6. ¿Llamarás mañana?

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 La primera noche Crowley no había esperado, imaginado y mucho menos deseado que Aziraphale llamara. Él quería dormir, nada más. La segunda noche tampoco lo esperaba, pero ya no le sorprendió, y aunque al principio le molestó, se hizo valer al final.

 A la tercera, no pensaba que Aziraphale volviera a llamar por vez consecutiva, pero no le molestó, le pareció oportuno ya que todavía no se había dormido y le gustaba escuchar a Aziraphale leer. A la cuarta vez se podía decir con certeza que estaba esperando, de buen humor, sin que le importara retrasar la hora de dormir, a fin de cuentas tenía mucho tiempo para dormir.

 A la quinta noche no. Imaginaba que Aziraphale iba a llamar, pero no quería, por eso alejó el teléfono y se esforzó por ignorarlo. Quería dormir y quería no escuchar a Aziraphale ahora que ya habían terminado "El Valle del terror". Pero después de atender sí quiso.

 En el fondo siempre había querido, incluso cuando al terminar la cuarta llamada se juró que nunca había querido y no querría nunca más.

 Al final de la quinta llamada reconoció eso. Quería las llamadas de Aziraphale, aunque fueran contras sus planes; tal vez por eso mismo las quería.

 Era ya la medianoche y Aziraphale no había llamado. El ángel nunca llamó a la misma hora, pero jamás después de la medianoche. Crowley pensó que tal vez ya no llamaría, luego pensó que tal vez por fin había conseguido dormir, o que quizás esta vez sí lo habían secuestrado. Crowley no pudo no saber.

 Se destapó a las apuradas, casi cayendo al suelo cuando intentó salir de la cama con los pies todavía enredados en la sábana. No había necesidad de ponerse de pie, porque el teléfono estaba a su lado en la cama, pero de ese modo era más expresivo, podía demostrar mejor que estaba molesto. Sí, molesto. Porque luego de cinco noches escuchando la voz de Aziraphale, cuando se había estado esforzando por evitarlo, ya no quería quedarse sin eso justo dos noches antes. No iba a desperdiciar dos noches de hablar con Aziraphale.

– A. Z. Fell & Co., buenas tardes.

– ¿Tardes? – dijo Crowley – ¿Estás borracho?

– Oh, hola Crowley – saludó animado – No, no estoy borracho, ¿y tú?

– Claro que no, idiota.

– Crowley – le marcó Aziraphale.

– Estoy desde las diez, acostado, esperando que me llames.

– Pero si... – Aziraphale hizo una pausa – ¡Oh, lo lamento! – luego rio.

– ¿De qué te ríes?

– Mi reloj – dijo Aziraphale – Se detuvo. Marca las cuatro.

– ¿Y acaso no miras por las ventanas para ver que ya es de noche?

– Lo siento, estuve muy distraído.

– ¿Haciendo qué?

– Nada realmente. Estuve muy distraído, apenas recuerdo si desayuné hoy, creo que sí lo hice.

– ¿Estás bien? – se preocupó el demonio. Pero si Crowley hubiese visto la sonrisa de Aziraphale, hubiera sabido la respuesta: sí, Aziraphale estaba perfectamente.

– Sí, no te preocupes, lamento haberte hecho esperar.

– Bueno, ya no es problema.

– ¿Sabes? Es curioso, porque jamás acordamos que te llamaría todas las noches. – Crowley no supo qué responder, tampoco supo si se suponía que respondiera algo – ¿En serio estabas esperando?

– Sí. Estaba implícito que lo harías, que llamarías.

– Lo lamento. Podrías haber aprovechado y dormir.

Phone call - Ineffable HusbandsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora