Un año para recordar. (Rubius)

Capítulo 16.

NARRA RUBÉN.

—¿Qué videojuegos nuevos tienes? - fue la primer pregunta que salió de la boca de Noah apenas entró a mi apartamento.

Siempre que venía solía quedarse un buen rato observando embobado mi colección de figuras de Naruto, esas que tengo en el estante de mi pasillo. Deja su pequeña mochila de escuela en mi sofá y corre hacia la habitación donde grabo mis videos.

—Me han mandado la demo de la última versión del L.O.L. — digo.

—¡No inventes - sonríe emocionado.

—Ven — palmo en la silla que se encuentra a mi lado para que se siente -Vamos a divertirnos un rato - digo y nos disponemos a pasar toda la tarde jugando.

(...)

—¡No vale tío!

—Eso no es hacer trampa — sonrío.

—¡Pero que estaba distraído joder! — grita y se cruza de brazos.

—¿Tu madre sabe que usas esas palabras? - se queda callado.

—Pues... no.

Niego con la cabeza, riéndome de su inocencia, y seguimos jugando al Mortal Kombat.

Escucho mi móvil sonar desde mi habitación, lo había dejado cargando ya que no tenía batería. Me levanto en busca de mi móvil, dejando a Noah jugando solo... además para que gane de una vez por todas y se sienta victorioso.

Cuando iba en busca de mi móvil, oigo el timbre del apartamento sonar. Fruncí el ceño ya que, nadie toca el timbre del apartamento, a menos que sea un vecino furioso que se queje del ruido que provenía de mi casa. Decido ir a abrir la puerta en lugar de revisar el móvil.

Y ojalá hubiera elegido el móvil y haber ignorado el timbre. Sentí un escalofrío recorrer mi espalda en cuanto la vi.

Rebeca estaba paraba debajo del umbral de la puerta, con su brillante, y a la vez engañosa, sonrisa.

—Hola - sonríe. ¿Hola? Estaba un poco confundido debido a su presencia. No recuerdo haberla invitado, y menos cuando Noah está en casa —Tranquilo, vengo en busca de mi chaqueta azul.

—Hola - me había olvidado de responder s su saludo, qué tonto —¿Chaqueta azul?

—Sí, no la encuentro en mi casa y pues pensé que la había dejado aquí - explica —¿Puedo? - hace ademán de querer pasar dentro, y se lo permito.

—Tal vez está en mi sala de juegos - digo.

Grave error.

—Gracias - veo como se dirige hacia la habitación. Al instante me percato de que Noah estaba allí dentro en cuanto lo escucho gritar -¡Gané Rub- Oh...

—Hola, cielo.

Me doy una hostia mental y me encamino hacia la habitación. Rebeca le sonríe y se dispone a buscar su chaqueta en el armario que se encontraba detrás del espejo.

—¿Es tu hermanito? Sois muy parecidos - comenta mientras busca entre la ropa.

Noah y yo cruzamos miradas.

—Si - miento. Noah contiene una risa.

—Es más guapo que tú - dice la morena. Yo frunzo el ceño y mi hijo no hace más que soltar la risa contenida y agregar:

—Gracias, siempre se lo recuerdan - Noah hace gesto de superioridad. Yo ruedo los ojos. Mocoso agrandado. Lo miro y le hago señas de que cierre la boca, él me saca el dedo del miedo y vuelve su atención a la pantalla para seguir jugando.