Capítulo 12.

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¿Me estaba viendo el culo?

¡Me estaba viendo el culo!

No sé si reírme o llorar. No dejo de imaginarme la cara que debo tener en estos momentos.

Decido moverme y sigo el pasillo por donde se fue Rubén, pero me detengo unos segundos a verme en el espejo que se encuentra en medio del pasillo.

¡DIOS! ¡Estoy rojísima! No puedo evitar reírme y ponerme más roja aún recordando lo sucedido.

Vaya, este chico nunca cambiará.

Me dirijo al salón principal y me siento en el sofá gris, inmediatamente noto que otra gata, esta vez anaranjada, se encuentra en él. A su lado estaba la gata negra. Comienzo a hacerles caricias escuchando sus pequeños ronroneos. Que gatas más monas. La gata naranja se voltea para que pueda acariciar su panza. Esperen, la naranja no es hembra. ¡Es macho!

Escucho una puerta abrirse detrás de mi y cuando volteo, veo a Rubén con la cara mojada, aún sonrojado. No pude evitar soltar una risa al verlo así, tan tierno. Él solamente se ríe nerviosamente y se sienta a mi lado en el sofá. Se mira las manos y luego me mira a mi.

—No es la primera vez que miras un culo, ¿o sí?

Mi comentario hace que vuelva a tener la cara roja y yo estallo en risas. Sí, me gusta molestar a la gente.

— ¿Cómo está Noah? - pregunta repentinamente.

—En la escuela.

Ahora si que empieza la verdadera charla.

—¿Qué edad tiene?

— Cumplirá nueve en febrero - digo y me muerdo el labio.

Por favor que no pregunte cuando, por favor que no pregunte cuando.

—¿Cuándo?

Mierda.

Un calambre se hace presente en mi estómago.

—El 13 - hago una pausa y cierro los ojos.

—¿Cumplimos el mismo día?- noto sorpresa en su voz. Asieto.

—Creeme que para mi también fue impactante.

Ruben me mira completamente serio, con ambas manos en su frente. ¿Qué estará pensando?

Yo solo tengo la mirada puesta en mis manos, ya que me da vergüenza mirarle.

—Mirame Lee... - levanto la vista ante su orden y casi me desmayo. Su mirada expresa algo que no puedo descifrar pero que a la vez me intimida. —¿Nunca ibas a decírmelo?¿Nunca me has buscado? - suelta.

Todos mis sentimientos de dolor, pena y vergüenza pasaron a ser de rencor e ira.

¿Se piensa que nunca he querido decirle?¿Que no lo he buscado? ¿Acaso se piensa que es el único que ha sufrido?

Me paro de golpe, haciendo que se asuste.

—¿TE PIENSAS QUE FUE FÁCIL?

—Oye, calmate... - se para lentamente.

—¡NO ME DIGAS QUE ME CALME! - grito, más alterada. ¿A qué persona le gusta que la calmen? Respiro pausadamente y me sujeto el puente de la nariz, frustrada. Realmente tenía que calmarme y hablar con claridad, sino nunca llegaríamos a nada —Mira, Rubén... - comienzo, tratando de que el nudo en mi garganta no se descontrole —Cuando me enteré que estaba embarazada sentí muchísimo miedo... Yo pensé que me dejarías, que no te importaría... Pero en lugar de eso me dije: "él no sería capaz de hacerme eso". Y creí que tenía razón... - lo miro -Pero me equivoqué, y cuando fui a darte la noticia, ¿con qué me encuentro? Con tu abuelo dándome buenas nuevas de que te habías ido a otro país - digo —Tuve que enfrentar todo sola, y no tienes idea de lo que es criar un hijo por tu cuenta... Y yo creo que eso no es lo peor, sino que tu hijo crezca sin un padre y tener que esquivar preguntas tales como "¿Y por qué yo no tengo papá?", "¿Algún día lo volveré a ver?"... Eso es lo mas difícil... mentir.

Un año para recordar. (Rubius)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora