Capítulo 3

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CAPITULO 3

Le veo frente a la puerta. Me paralizo. No puedo mirarlo a los ojos porque mi rostro se pinta de uno y mil colores ante su presencia. Siento su mirada buscando la mía.

Se acerca y le siento encima de mi oído.

¡Estoy en shock!

―Hola. ― Susurra.

Me ruborizo y doy un par de tirones a la chamarra deportiva que he puesto por las prisas.

―Hola. ― Respondo con la vista al suelo.

Me toma de la barbilla y me sube la cara. Le miro, me mira, nos miramos. Me besa. El rosar de sus labios enciende la lava interna, mi cuerpo arde como volcán a punto de empezar la erupción. El momento me aquieta. Desaparezco de la faz de la tierra y me sumerjo en una atmosfera cubierta de nubes y luces multicolores. De pronto una fuerte punzada me aprieta el abdomen, me enciende, me transporta a otra dimensión. Me altera. Recobro la noción del tiempo, muevo la cara y empieza a besarme el cuello.

―Para, por favor. ― Le digo en tono de suplica en pequeños susurros.

― ¿Qué sucede Sam? ― Me pregunta.

―Nada. ― Le digo jadeante. ― Pasa.

No puedo hacer espectáculo en el departamento, los Clerk, vecinos que tienen su domicilio en el departamento de enfrente son exageradamente moralistas, vernos a mi hermana y a mí con un desconocido, es no merecer el cielo. Me doy la media vuelta y me toma por la cintura. Escucho el golpe de la puerta. Siento como sus manos tocan mi cuerpo y sus huellas se imprimen en mi piel con cada uno de sus puntiagudos dedos que hacen pequeñas espirales al contoneo.

― No esperaba verte aquí. ― Le digo y me alejo.

Muero por seguir atada a él y a sus caricias, pero logro contenerme.

― ¿No te alegra? ― Pregunta.

― Sí, claro. ― Respondo al punto de sentir una sudoración excesiva en las palmas de las manos. ― Sólo que no esperaba verte de esta forma tan sorpresiva y extraña. ¿Cómo es que llegaste?

Se oye chispear la ducha.

― ¿Estas acompañada? ― Me mira desconcertado.

Nos concentramos en los ruiditos.

― No estoy sola. ― Le confirmo.

A penas puedo ver en sus ojos una sombra de pena y celo. De pronto le miro furioso con el entrecejo fruncido. Después de verle encrespado me veo obligada a darle una explicación.

― Es Kristen. ― Hago una ligera pausa y me mira profundo. ―Mi hermana.

― ¿Ahora está en la ducha? ― Me interroga.

― Sí. Afirmo.

― ¿Dónde están tus padres? ― Cuestiona.

― Ellos viven en Texas, así que, aquí sólo estamos mi hermana Kristen y yo. ―

― ¿Viven solas? ―

Muevo la cabeza de norte a sur testificando.

― Tenemos tiempo. ― Dice.

Le miro desconcertada. ¿Para qué tenemos tiempo? Medito luego de oler su fragancia caigo adormecida a sus encantos.

Me mira intensamente, con unos ojos tan sugerentes y fascinantes que la atmosfera se torna erótica. Estoy en éxtasis. La fiera que llevo en mi interior se muestra insaciable y la parte carnal de mi ser me hace sentir el libido a tope. Se acerca seductor y caigo cautiva entre sus brazos. Me toma completa y me encojo de hombros. Desaparezco con el aroma que expide su cuerpo y mi piel se hace de gallina. A penas y puedo pensar que Kris pudiera darse cuenta que estoy besándome apasionadamente en la sala del apartamento prácticamente con un desconocido. Congelo el pensamiento y pongo la mente en blanco. Siento sus manos por mi cuerpo y los sensores de mi piel se activan. Me suda la frente. Me toma del cinturón del pantalón y de un tirón lo desabotona. Pongo mis manos en sus hombros y se inclina frente a mí.

Antifaz de medianoche [En Librerías Digitales]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora