Han Jisung odia las cosas del amor, y sobre todo, los novios. Su madre desea que tenga una pareja para que así sea feliz y deje de ser tan amargado, así que decide "alquilar" a un chico con una preciosa sonrisa, Lee Minho, para que sea el novio de s...
Jisung se enderezó en su asiento, mirando hacia el doctor que estaba hablando con Minho.
El chico estaba de pie frente al hombre, con la boca temblando.
— No se pudo hacer nada.
Jisung dejó el café que sostenía a un lado, poniéndose de pie, caminando hacia Minho que parecía a punto de derrumbarse, de quebrarse frente a él.
— Lee Yerin falleció de un ataque al corazón.
— No...
La voz de Minho era como un gimoteo lleno de dolor, como el aullido de un animal herido, pidiendo que alguien lo agarrara, lo sostuviera en sus brazos.
— Lo lamentamos.
El doctor se retiró con la enfermera, dejando a la pareja solos.
Minho rompió a llorar a gritos y Jisung lo tuvo que sostener en sus brazos, atrayéndolo a su pecho mientras el mundo parecía desmoronarse alrededor de ellos.
El llanto de Minho rompía el corazón de Jisung por completo, pero aun así lo atrajo contra sí, besándole el cabello, acariciándole la nuca.
— Está bien, Minhonie, estoy contigo —le murmuró en voz baja por sobre el desgarrador llanto de Minho, cerrando sus ojos.
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Minho llevaba acostado en la cama dos días, saliendo solo para ir al baño y comer lo que le cocinaba Jisung.
El rubio suspiró, agotado, entrando al cuarto. Las cortinas estaban puestas, haciendo que el lugar se viera más deprimente y horrible que nunca.
Observó la cama con Minho encima, dándole la espalda, acurrucado bajo las mantas, y pensó en la vez que hicieron el amor allí mismo.
— Lino —le murmuró sentándose al borde de la cama, acariciándole el hombro—, hay que ir al funeral de Yerin noona.
Los hombros de Minho se sacudieron con el llanto, pero no se movió. Se quedó un momento en silencio, dejando que el chico sollozara todo lo que quisiera.
— Vamos, Minhonie, a ella no le gustaría verte así —susurró con la voz temblando.
Minho lloró con más fuerza.
— Quiero.... Es-estar... solo... —balbuceó Minho entre lágrimas, moviéndose levemente para que Jisung dejara de tocarlo.
Jisung mordió su labio inferior, sin ponerse de pie.
— Minhonie...
— ¡No! —gritó Minho con la voz destrozada—. ¡No... no lo en-entiendes! —el chico salió por debajo de las mantas, revelando su pálido rostro, sus mejillas encharcadas por las lágrimas—. ¡Solo! ¡Déjame solo, Jisung!
El rubio se puso de pie, sintiendo la paciencia agotándose, pero trató de controlarse para no sonar frío y duro.
— Estaré en el comedor —le dijo girándose.
Minho gimió.
— ¡Vete! ¡Vete, Jisung! —el aludido se quedó quieto—. ¡¿Sabes qué día es hoy?! ¡Hoy se cumplen los seis meses, Jisung! ¡Fuera de mi vida! —rompió a llorar otra vez—. No sirvió de nada... Yerin murió igual...
— ¿De qué hablas? —la voz de Jisung era helada.
— De esta farsa —sollozó Minho—, de todo esto. Necesitaba dinero para el tratamiento de Yerin, pero no sirvió... Venderme no sirvió...
Jisung se giró, pálido, roto.
— ¿Mi mamá...?
— ¡Dijo que le pagaría las quimioterapias si fingía ser tu maldito novio, pero no sirvió de nada, Yerin se fue y me quedé solo!
Jisung retrocedió, sintiendo su garganta apretada, sus ojos escociendo.
— Minho...
— ¡No quiero verte, déjame solo, maldita sea!
Jisung obedeció.
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