Pasmo como torrente sanguíneo por obstrucción en pleno infarto. Siento pena por Thomas. A pesar de sus buenas intenciones, estoy anhelando con fuerza superior a la terrenal, conmover los sentimientos de Patrick. Es a él a quien deseo conmigo en este momento. A Thomas le brillan los ojos, me encojo de hombros y no me queda más que continuar con la 'cita' que he pactado y que pretendo finalizar en buenos términos. Este chico no se merece un castigo de insolencia. Quiero ser honesta en todo momento, quiero sincerarme y estar abierta a conseguir su amistad. Llegamos al muelle ochenta y uno, y un barco majestuoso se encuentra a las orillas. No sé en qué momento Thomas carga consigo unas hojas blancas con membrete de reservación que muestra al capitán antes de ingresar. Cojo fuerza, subo a la plataforma con la mejor sonrisa y con el mejor ánimo. No quiero ser una aguafiestas y menos con alguien que se ha comportado bondadoso.
Arriba del barco la vista es impresionante. Parejas cenando en mesas alineadas a un protocolo impecable, realzadas por la mantelería blanca, con cientos de cubiertos y copas en sus diferentes tamaños, que acompañan platos con exquisitos alimentos gourmet. Justo a la entrada del restaurante una señorita con un gesto afable, de piel morena, ojos grandes y cabello separado en rizos, nos guía hasta la mesa que se nos ha asignado y nos entrega la carta para ordenar. El menú impone con platillos muy sofisticados y las hamburguesas no figuran como opción. Debo reconocer que no estoy acostumbrada a los alimentos de una excelsa gastronomía. El camarero se acerca a la mesa y nos sugiere la especialidad de la casa. Thomas toma la iniciativa y ordena sin titubeo alguno. Incierta decido solicitar el mismo plato. De entrada ambos pedimos ensalada verde, de plato fuerte fajitas de pollo en crema de cilantro y para acompañar él se decide por bebidas espumosas.
Las reglas de etiqueta son específicas en este lugar: nadie lleva chanclas y pantaloncillos cortos. El atuendo propiedad de Kris me hace lucir con aspecto formal. Un vaporoso vestido de crepé con detalles de encaje azul, acompañado con una chamarra de mezclilla deslavada.
―Es precioso ―le digo haciendo un guiño.
―Me alegra saber que te gusta ―susurra―. Al final no fue una mala elección.
―¡Claro que no! ―mascullo―. ¡Estoy sorprendida!
―Pensé que estaba yendo demasiado lejos. ―Se enrojece.
―Un detalle muy lindo... pero debo admitir que no era necesario ―comento imprudente.
Thomas me mira con congoja. Contengo mis palabras y cambio bruscamente de tema.
―Ahora somos amigos en redes sociales ―confirmo con un ligero silbido en la voz.
―¡Espectacular! ―enfatiza sin el menor preámbulo.
―También me percaté de que has ido a Venecia ―expreso entusiasmada.
―He estado ahí un par de veces ―señala con semblante relajado.
―¿Qué me dices del carnaval de antifaces?
―Es una festividad asombrosa, me encantaría tener la dicha de compartir la experiencia contigo.
Un inoportuno bochorno me sofoca. Por fortuna el camarero se aparece con el plato de entrada y el plato fuerte. El aroma es exquisito y la apariencia los hace apetecibles. De solo ver se me hace agua la boca.
―¡Buon appetito! ―dice mientras toma los cubiertos.
―Grazie... ―contesto con un gesto de cortesía.
El camarero sirve en la copa la bebida espumosa, después de un rato, bebo un trago y la sensación de alcohol se me clava en la tráquea.
―¿Cuál es tu comida favorita? ―pregunta.
ESTÁS LEYENDO
Antifaz de medianoche [En Librerías Digitales]
RomanceSamanta Lee es una chica recién egresada de periodismo, que reside en Manhattan al lado de su hermana Kristen. Sam, trabaja en una tienda de antigüedades y se refugia en las redes sociales. En su búsqueda por el ciberespacio conoce a Patrick, un ho...