Capitulo 7 ¿Te volveré a ver?

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EVANGELINA

El aire se me ha escapado de mis pulmones, a mi cerebro se le dio por dejar de funcionar en estos momentos, tengo un nudo en la garganta que me impide tragar. Las nauseas me invaden y mi cuerpo parece que ha entrado en bloqueo, porque no puedo mover ni un solo musculo. 

Quiero decir algo mas, quiero hacerle tantas preguntas. 

Él chico solo está allí, mirándome con esos hermosos ojos color miel, su rostro es estoico, inexpresivo. Las alarmas de mi cabeza se enciendo, mi razón me gritaba que huyera de allí, pero mi cuerpo había tomado el control. El chico, es la prueba de que el universo es perverso y cruel con los humanos. Siempre disfraza un objeto tan peligroso en un envoltorio tan llamativo y atractivo. El chico es como esos animales exóticos, que parecen tranquilos, pero sabes que si te acercas demasiado, no dudaran en encajarte las garras hasta destruirte. 

¿Alguna ves has visto que un demonio se disfrace de algo feo? Por lo general el pecado siempre es ofrecido en cosas que atraen, ese es la trampa del diablo, para hacernos caer. 

Y claramente yo quería caer por él. 

-¿E-eres tú...? – Le dije casi sin poder hablar. Me estaba obligando hacerlo, necesitaba poner a mi cerebro a funcionar. 

Cálmate Evangelina. 

Una sonrisa se extiende por su hermoso rostro, es lenta, sensual, seductora. Es como si el diablo hubiera venido a tentarte y supiera que lo ha logrado.  

– Soy yo – Rápidamente me toma de la cintura y me atrae hacia él, sus labios se posan en los míos. Es como si estuviera reclamando mi boca, ya que el beso no es suave ni gentil. Es brutal duro y con un deseo que rivalizaba con todo los demás. Es el que había estado esperando por tanto tiempo, sus manos bajan hasta mis piernas, las recorre por completo y puedo decir que todo mi cuerpo responde ante él, es como si supiera como encenderme, como llevarme hasta el borde el abismo y mantenerme allí. Moví mi lengua a lo largo de la costura de sus labios, tomando su sabor adictivo.

Mis brazos rodearon su cuello, me aferré a él tanto como pude. Pude haberlo besado durante horas, pero en vez de eso rompió la succión de nuestros labios, movió su boca a lo largo de mi mandíbula hasta mi oreja, y dijo suavemente:

—Estoy tan duro para ti. 

Mi coño comenzó a palpitar entre mis piernas, ya parecía un rio. Mis bragas estaban húmedas por los jugos de excitación. Volvió a reclamar mi boca, sus besos no son suaves, cada uno de ellos, denotaba el poder y ese aura posesivo que lo acompañaba. 

Después de unos minutos sumidos en aquel apasionado beso, nos separamos para tomar algo de aire

- ¿Cómo es que...? – Intento conectar mi cerebro con mi lengua, pero el chico ha consumido cada parte razonable de mi. Pone uno de sus dedos sobre mis labios, luego toma mis manos y comenzó a caminar, yo obedientemente lo sigo.

Nunca puedo decirle que no. Es como si tuviera un hechizo sobre mi, que hiciera que lo siguiera cada vez que aparece.   

Llegamos a un largo pasillo, las luces son algo tenue, siento como me acorrala contra la pared y su cuerpo, sube mis brazos por encima de mi cabeza y comienza a devorar todo mi cuello, sus labios bajan hasta mi pecho, los muerde y chupa por encima de la tela que los cubre. Desliza una de sus manos por detrás de mi nuca, enrosca sus dedos en mi cálida carne, y comienza a besar el pulso que latía rápidamente bajo mi oído. Luego con sus labios hace un camino que recorre desde mis labios hasta mis pechos. Fuertes corrientosos recorren cada parte de mi. 

Unas de sus manos siguen sosteniendo mis brazos por encima de mí cabeza y la otra, hace un camino hasta mi entre pierna, lentamente se va abriendo paso y siento como sus dedos se introdujeron dentro de mí, yo doy pequeños jadeos, era un sueño, lo tenía ahí, besándome y masturbándome, ha mejorado mucho desde aquella vez, ya no vacila tanto, se le nota más seguridad en cada caricia. Estamos en un pasillo donde cualquiera podría venir y ver lo que estamos haciendo, pero en estos momentos estoy bajo una neblina de pura lujuria y deseo y eso me importaba una mierda.  

DIARIO DE UNA NINFOMANADonde viven las historias. Descúbrelo ahora