Capítulo 12

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—Para las mesas estaba pensando que los cubiertos podían ir atados con un moño de regalo y acostados en un pañuelo rojo con algún muérdago, pero es sólo una idea al azar. Pensé que velas como centro de mesa podría crear un ambiente más, no lo sé, ¿familiar? Pero no estoy segura.

El miércoles por la tarde me encuentro en una reunión improvisada platicando con la señora Virginia y el señor Pike sobre mis propuestas para la fiesta de empresa en las que he trabajado todo el fin de semana. He creado incluso una carpeta con fotos de mis ideas plasmadas para que sea más posible el que lo puedan imaginar y considerar, pero me encuentro tan incómodo que sólo quiero volver al trabajo.

Esto no es una platica. Me recuerda a las exposiciones del instituto con todos los compañeros de clase mirando con un silencio bochornoso de fondo.

—Me gusta —dice Virginia, sonriendo amablemente—. Siempre damos los cubiertos en envoltura de plástico sobre toallas de tela fina. Nunca le tomamos importancia. Eres buena, Clara.

—¿Lo soy? —la pregunta suena tan absurda que aprieto los ojos y sacudo la cabeza. Esto es tan vergonzoso— Lo siento, yo… eh, no es nada. Pensé muy bien en mis ideas y traté de explicarlas lo mejor que pude.

—Pues, creo que estamos de acuerdo, ¿no es así, Pike?

Pike hace una mueca con los labios, algo como una sonrisa al revés. Nunca se sabe cuando está sonriendo.

—Te has esforzado. Te felicito.

Según me explicó ayer la señora Virginia, la planeadora de las fiestas y ellos tuvieron un percance de último momento. Pudieron haber buscado otra planeadora de eventos casi tan buena como la anterior, pero entre buscar una planeadora y aprovechar estas dos semanas para encargarse de todo, la segunda opción era la más acertada.

—Muchas gracias por confiar en mí.

Las puertas de la oficina de la señora Virginia se abren de golpe dejando ver a un Ben casi tan sorprendido como yo. Ya no nos vemos mucho. Ayer volvimos a coincidir por accidente en la cafetería, pero lo único que pude hacer fue salir tan rápido para no tener que encontrarme a solas con él en cuanto Layla terminara de prepararse su café.

Mi cuerpo no quiere alejarse. De hecho, quería quedarme de nuevo a solas en la cafetería solo para saber qué sería capaz de hacer después de haber sido pillados por Daisy. Sin embargo, por dentro, en mi alma y en mi mente, sigue estando Clara. La misma Clara de siempre, la del autosabotaje. No sé cómo resolver nada de esto todavía, pero por ahora fingir que no ha pasado nada parece lo más viable, incluso si se nos está dando fatal.

—Voy a volver al trabajo.

Virginia cierra la carpeta que creé como guía para ella y asiente. Pike sólo se queda sentado esperando a que su sobrino diga que ha venido a hacer aquí, pero no me quedo para escucharlo.

Incluso si quisiera no es posible. Todo están en silencio esperando a que yo salga.

—Con permiso.

—Clara —la voz de Ben suena apresurada y tensa. Yo me detengo sorprendida junto a la puerta, mi corazón latiendo al revés por la sorpresa—, ¿puedes esperarme en mi despacho, por favor?

Mis ojos vuelan hasta Ben sólo para confirmar la súplica en su voz. En serio me está pidiendo que lo espere en su oficina, no sólo con sus ojos, que me miran con insistencia, si no su voz que estoy segura la han notado sus tíos que todavía están aquí, prestando atención al intercambio de palabras no verbales que estamos teniendo él y yo mientras nos vemos.

Aparto la mirada, asintiendo y digo:

—Por supuesto —mientras comienzo a salir de la oficina.

Camino tan rápido como puedo a mi cubículo y busco mi espejo de bolsillo. Me reviso el rostro. Llevo bálsamo en los labios, como siempre, pero ya se ha secado un poco. He traído el cabello suelto otra vez y un vestido blanco al cuerpo de los que me ha regalado Morgan. Todavía me quedan muchos por usar.

Llévame a cualquier lugar [URN II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora