Han Jisung odia las cosas del amor, y sobre todo, los novios. Su madre desea que tenga una pareja para que así sea feliz y deje de ser tan amargado, así que decide "alquilar" a un chico con una preciosa sonrisa, Lee Minho, para que sea el novio de s...
Las llaves de la casa cayeron al suelo por quinta vez, y las temblorosas manos de Jisung las recogieron, intentando meterlas en la cerradura una vez más.
Lo logró, y escuchó el sonido que hizo la puerta al entrar a casa, sintiendo un agujero negro en donde se suponía que estaba su corazón. Sintiendo como algo dentro de él parecía quebrarse al recordar el rostro lloroso e iracundo de Minho, sus ojos llenos de odio, sus palabras enterrándose en su alma como vidrio roto.
¡Déjame solo, Jisung!
Trastrabilló por el pasillo, aturdido, apenas consciente de lo que pasaba a su alrededor.
¡Vete! ¡Vete, Jisung!
Tragó saliva, sintiendo de pronto su rostro húmedo, y tocó sus mejillas con sorpresa, viendo sus dedos mojados. ¿Estaba llorando?
¡Fuera de mi vida!
Un sonido extraño provino de su garganta, como un sollozo, un ruido que no había escuchado desde que su papá murió y quedó sólo con su mamá.
¡No quiero verte, déjame solo, maldita sea!
Mamá. Su mamá.
Entró a la cocina, viéndola de espaldas, lavando los platos.
Abrió la boca, sin embargo, no emitió ruido alguno. Pero al parecer su mamá escuchó algo, porque se giró con sorpresa, mirándolo con una expresión atónita al verlo en el umbral con ese aspecto tan destrozado.
— ¿Jisung? —su voz sonó preocupada y la mujer cortó el agua, limpiándose las manos—. Bebé, ¿por qué lloras? ¿Qué pasó?
Su mamá hizo amago de tocarlo, sin embargo, Jisung vio a Minho delante de él y algo en él estalló.
— ¡Me mentiste! —gritó él, asustándola—. ¡Me mentiste a la cara, mamá!
La mujer palideció, aturdida.
— Sung...
— ¡Es tu culpa, tu maldita culpa! —siguió gritando con la voz rota—. ¡Si no hubiera sido por ti, por tus malditos intentos de conseguirme un novio, esto no estaría pasando!
Su mamá balbuceó unas palabras, pero Jisung no le dio tiempo para disculparse o preguntar qué pasaba.
— ¿De dónde conoces a Minho? —le preguntó, tratando de recuperar un poco la calma, con sus palabras sonando heladas y duras.
Pudo ver como el rostro de la mujer se llenaba de pena, aunque lo único que sintió fue odio.
— Conocí a Minho cuando tenía diez años y vivía con su papá, un viejo amigo mío de la universidad —dijo su mamá con la voz temblando—. Lo volví a ver cuando su padre murió, hace tres años, y... hace seis meses...
Sentía su rostro húmedo otra vez, pero no le importaba ni un poco. Sólo podía ver a Minho gritándole palabras horribles, todas las mentiras a su alrededor hundiéndolo de a poco.
—... me lo encontré fuera del trabajo —el tono de su madre se quebró—. Minho estaba vendiendo sus pastelitos, y nos pusimos a hablar. Me dijo que los vendía para poder pagar el tratamiento de Yerin, y se me ocurrió que... le ofrecí que...
— Lo prostituiste —escupió Jisung con voz dura.
— ¡No! —su mamá puso una expresión de horror—. Lo único que quería... era que te sacara de tu mundo, que conocieras más gente, que... que fueran amigos. No creí que... no pensé que ustedes dos fueran en serio...
— ¿En serio? —Jisung soltó una carcajada mordaz—. No hay nada serio entre él y yo. Lo hiciste mi puta y Minho me odia por eso.
Su mamá comenzó a llorar, pero Jisung se giró.
— Él y yo terminamos.
Nunca aquellas palabras supieron tan amargas en su boca.
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