— No puedo creer que Mamá Francia haya dicho eso —Bolivia no sabe si reír a costa de la vergüenza ajena o compadecerse de la desgracia de su hermana.
Decide controlarse ya que viajan en un carruaje que, pese a las comodidades, no termina de amortiguar el traqueteo del camino. Es un día agradable para reír, pero decide dejarlo pasar. Reirá en compañía de Perú, aunque la regañe por ser tan desconsiderada.
— Ya puedes irte preparando, Boli, te irá así cuando encuentres marido —masculla su hermana visiblemente irritada.
— Ella siempre tan seria y propia —insiste Bolivia— que no me lo acabo de creer.
— Pues créelo y haz lo posible por evitar que te ocurra lo mismo —advierte México—. Por cierto, ya casi llegamos a nuestra próxima parada. ¿Quieres bajar a dar un breve paseo en lo que cambian los caballos? No saldremos en seguida. El señor Germania espera encontrarse con sus amigos ahí.
— Me parece bien. ¿Se puede saber por qué tantas molestias? Podríamos viajar los tres sin problemas. Venimos acompañadas por algunos de nuestros servidores.
— El sentido del decoro y las buenas costumbres del señor Germania le llevan a tomar decisiones exageradas —revela México—. Aunque pensándolo bien...
— Sin rodeos, Mex —pide, casi exige, Bolivia.
— Ha llamado a su primo el Capitán. Quedaron en llegar juntos ya que el Capitán está por terminar no sé qué misión cerca de aquí. Ya sabes, son amigos cercanos de Brasil, así que nuestro tío les ha invitado también —confiesa a su hermana de un tirón.
Bolivia permanece muda un rato. No ignora que el Capitán De los Andes es un buen amigo de la familia de su primo Brasil.
— El mundo es demasiado pequeño —comenta al fin—. Creo que puedo vivir con eso.
— ¿Tienes algo contra los Germania o es algo personal contra el Capitán? —aventura México mirando a su hermana fijamente.
— Algo parecido a la segunda opción ocasionó la primera. Tu querido y encantador prometido lo reforzó —confiesa Bolivia—. Es un alivio que el señor Germania sea distinto. Empiezo a ver con otros ojos al Capitán, pero no me hago a la idea de tanta belleza. Perú y yo hemos escuchado rumores que no hablan muy bien de él. No creas que me ha hecho algo. Sólo que los Germania suelen ser muy... distantes, por no decir otra cosa. Luego vienes y hablas maravillas del Capitán y me confundo un poco. Eso es todo.
— Me tenían preocupada, Boli —asegura México—. Tanta animosidad no es saludable.
— Cada una de nosotras tiene sus asuntos, Mex. Ya no somos unas niñas.
— Pero somos hermanas —protesta México—. Ustedes me dieron su apoyo al inicio de mi compromiso. Me lo siguen dando ahora. Podremos irnos a otras familias y tomar otros apellidos, pero siempre seremos hermanas, Boli.
— Gracias, Mex —Bolivia agacha la cabeza avergonzada.
Permanecen en silencio hasta que el carruaje se detiene.
— Señoritas, hemos llegado —anuncia Germania.
— Vamos, Boli. No sé tú, pero yo no aguantaré más tiempo sentada aquí.
•
Verlos juntos le da al señor Portugal Hispania una sensación extraña de alegría. Su hermano nunca ha sido muy bueno en relacionarse con otros. Nunca fue bueno haciéndose cargo de lo suyo. Siempre temió que sus sobrinas sufrieran las consecuencias de tanta negligencia. Ahora puede respirar tranquilo. Su nueva cuñada ha venido a salvar sus sobrinas de alguna manera.
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Orgullo nacional y prejuicio histórico (🇦🇹×🇲🇽)
Ficción históricaEs una verdad universalmente aceptada que todo Imperio que entra en territorio ajeno lo hace para someter y explotar al dueño indefenso en beneficio propio. Sea o no el pensamiento que ronde la mente de dicho Imperio, las naciones, víctima y vecinas...