Las manos le temblaban pensando en eso hasta el día de hoy, y al cerrar sus ojos solo se imaginaba perdido en el abismo, encontrándose con todas las personas a quienes tuvo que dejar ir para salvarlas, para salvar a todos. Incluso para salvarse a sí
Su realidad ya había tenido un spiderman antes que él. Era algo que pocos spiderman tenían. Él ya tenía una lugar muy grande por llenar. Las expectativas lo estaban consumiendo.
La suela de su zapato golpeaba con brusquedad el piso una y otra vez, sus manos se sentían frías a pesar de estar moviéndolas apresuradamente. Estaba en plena crisis de ansiedad. Su pecho se sentía fuera de él y su respiración había escapado de sí mismo. Apenas pudo salir corriendo de su salón de clases para correr hacia los baños de la escuela. La pesadez en su cuerpo recaía en cada parte de él. ¿Era un nuevo síntoma de la picadura de araña?
Entro de prisa al baño más cercano, de rodillas vomitando todo aquello que había entrado en su cuerpo el día de ayer. Era spiderman. ¿Por qué no tenía fuerzas para levantarse?
Unos pasos se escucharon entrar al baño. Conocía esa voz casi a la perfección. Se apresuró a bajar la palanca del baño y limpiarse con un poco de rollo. Estaba intacto, si tan solo pudiera ponerse de pie.
—. ¿Miles? ¿Miles? — Gwen había entrado al baño tocando puerta por puerta en busca de Morales. —. Ganke me dijo que huiste a dos minutos que acabara tu clase, traje tus cosas.
La rubia sólo suponía que su chico favorito debió tener una emergencia para tener que huir tan pronto incluso cuando faltaban solo minutos para que la clase acabará.
Miles ni siquiera podía responderle. Su voz temblaba.
Gwen. Su novia desde hace dos meses exactamente. De otro universo que lo visitaba todos los días par y él iba a verla en los impar. Ni siquiera entendía porque su voz no daba para responderle a quien era el amor de su vida.
Gwen se asustó un poco al no encontrar respuesta. Sabía que estaba ahí. Su sentido se lo decía.
Abrió la puerta encontrándose a su novio sentado en el suelo. Recargado en una de las paredes del baño.
—. ¿Qué tal? —mencionó entre sus labios, entre cortando palabras.
Gwen no quiso preguntar mucho. Solo se sentó a lado de él y sujeto su cabeza, recargándola en su hombro. Miles Morales se quedó dormido en minutos sujetando el brazo de su novia. Aferrándose a ella.
Gwen no sabía que había sucedido en el día escolar de Miles. Solo espero a que estes tuviera profundamente dormido para así poder levantarlo y llevarlo a su habitación. Interrogó a Ganke apenas llegó al sitio. Pero no pudo hacer más. El chico apenas sabía que le sucedía a Morales. Y para ser honestos ni siquiera Morales sabía que le sucedía.
Gwen decidió quedarse toda la noche. Debía ver que había pasado con su novio.
Apagó su celular. Desactivo el GPS de su reloj. Hablo con Ganke sobre qué pasaría la noche. Le robó 10 dólares a Miles para dárselos a Ganke para que no los delatara con el supervisor de piso.
Miles pareció dormir plácidamente. Durmió toda la tarde sin siquiera moverse. Ni siquiera pudo despertar para comer o cenar. Ni siquiera Gwen le daba suficiente ánimo para salir de su cama. La mayor en el cuarto empezó a hojear los bocetos de sus novio sentada en su silla de escritorio viendo cómo los dibujos de su novio pasaban de profundos paisajes, grafittis coloridos y retratos a rayones oscuros y agrietados, ella venía de un universo donde el arte no solo era una forma de expresión, lo era todo. ¿Como había tardado tanto en darse cuenta?
Una de la mañana, Miles había abiertos los ojos mirando la profundidad de techo de su litera, sin siquiera notar que Gwen estaba ahí.
Dos de la mañana, había cerrado los ojos en un intento de dormir.
Tres de la mañana, volvió a abrirlos revolcándose en su cama creyendo que era tan injusto que sintiéndose tan cansado su cuerpo le impidiera dormir.
Gwen no había podido cerrar los ojos toda la noche, Miles tenía un semblante que no lucía enfermo sin embargo sí cansado.
—. ¿No puedes conciliar el sueño? — Gwen volteó a verlo notando que este ni siquiera había percibido su presencia, incluso con su sentido arácnido.
—. ¿Gwen? ¿Desde que hora estás aquí? Dios, el señor stacy me matará por no haberte llegado a casa. — De nuevo sus manos temblando y su cuerpo pidiéndole parar.
La rubia se levantó de su asiento para poder sostenerlo.
—. Cariño, tranquilo. Estoy aquí, me quedaré a dormir. Le pagamos 10 dólares a Ganke para eso. No tienes que preocuparte. — La mayor acomodo el cabello de su novio y sujeto sus manos —. Deberías recostarte
Miles quería hablarlo, deseaba contarle cada parte de lo que sentía pero no podía, en serio no sabía ni cómo contarlo, ¿Como empezar?
—. ¿Crees que soy un buen spiderman? — el menor lo soltó sin más, iba a continuar su pregunta cuando la mayor lo interrumpió
—. Eres el mejor spiderman. — Gwen dijo con completa seguridad tomando más rizos del mayor para ver a detalle cómo se deshacían.
—. ¿Tú opinión como Spiderman o tu opinión como novia? — Miles apretó su mano intentando que estas dejaran de temblar
—. Opinión como Gwen Stacy. Eres asombroso, Miles.
Miles aún sentía que su cuerpo estaba fuera de sí, pero había encontrado un ligero sentimiento de calidez en su novia.
Ambos se recostaron sin decir mucho más. Hasta que Miles llenos sus mejillas de aire para así dar un largo suspiro.
—. Creo que hay algo mal en mi — Miles volteó su cuerpo para verla.
—. ¿Algo malo en ti?
—. Si creo qué hay algo malo en mi, mi cuerpo no me responde como debería. Mi mente se siente lejana de mi. Hoy apenas pude levantarme del suelo, ni siquiera recuerdo cómo llegué a la cama. — Miles estaba a punto de volver a colapsar de no ser por esos ojos que parecían estrellas.
—. No creo que haya algo malo en ti, pero sé que es difícil acostumbrarse a todos estos cambios, se que es algo que nos asusta. — Gwen acercó su mano a la de su novio y la sujeto con fuerza.
— Tengo miedo Stacy.
—. Esta bien Miles, naturalmente tendremos muchas veces pánico, nervios, temor. — Gwen abrazó a Morales. —. A veces no sabemos para donde vamos, pero es bueno saber que no iremos solos.
Gwen sabía que el amor no curaba mágicamente ningún problema mental. Ellos no creían estupideces.
—. Gracias Gwen, en verdad.
—. Es menos que lo mínimo guapo, además... ¿que te parece si vamos mañana al centro de Miguel? Ahí debe haber alguien que sepa ayudarnos, lo haremos juntos
Morales ascendió con la cabeza dando un sí, antes de dormir. Era relajante saber que sea lo que sea que venga, no lo haría solo.