Capítulo 5.

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No te caigas.

No te caigas.

No te caigas.

Me digo una y otra vez mientras bajo por las escaleras a toda hostia.

Sigo con el corazón a mil y necesito aire fresco lo más pronto posible o moriré ahogada.

Cuanto antes salga de aquí, mejor.

Suerte que no tuve la idea de usar el infierno del ascensor, ya que con estos nervios y apunto de escupir mis pulmones, me hubiera agarrado un ataque de claustrofobia y ansiedad juntos.

Revuelvo mi bolso en busca de las llaves del coche. Estoy tan metida en mi mundo que casi me voy sin saludar a Jimena. Que desconsiderado de mi parte.

Suspiro aliviada una vez que salgo a la luz de la calle. Pensé que tardaría años en salir de allí.

Busco mi coche con la mirada y lo diviso a unos cuantos metros de mi. Vaya, no recuerdo haberlo estacionado tan lejos.

Camino y camino.

¿Qué coño me pasa hoy? ¿Por qué me siento tan... asustada?

Recapitulemos el día de hoy:

-Desayuno.

-Trabajo.

-Espero.

-Rubén.

-Ganas de morir.

-Entrevista.

-Nervios.

-Huyo.

-Coche.

¿Sólo eso? Que rápido que ha pasado el día entonces. Y en menos de lo que esperaba me encontraba ya en el coche, encendiendo el motor para irme de una vez por todas.

Vida es un asco, ni una buena es capaz de pasarme.

Me doy una bofetada mentalmente.

¡Deja de ser tan negativa contigo misma joder!

Conduciendo, pienso en muchas cosas, pero solo una pregunta me carcome la cabeza:

¿Lo volveré a ver?

No entiendo. No encuentro el motivo por el cual me siento de esta forma tan extraña, con nervios, dolor, pena y furia. No son una muy buena combinación.

Soy un mar de sentimientos ahora mismo.

Mi móvil suena de repente, sacándome de mis pensamientos. Lo busco con la mirada pero no lo veo y miro mi bolso que se encuentra en el asiento del acompañante, a mi derecha, de ahí proviene la llamada.

Paro en el semáforo rojo y revuelvo el bolso para encontrar mi móvil. Lo cojo y antes de atender comienzo a conducir de nuevo, ya que el semáforo se ha cambiado al verde. Pongo el móvil en manos libres y dirijo la mirada al frente.

No me he fijado quien era el remitente.

-¡LEEANNAAAAA!

Un voz aguda y chillona suena al otro lado de la línea, sobretaltandome y resonando por todo el coche. Una sonrisa se planta en mi rostro al reconocer esa voz.

-¿Solange?

La emoción inunda mi voz.

-Y sí amiga, ¿quién más va a ser? - oigo su risa.

-¡Es que yo me muero tía!

Solange es mi mejor amiga. Es argentina y una chavala muy simpática y ocurrente. Nos conocimos en la escuela en Noruega, y hasta hemos estudiado juntas en la universidad de Madrid. También conoce a Rubén y pues, también sabe de toda la historia.

Un año para recordar. (Rubius)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora