Siete y cuarto, me cepillo el cabello. Llevo cinco semanas sin recibir un mensaje, llamada, mail o señal de humo de su parte. Patrick es un tipo extraño. Tiene una personalidad indescifrable y eso particularmente lo hace interesante. Me vienen las palabras de Kris a la cabeza, es cierto, lo que mal empieza mal termina, pero dudo que sus palabras ahora tengan sentido. No quiero desmoronar la ilusión con pensamientos sombríos, me callo y rememoro el día en que nos conocimos, tengo turbadas sus palabras, no tuvimos buen inicio pero la historia podría cambiar su curso. Me sorprendió verle frente a la puerta del apartamento, que me haya buscado y que hayamos ido un poco más lejos. Me ruborizo. Su dote viril lo hace un hombre exquisito. Deseo que muera por buscarme, por saber más de mí, por querer más de mí. Estoy ansiosa. Podría volver a los chochos si continúo alimentando esta ansiedad. Me pone feliz el hecho de provocar una reacción seductora en un tipo maduro, guapo y conocedor. A sus cuarenta y tres años, luce diez años más joven, procura verse atlético y tiene un sexapil único y desquiciante. Estoy sonriendo y dando de tirones al cabello. Tomo el celular y releo los mensajes que nos hemos escrito, stalkeo su biografía y descubro que ha publicado algo nuevo. En su fotografía de perfil solo se muestra la foto de su torso portando un pingüino muy elegante en color negro, bastante interesante y sugerente. En su biografía no hay mayor descripción que Portland. ¡Santo Dios! Se hizo amigo de Deborah Finik. Me pincha el estómago. Lleva días conectándose a sus redes sociales y no hay intención de su parte por contactarme. Estoy furiosa, siento una sensación de ahogo y un calor intenso me recorre de pies a cabeza. Estoy celosa y a punto de entrar en crisis de celotipia. Me parece injusta su ausencia y una excedida deslealtad que ahora tenga nuevas 'amiguitas'. Arrojo el cepillo a la cama y tomo el celular con ambas manos para revisar la red social y descubro que la foto de perfil de Deborah es impresionante, la belleza desmedida de la señorita Finik termina por herirme el ego. Sus labios rojos y carnosos, sus ojos azul intenso y su cabello castaño oscuro la hacen una mujer intensamente atractiva. Su esbelta figura y sus alargadas piernas la hacen parecer una modelo de Victoria's Secret. Estoy acabada y sin ganas de salir de la habitación, lo peor de todo es que no puedo quedarme en casa, es día de juntas en Padge, Mr. Scott programa una junta mensual de resultados, escuchamos cifras de ventas, aplausos y ovaciones para Amanda y para mí, luego regresamos a atender a los clientes. Emocionalmente estoy desmotivada, devastada y con un desánimo del tamaño del mundo. Me siento insegura de mí misma, insegura de que pueda haber algo más entre nosotros, insegura de que quiera buscarme y revivir un poco lo que ya hemos hecho. Suena la campanilla del celular, recibo un mensaje de texto de Amanda y pregunta si voy a ir a trabajar. ¡Santo Dios! Corro a buscar una falda, una blusa, las medias y unos zapatos de tacón tan pronto como sujeto mi cabello. Kris aún duerme. Agarro la bolsa de mano y abandono el apartamento.
Aprovecho para salir disparada como flecha a punta de arco. Subo al vehículo que comparto con la señorita simpatía 'Kris' y acelero. Por la calle desfilan un sinnúmero de autos que entorpecen la circulación vial. Cuando se cumplen las ocho de la mañana, escucho sonar el móvil dentro de la bolsa Gucci, es Amanda preocupada por el itinerario de cada jueves. No hago ni el mínimo intento por contestarle, acelero y centro mi atención en quemar con gasolina los kilómetros que me separan de Padge. Gracias al cielo el auto es automático, de lo contrario le habría sacado los pistones intentando hacer el cambio de velocidad; por fortuna voy amarrada al asiento por el cinturón de seguridad, así que una preocupación menos. Llego al aparcamiento, me desato, cierro ventanas, puertas y corro a la sala de juntas. Entro y me sorprende ver al señor Kent y Mr. Scott junto a Amanda.
―¡La he cagado! Solo a mí se me ocurre llegar tarde el día que tenemos la dichosa junta mensual. ―Lo repito algunas veces como mantra.
Pocas veces el señor Kent se para por Padge y para mi suerte, hoy es uno de esos días.
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Antifaz de medianoche [En Librerías Digitales]
RomanceSamanta Lee es una chica recién egresada de periodismo, que reside en Manhattan al lado de su hermana Kristen. Sam, trabaja en una tienda de antigüedades y se refugia en las redes sociales. En su búsqueda por el ciberespacio conoce a Patrick, un ho...