5. Ya no quiero dormir.

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 Dedicó el día a estar fuera, con otras personas, caminar por sus calles preferidas, aparecerse en sus restaurantes favoritos y pedir un bocadillo. Para el atardecer no había terminado con todo, pero seguiría al día siguiente o al siguiente del día siguiente. Con el sol anaranjado rebotando en los vidrios de las ventanas, y la brisa moviendo su blanco cabello, llegó a la librería. Se paró frente a la puerta, casi sobre la calle, contempló el cartel, contempló cada detalle de la fachada y sonrió con sus labios. Sus ojos no sonrieron.

 Rebuscó en su gastado abrigo, sacó la llave y entró.

 Sintiéndose un poco culpable por interrumpir el sueño de Crowley varias noches seguidas, pensó en llamarlo más temprano. Para hablar. Hablar hasta que Crowley quisiera irse a dormir. Un momento al menos. Sólo quería hablar con Crowley.

 Terminó llamándolo a las once, arrepentido por interrumpir, pero sin ver otra salida. Tuvo que llamar tres veces y empezó a preocuparse. Hasta que luego de cuatro veces más un "Mmgh" de Crowley se escuchó al otro lado.

– ¿Crowley? ¿Estás bien? – preguntó.

– ¿Tú estás bien, Aziraphale? – preguntó Crowley.

– Sí– frunció el ceño– ¿Por qué lo preguntas?

– Siete llamadas– explicó Crowley. – Iba a ignorarte, pero: siete llamadas. Consideré que alguien te estaba secuestrando.

– Oh, no, nada de eso. Sólo quería hablar contigo.

– ¿Entonces tú estás bien?

– Sí, sí– asintió Aziraphale.

– ¿Seguro?

– Sí.

 Se hizo silencio y Aziraphale escuchó ruidos al otro lado. Crowley caminando y luego un golpe tenue pero de gran impacto.

– ¿Qué fue eso?- preguntó Aziraphale.

– Yo tirándome en la cama.

– ¿No estabas en ella antes?

– Sí y no... Dejé el teléfono al otro lado de la casa para no despertarme si "alguien" llamaba– "ups!" pensó Aziraphale. – Claro que el método es falible a las siete llamadas.

– Lo siento, terminaré la llamada si quieres.

– No, ya estamos aquí, ya me tuve que levantar, el perro del vecino está ladrando y un poco que ya me he desvelado. Así que ahora háblame.

– En serio lo lamento, Crowley, yo-

– Deja de disculparte, ángel. Haz que esta llamada valga la pena, yo sé que puedes.

 Aziraphlae carraspeó.

– ¿Hasta qué parte de la historia escuchaste anoche? Podría seguir desde-

– La escuché toda.

 Aziraphale se alejó del teléfono y lo miró extrañado, como si el teléfono fuera Crowley.

– ¿Toda? – preguntó.

– Ajá.

– ¿Hasta cuando te deseé buenas noches?

– Ajá.

– ¿Y por qué no me respondiste?

– ¿Qué traes puesto? – preguntó repentinamente Crowley.

 La mente de Aziraphale no produjo ni una sola idea al respecto.

– ¿Qué? – preguntó, a pesar de que lo había oído perfectamente.

Phone call - Ineffable HusbandsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora