Mi Diario, Propiedad de Katy Swartz

07 de abril del 2015

¡Oh dios mío! ¡Madre mía! Lo que me ha pasado... ¡Madre mía! ¡No sé ni cómo explicarlo, ni por dónde empezar...! Bueno, mejor me tranquilizo y comienzo por el principio...sí, esa es una buena idea.

Eran las cinco de la tarde o por ahí cuando me picó Daemon para irnos a nadar (al final me puse el bikini rojo), fuimos a su "sitio secreto" que, al final, resultó ser un pequeño y precioso lago escondido en el bosque. Fuimos caminando desde mi casa hasta el lago y en ese rato hablamos y logré conocerlo un poco mejor. La verdad es que, por mucho que me cueste admitirlo, ya no me parece tan gilipollas como antes, ahora sólo me parece un... maleducado, sí, esa es la palabra. A ver, que me voy del tema... La cuestión es que cuando llegamos al lago nos bañamos y nos lo pasamos bien. Bueno, tengo que decir que él se lo pasó mucho mejor que yo, ya que al principio, cuando me tuve que quitar la ropa, obviamente llevaba el bikini debajo pero... ¡Me dio una vergüenza horrible! Vale, yo tampoco es que esté mal pero es que él es tan perfecto que... sí me dio muchísima vergüenza. Me estoy volviendo a ir por las ramas... Cuando estábamos nadando yo me salí para tomar un poco el sol ya que hacia un sol espléndido. Hasta ahí todo bien, el problema fue cuando decidí dejar de tomar el sol porque si no acabaría derretida del sol que hacía. Así que me levanté y, al buscar a Daemon, no lo encontraba por ningún sitio. Lo llamé un montón de veces inútilmente y llegué a la conclusión de que me había dejado sola. Entonces cuando ya me estaba por ir lo veo que sale del agua... ¡Se pasó más de diez minutos dentro en el agua! El caso es que estaba tan impactada que, no sé porque, salí corriendo. Sí, salí corriendo. Oía los pasos de Daemon detrás de mí pero no me detuve. Iba tan rápido que al ir a cruzar la carretera, no me fijé en que un camión se dirigía directo hacia mí. Iba a morir. Entonces, de repente, todo se paró ¡Pero literalmente! ¡DAEMON DETUVO EL MALDITO TIEMPO! Claro, yo, aún no me lo podía creer y ¿Adivinan que hice? Exacto, Salí corriendo... otra vez.

Tengo que irme que mi madre me llama. ¡Adiós!