Llego de Padge, cansada, con los pies entumecidos y con las medias de rombos impresas en las piernas. Aviento la bolsa al sofá, corro a la habitación y me dejo caer sobre la cama. Llevo el celular en mano y me libero de las zapatillas. Escucho timbrar mi dispositivo, recibo un texto. Es él, es Patrick. Se ha dignado en contestar. Abro el mensaje, leo tan pronto como la vitalidad y la energía se apoderan del brillo de mis ojos. Un simple texto en el mensajero es el elixir para volverme a la vida. Siento una inmensa tranquilidad. Ya con el corazón a salvo, sostengo el celular con ambas manos y sonrío a la pantalla. Locamente su esencia me alimenta y no encuentro otro alivio más que en el tónico de sus letras.
*Inicio de la conversación por chat*
*23 de Marzo 17:35*
―Hola
Responde con poca cortesía. Últimamente el interés por tener contacto pierde terreno y la ansiedad por descubrir el motivo crece como la hiedra. Es muy probable que Deborah Finik sea la razón principal de ese distanciamiento.
―¿Sam? ―escucho decir a Kristen mientras se posa sobre el marco de la puerta.
―¿Hola? ―le pregunto.
―¿Dónde estabas? ―me interroga.
―Salí tarde de Padge... inventario ―sostengo.
―Últimamente no sueltas ese celular... ―me dice entre murmullos y se da la media vuelta.
Quisiera tener la libertad de contárselo todo, a pesar de que vive sin tabúes, pudiera estar intranquila por el simple hecho de no conocer a mi enigmático enamorado. Patrick no es el tipo de hombres que fácilmente se convence de hacer una u otra cosa, ni pidiéndole en tono de suplica sería capaz de presentarse con Kris. Me siento en una encrucijada con todo el alboroto mental que cargo conmigo. Kris debería preocuparse menos y no esperar tanto de mí. Comprendo que puede ser peligroso buscar romance en un completo desconocido, pero estoy cansada de enclaustrar mi libertad por el simple hecho de no cometer errores. Las expectativas de mi persona para mi familia son altas, pero mi naturaleza errática me exige ser más humana, menos perfecta y mas conocedora del mundo. Detesto las reglas, los prejuicios y las normas impuestas por una sociedad poco estable. ¡A la mierda el qué dirán! Quiero reinventarme, besar mucho, probar nuevas formas de amar, buscar al indicado cuantas veces sea posible y no ser juzgada como puta. Necesito construir mi presente, con pedazos de un ayer disfrutado, con leyendas ocultas en los poros, que trasminen al contar las historias de mi pasado. Quiero ser buena, mala, imperfecta, diosa... Quiero luchar por Patrick. Deseo ser parte de su historia y estar consciente del resultado. Si logro que me ame, le corresponderé toda una eternidad, si decide buscar su camino en alguien más, habré luchado y me sentiré bien conmigo misma, porque somos la construcción de esas batallas que combatimos a diario.
Anestesiada y bajo el adiestramiento de sus dotes seductores le respondo al escueto mensaje:
_Llevo semanas esperando un mensaje tuyo, Patrick.
_TE EXTRAÑO* _reafirmo.
Patrick se desconecta. Maldición.
Llevo semanas esperando establecer comunicación y él parece despreocupado.
Furiosa le agrego a la conversación de facebook.
_Brillas más por tu ausencia que por estar presente.
No quisiera actuar con arrebatos, ni impulsada por la desesperación, la ira y la desilusión. No conforme, le marco a su móvil y es precisamente lo que no debo hacer. Timbra en tres ocasiones y contesta a la cuarta señal.
―¿Sam?
Le escucho extrañado, incluso me sorprende estar llamándolo yo misma.
―Hola, Patrick, ¿pensaste que te liberarías fácilmente de mí? le digo motivada por el desánimo y el enrevesado coctel de hormonas propio del periodo menstrual.
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Antifaz de medianoche [En Librerías Digitales]
RomanceSamanta Lee es una chica recién egresada de periodismo, que reside en Manhattan al lado de su hermana Kristen. Sam, trabaja en una tienda de antigüedades y se refugia en las redes sociales. En su búsqueda por el ciberespacio conoce a Patrick, un ho...