablos se había ido? ¿Dónde putas estaba el imbécil que estaba con ella?

DIARIO DE UNA NINFOMANADonde viven las historias. Descúbrelo ahora