L'avènement

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— Esto no es una propuesta, es un acuerdo definitivo. ¿Cuándo sucedió esto, Preußen? —reclama Austria tratando de conciliar su disgusto bajo una expresión de indiferencia y un tono de voz reposado. Esfuerzo que le está costando mantener mientras revisa una vez más los documentos que le ha presentado su hermano—. No debe ser reciente si ya conseguiste que ella acepte.

El hombre sentado detrás del escritorio lo mira serenamente, sin intenciones de responder a su pregunta. Simplemente Prusia procede a recargarse en el respaldo de su asiento y cruzarse de brazos en un estilo característico de los altos mandos militares. El General ya ha dado su orden, le ha dicho todo lo que deseaba añadir y no le importa mucho lo que él, su hermano menor, opine al respecto. Austria lo mira fijamente. No hay ni un mínimo atisbo de vergüenza en sus ojos. Quisiera decirle unas cuantas cosas porque lo que ha hecho es más que inconveniente, pero no sería apropiado. Quizá nunca lo sea. Debe pensar en otro medio para desahogar su inconformidad. Decir que está furioso es quedarse corto. Cuando su hermano mayor lo mandó llamar de regreso al hogar ancestral de los Germania, y en especial a su despacho, Austria pensó en muchos asuntos delicados en común que tuvieran pendientes.

Tras la reciente muerte de su padre, la lectura de su testamento ha dejado muchos problemas por resolver. Por ejemplo: la reorganización familiar; la nueva situación de la viuda, su madre; el reparto de algunos bienes; la revisión de unos negocios; poner al día más documentos. Sólo por mencionar algunos. Su padre tuvo a bien dejar este mundo en tiempos difíciles no sólo para su familia. Austria hubiera entendido si a su hermano le hubiera interesado discutir una vez más las disposiciones de su padre en cuanto a la custodia de la hermana menor de ambos. No hubiera protestado por más que ya lo tuviera harto. Mil veces eso al tema que le ha propuesto tan sólo aparecer en el umbral de la puerta. En efecto, aquí están discutiendo eso. No, qué va. Su hermano mayor, Prusia, ése que ahora es el nuevo cabeza de familia, le mandó venir cuanto antes sólo para avisarle, sin muchos miramientos, que tanto él como la madre de ambos han aprobado y negociado su compromiso e inminente matrimonio con la hija de un hombre que hace años se fue a enterrar vivo en tierra de nadie. En fin, que tampoco es que pueda rehusarse tan fácilmente así como le están describiendo la situación. Es demasiado tarde para evitar llegar a un acuerdo.

— Es algo que hasta Vater hubiera aprobado, Österreich —responde Prusia con parsimonia. Para Austria, su argumento no ha empezado muy bien que se diga—. No ignoras que su amistad con Spanischen Reich era muy estrecha. Sus hijos hicieron algo más que sólo fortuna del otro lado del océano. Lo cual, para nuestro caso, nos permite escoger entre sus cinco nietas para conservar la conexión. Sabes que ninguno de los hermanos Hispania, o alguno de los parientes que les siguieron, volvió. Al menos no lo hicieron definitivamente. Nunca me lo expliqué, pero ha de tener su encanto esa tierra. Ya has visto que hasta Tante Frankreich ha fijado allí su residencia, por no hablar de nuestros queridos primos. Te recuerdo, además, que Tante misma nos recomendó encarecidamente a esta hija suya: es una heredera joven, independiente y educada. Tiene la cualidad adicional de ser agradable a la vista y bastante prudente, aunque reconozco que tiene inconvenientes: su inmejorable posición social y su acertado estilo de administrar propiedades. Como verás, no atraviesa la mejor de las situaciones. Su familia no goza de una buena reputación. Aunque es favorable que ni el padre, ni sus relaciones te darán problemas. Amistades como las de su primo, el Imperio Brasilien Hispania, te vendrán de maravilla. ¿No acaso ustedes dos ya son cercanos? Ahora serán familia. De haber dificultades, la sola mención de nuestro nombre tendría que ser suficiente para la mayoría de ellas. ¿En definitiva, quién mejor que tú, Österreich, para ganarnos una posición oficial en América? —Austria suprime una observación sarcástica, entiende perfectamente a qué se refiere Prusia—. No te preocupes por tu prometida, ella no sabe que tú no has tenido algo que ver en esto. Supongo que cree que realmente te has fijado en ella, o algo cercano a eso. Harías bien en visitarla pronto para cortejarla un poco. Por supuesto que lo harás discretamente en atención a Vater, faltaría más. Avísame cuando partas y lleva contigo al Capitán. Mantenme informado.

Orgullo nacional y prejuicio histórico (🇦🇹×🇲🇽)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora