capitulo III Familia

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Cuando kagome llegó a la casa de su amiga, bajo del auto para pedirle al chófer que se fuera a casa y si, su hermano preguntaba por ella le dijera que se quedaría en casa de su amiga Sango, de todo modos ella le marcaba para avisarle en unos minutos. Cuando el carro se fue kagome tocó el timbre de la casa de su amiga, en unos minutos la chica de ojos cafés abrió la puerta dejando entrar a la pelinegra que abrazaba al pequeño bebé.

—¡¿Kagome, que bueno saber que estás bien, pe...ro que estás abrazando?! Los nervios que sentío la castaña al ver el pequeño niño en los brazos de su amiga la hizo tartamudear.

—Es un bebé que encontré en el parque que está para ir al cementerio. Kagome no despegaba los ojos del recién nacido.

—¡Pero kagome no puedes traer lo así como así puedes meter en problema!, ¿los padres del niño pueden estar buscando lo? Miro a su amiga con preocupación.

—Mmm... nego con la cabeza mirando a la castaña, para volver a ver al bebé entre sus brazos. —No lo creo amiga Sango.. tomo su bolso para sacar aquella carta y enseñársela, Sango tomo aquella nota para leer aquellas simples palabras.

—¡No puedo creer lo que dice!, ¿como una madre puede dejar a un bebé recién nacido así como asi? Se hizo aún lado para dejar pasar a su amiga.

—¿Supongo que sus razones tuvo que tener para dejar a su bebé? Contesto kagome caminando al sillón para dejar al bebé en el.

—Pero eso no la justifica Kagome lo que hizo esa mujer es un delito, si realmente no quería al bebé pudo haberlo dado en adopción, para que una pareja pudiera adoptarlo y cuidar de el, como realmente se lo merece, y no dejarlo allí a su merced,  de los peligros de la calle.

—Tal ves tengas razón, pero ahora me tiene a mi, cuidare de el como si fuera mi verdadero hijo, así como lo hizo mi padre cuando me adoptó. Le daré todo mi cariño y nunca le faltará nada jaja. Kagome soltó una pequeña risita cuando tomo la manita del bebé, que la sostenía con fuerza.

Al poco de unos minutos, el sonido del  celular de la chica de ojos azules sonaba, alertando una llamada entrante de su medio hermano, que probablemente la estaba buscando;

—¿Dónde carajos estás? Era claro que Naraku estaba molesto, ya que el era responsable de ella como su tutor legal has que cumpliera la mayoría de edad.

—Estoy en la casa  de mi amiga Sango, estaba por llamarte. Los nervios calcomanía el corazón de la chica ya que nunca había escuchado, tan molesto al chico de ojos rojos.

—¡Sera mejor que te regreses ahora!, ¿necesito hablar contigo ahora? La voz de Naraku era fría pero con un tono de molestia.

—Pero es que yo... La voz autoritaria de Naraku se escucho al otro lado de la línea —¡TE HE DICHO QUE TE QUIERO AHORA MISMO AQUÍ, HAS ESCUCHADO! Naraku había colgado la llamada, dejando a una kagome molesta por la forma, que le había hablado. Si tenía un problema por el hecho de tener que quedarse en Japón por más tiempo, de lo que el había pensado, no era su culpa todo lo que había pasado.

[•••]

Al poco de unos segundos, desde de que Naraku había colgado la llamada, el sonido del clason de un auto se escuchaba, a fuera de la casa de la castaña. Era el mismo chófer que la había dejado hace un minuto, antes de que pelinegro, le llamara al parecer tendría que regresar a casa ahora, pero no lo haría sola ya que un pequeño y hermoso bebé la acompañaría a casa. Se despidió de su amiga, que la miraba algo preocupada por la reacción del moreno, cuando mirá al pequeño niño en los brazos de su amiga.

Al llegar a su casa un chico de melena negra y ojos rojos como la misma sangre, esperaba en la entrada de la casa a su media hermana. Kagome al verlo allí parada en frente de la entrada, sintió un inmenso escalofrío recorre su cuerpo, era la primera vez que sentía aquella sensación aterradora, al bajar del auto con el niño en sus brazos, entro a  la casa, pero siendo detenida por el pelinegro.

Amor de MadreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora