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Jisung quería imaginar que el comportamiento bipolar de Minho se debía a que el chico estaba en una fase parecida a la menstruación, pero eso sería pecar de idiota porque, bueno, los hombres no tenían un período.

Sin embargo, no había otra forma de explicar que Minho le sonriera a todo el mundo cuando estaban juntos, tratándolo con cariño y ternura, diciéndole ardillita y sacaba su lado meloso, para que apenas quedaran a solas, soltara su mano y no dijera más.

Al parecer, Minho se estaba tomando su papel en serio de ser su novio falso, y eso le hería. Se justificaba diciendo que era porque creía tener una relación de amistad con el muchacho, no era porque lo estuviera empezando a querer, por supuesto que no.

Así que cuando Minho entró a la cocina, lo miró con un puchero mal disimulado, sin saber por qué.

Pero Minho lo ignoró, y Jisung quería protestar, porque no podía ignorar sus pucheros. ¡Sus pucheros eran adorables, por el amor a Jesucristo!

Ay, ¿qué estaba pensando?

— Hola Minho, ¿cómo estás? —saludó su mamá entrando a la cocina—. Oh, ¿trajiste pastelitos?

— Hola suegrita —Minho dejó la caja sobre la mesa—. Los hice especialmente para usted.

— ¿Y para mí? —Jisung extendió una mano para agarrar uno, pero su mamá le dio un manotazo.

— ¡Son míos, Han Jisung! —se quejó ella.

— ¡Eres mi madre! —protestó Jisung.

— ¡Te lo he dado todo, pero no te daré de mis pastelitos!

— ¡Pero mamá!

— ¡¿QUIERES LA CHANCLA, JISUNG?!

Jisung se volvió a sentar, enfurruñado, murmurando por lo bajo. Sin embargo, de pronto Minho se sentó en sus piernas, sonriendo.

— No te preocupes, ardillita, te hice un pastelito especial para ti —Jisung, sin pensarlo, pasó sus brazos por la cintura de Minho, mirándolo a los ojos.

— ¿De verdad lo hiciste, cachetitos? —Jisung miró la forma en la que mordía su labio inferior, y algo pareció calentarse en su interior.

— Sí —Minho se inclinó, dándole un beso en los labios, y Jisung parpadeó por la sorpresa.

Desde ese primer beso que compartieron habían pasado dos semanas, y Minho actuó como que no ocurrió, así que el hecho de que lo besara ahora tan repentinamente lo hizo sentir extraño.

Pero solo fue un beso suave, un simple roce entre ambos labios.

— Te quiero, ardillita —murmuró Minho.

A Jisung no le importaba si lo decía en serio o no. De cualquier forma, lo hacía sentir cálido, enternecido, calmado.

— Aaaaaaaaay, ¡son tan lindos!

Ambos salieron de su burbuja cuando el flash del celular de la mamá de Jisung los dejó medio ciegos.

Minho se puso de pie, con las mejillas repentinamente ruborizadas, en tanto Jisung frunció el ceño mirando a su progenitora con desaprobación, quien los ignoraba mientras chillaba al ver la fotografía que sacó.

— ¡Se la enviaré a todas mis amigas! —estaba diciendo mientras salía de la cocina.

Jisung suspiró, sin comprender un poco a su mamá, y se puso de pie, tomando su mochila.

Luego, arrugó los labios percatándose de algo.

— Lino —el aludido lo miró, todavía un poco ruborizado—. ¿Cuándo me mostrarás tu casa?

Minho se tensó.

Luego, trató de relajar sus hombros.

— No es necesario —Minho hizo un gesto despreocupado—. Después de todo, nos quedan solo cuatro meses juntos.

¿Por qué cuando Minho decía eso algo parecía doler en su interior?

¿Por qué cuando Minho  decía eso algo parecía doler en su interior?

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Novio de Alquiler.《 Hanknow 》ᵃᵈᵃᵖᵗᵃᶜᶦᵒ́ⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora