A Clara García le fascinan dos cosas; la época navideña y su jefe, Ben Bardem. Sabe que probablemente nunca podrá amar tanto a alguien como lo ama a él, así como también es consciente de que cualquier oportunidad de ser suya se ha ido directo a la b...
Me arrepiento inmediatamente de haber dicho algo como eso en voz alta. En especial si no hay algo que me respalde, porque no recuerdo que Ben me hubiese dicho que ya habían adelantado al menos la mitad del trabajo en el salón. No hay nada. Ni siquiera un árbol de navidad aquí.
—Lo siento, no quise...
—Descuida, Clara —la señora Virginia ni siquiera parece ofendida, está sonriendo.
Me ha sacado de la empresa para venirme a enseñar el salón donde será la fiesta de la empresa. Es un salón inmenso e impecable en uno de los hoteles más grandes y costosos de todo Hastings. Es mucho trabajo para sólo unas cuantas semanas de tiempo. O días, más bien.
—Sé lo que estás pensando —me dice, todavía caminando frente a mí, y no me está mirando, lo que quiere decir que mi rostro ha de estarle diciendo lo que me está hablando mi cabeza. Tengo que aprender a disimular—. ¿Cómo es posible que no haya ni una serpentina colgada? Bueno —cruza sus manos y se gira hacia mí, luce tan elegante y tranquila que es contagioso. Quisiera verme así algún día—, no todo sale como uno quiere, y es evidente que el dinero muchas veces no soluciona todos los problemas.
Hay un hueco en esta historia que no me está diciendo, pero tampoco me animo a preguntar. Es sólo mi primera oportunidad aportando ideas, mi primer día ayudando a la señora Virginia con este salón. Y tengo que hacerlo bien.
—¿Cuándo vamos a empezar?
—Ahora mismo —me toma el brazo con mucha delicadeza para pedirme en silencio que la acompañe hacia donde ella va—. Los camiones han llegado con la decoración. Sólo estará guardada en la bodega hasta dos días antes de la fiesta, cuando todo será puesto en su lugar.
—¿O sea que…?
—¡No, no! —hay risa en su voz. Cuando llegamos afuera, cuatro sujetos están sacando cajas de varios tamaños (pesadas) y las están llevando dentro— Pike pagará a unos decoradores para que se encarguen de eso. Nosotras sólo nos ocuparemos de la planeación y los detalles, que deberían estar listos desde la semana pasada, pero tenemos tiempo hasta el miércoles.
¿Cuatro días? Me obligo a que mi rostro no refleje que es eso lo que está gritando mi cabeza. La señora Virginia termina de aclararme muchas otras cosas. Tenemos que aprovechar toda la decoración que han comprado. Ella ya se ha encargado del salón en sí, pero los pequeños detalles como las mesas, la entrada y pequeñas decoración por aquí y por allá que suelen crear un ambiente mucho más navideño, son los que hacen falta.
Me pone nerviosa el hecho de sentirme presionada. Mi trabajo no es precisamente el trabajo más ligero de este mundo, pero sé lidiar con él. Ahora, ¿lidiar con la tarea de encargarme de la decoración de una fiesta del lugar donde trabajo con un plazo de cuatro días? Eso no parece muy compatible con mis posibilidades. Aún así, como sé que no puedo retractarme, comienzo a pensar en posibles buenas ideas mientras finjo escuchar todo lo que me cuenta la señora Virginia.
Espero que no sea nada importante.
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