Han Jisung odia las cosas del amor, y sobre todo, los novios. Su madre desea que tenga una pareja para que así sea feliz y deje de ser tan amargado, así que decide "alquilar" a un chico con una preciosa sonrisa, Lee Minho, para que sea el novio de s...
El chico levantó la vista mientras cerraba la puerta detrás de él, parpadeando y con sus ojos enfocándose sobre Jeongin, que corría desesperado con Hyunjin detrás.
Jeongin lo abrazó, respirando aceleradamente, y Hyunjin se detuvo a unos metros de ellos.
— ¿Qué pasa? —preguntó Minho con la voz ronca.
El chico de cabello rosado levantó la vista con los labios temblando.
— Es mentira, ¿cierto? —Jeongin lo sacudió del brazo—. ¡No puedes irte!
Minho hizo una mueca pequeña.
Ambos amigos se fijaron en las ojeras remarcables en el rostro de Minho, en la palidez de sus mejillas, en sus ojos rotos y cansados. Tenía un... un aspecto bastante deplorable, no lucía como el alegre chico que ellos estaban acostumbrados que fuera.
— No estoy en condiciones de seguir estudiando —dijo Minho sin expresión alguna.
— ¡A Yerin no le gustaría que congelaras tu carrera para deprimirte! —acusó Hyunjin.
En un abrir y cerrar de ojos, Hyunjin estaba contra la pared, con Minho agarrándolo de las solapas de la chaqueta e inclinándose con una mirada amenazante. Jeongin soltó un grito de susto.
— No se te ocurra nombrarla otra vez —gruñó Minho antes de empujarlo hacia un lado.
Jeongin alcanzó a sostener a Hyunjin para evitar que cayera al suelo.
— Minhonie, por favor... —balbuceó Jeongin, extendiendo una mano para tomarlo del brazo, pero el aludido se giró—. ¿Jisung lo sabe?
Minho se detuvo y pudieron ver como sus hombros se crispaban, su cuerpo se tensaba.
— Jisung y yo terminamos —respondió Minho con fingida indiferencia.
Hyunjin soltó un jadeo. Jeongin abrió su boca con sorpresa.
— ¿Por qué? —preguntó Hyunjin dando un paso—. ¡Minho, ustedes se quieren!
Minho lo miró por sobre el hombro con una expresión de desprecio.
— ¿Así como tu querías a Jeongin para luego revolcarte con el primer chico que se te cruzó? —escupió Minho—. No me hagas reír, Hyunjin. Jisung y yo terminamos porque nunca existió amor en nuestra relación falsa.
Jeongin estaba pálido, con los ojos llenos de lágrimas, y Hyunjin apretó su mandíbula. Ambos no sabían el motivo de que Minho estuviera actuando así, comportándose de una manera tan... tan cruel y dura con ellos.
— ¿Relación falsa? —murmuró Jeongin con la voz quebrada.
— Fui su novio por dinero, ¿bien? —Minho volvió a girarse, alejándose—. Ahora déjenme en paz, no quiero verlos.
Segundos después, Minho desapareció por las puertas del edificio, dejando a los dos muchachos solos y con una sensación de disgusto y dolor en sus estómagos.
Luego de varios minutos en silencio, Hyunjin se giró hacia Jeongin.
— Necesito hablar contigo —le murmuró Hyunjin tomándolo del brazo.
— ¿Eh? —Jeongin lo miró—. ¡Oh, pero mira la hora, ya debo irme! —Jeongin retrocedió unos pasos—. Suéltame, ahora.
Pero Hyunjin no lo soltó.
— Todavía te quiero —le susurró con suavidad.
La expresión de Jeongin se endureció.
— Cierra la boca, pene pequeño.
Hyunjin abrió los ojos con sorpresa ante el insulto infantil de Jeongin, para después fruncir los labios. Jeongin parpadeó por sus palabras, sorprendido de haber dicho eso de la nada y sin pensarlo dos veces.
— Era broma —balbuceó Jeongin nervioso.
— ¿Acaso ese tal Maluma la tiene más grande? —preguntó Hyunjin ofendido.
Jeongin bufó.
— Claro que sí, es latinoamericano y tu chino.
— ¡Somos coreanos!
— Como sea.
Se observaron en silencio, retándose con la mirada, y entonces Hyunjin agarró a Jeongin de la cintura, echándoselo al hombro ante su grito de sorpresa.
— ¡Hyunjin, bájame!
— Vamos a hablar primero —gruñó Hyunjin.
— ¡¿De qué vamos a hablar?!
— Primero que todo —comenzó a decir Hyunjin—, de cómo sacar a Minhonie de su casa.
— ¡No es necesario que me lleves así para eso!
— Segundo —prosiguió Hyunjin como si nada—, de cómo uniremos a Jisung y Minho otra vez.
— ¡Pero si odias a Jisung!
— Y tercero —Hyunjin le dio una palmada en el trasero, haciéndolo chillar—, del castigo que te daré por dejarme en abstinencia.
— ¡HWANG HYUNJIIIIIIN!
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