Le retrait

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No volvieron a tocar el tema de su compromiso desde entonces. Más aún, no volvieron a verse. Contrario a lo que pudiera esperarse, él no la evitó. No en un sentido estricto. Al día siguiente, a su regreso de su acostumbrado paseo matutino, México fue informada de su partida. Le había dejado un mensaje porque ella no se encontraba en la hacienda y él llevaba prisa. Cuando Veracruz le pasó el recado, México trató de no pensar tanto en la repentina marcha, más aún porque coincidió con la de su madrastra. Ese pequeño detalle trajo mucha inquietud, pero como de cualquier manera tenía muchas dificultades por atender no le pareció adecuado perder su tiempo pensando en aquello. Por un lado, porque si esa partida precipitada terminaba en la disolución tan deseada de su compromiso, sus problemas se resolverían solos, por lo menos el principal. Por otro, porque no podía permitirse desperdiciar la oportunidad de retomar, aunque fuera temporalmente, la dirección de su hacienda. Lo disfrutaría hasta el último instante nada más por sentir una vez más el estar en control de su existencia por completo. Así que no dedicó mucho tiempo a pensar en nada que no concerniera a ella o a los suyos. A decir verdad le hubiera gustado meditar en lo ocurrido al encontrarse más serena. No obstante, careció del tiempo suficiente para dedicarle. Hasta ahora.

— No te culpo de nada, Metztli. Hiciste lo que tenías que hacer, aunque no me agrada que se haya marchado así sin más —declara su gemela con nulo entusiasmo—. ¿Eres consciente de que no será lo último que hagan juntos? Si no, entonces te recuerdo que no te firmó ninguna disolución. Lo que significa que sigues prometida en matrimonio a Imperio Austriaco, nos guste o no. Tu situación no podría ser peor. Su partida no te la puedes adjudicar por completo, ¿o sí? ¿Sabes a qué se fueron él y la esposa de Taita de regreso a Europa? Contrario a lo que nos gustaría, espero que no tenga nada que ver contigo, menos aún con nuestra familia. De ser así, las cosas quizá se compliquen innecesariamente. Una mera conexión como ésa del compromiso es suficiente para que te comparta cualquiera de sus problemas de llegar a tenerlos. No puedes saber qué ocurre del otro lado. A decir verdad, yo tampoco. Vine tan rápido como me fue posible, pero creo que eres consciente de que no te puedo prometer nada. Tendrás que ser prudente y andarte con cuidado, Metztli.

México escucha a su gemela con pesar pese a que parece más interesada en la taza de té frente a ella. Ambas se encuentran sentadas a la mesa preparada en el jardín para recibir a las cinco hermanas Hispania. Se encuentran en confianza, esperando al resto de las invitadas. Con la retirada de su madrastra, también marchó París y su gente, lo que le deja a México el camino libre para recibir visitas o hacerlas a voluntad.

— Perú, debiste haber estado ahí para poder entenderme. El muy... —México deja su frase inconclusa al ver la advertencia en el rostro de su gemela. A veces detesta a su hermana y a sus buenas maneras imperturbables—. ¡Claro que no puedes entenderlo! Al final del día no me libré de él. El... estirado ése se cree el señor del mundo, que puede ofender sin consecuencias a quien quiera. Es tan parecido a la señora De Hispania... ¡Ni siquiera porque le lancé a la cara unas cuantas verdades firmó el estúpido papel, Perú! ¿Qué tiene en la cabeza? ¿Paja? ¿Qué se supone que debo hacer? ¡Debió de haber accedido! ¡Recurrí a lo que la señora De Hispania siempre censura en mí y ni siquiera se dignó fruncir la boca! —finaliza bastante agitada.

— Es más obstinado de lo wue creía. ¿Has hablado con Taita? —suspira Perú.

— Con todo el respeto que nos merece, Perú. ¿Crees que Padre va a entrometerse en lo que debería importarle? Antes se muere que volver a ocuparse de alguna de nosotras —protesta México—. Claro que no he hablado con él. Se lo tomó como una broma bastante buena la última vez que intenté hablar con él de algo serio. Y de eso nos separan años.

— Típico de Taita —murmura su gemela decepcionada.

— ¿Y no has pensado que, quizá, tan sólo quizá, tu demanda la sazonaste con un prejuicio que hasta te queda grande o la expresaste con orgullo desbordante, Metztli? —ríe su gemela intentando enmendar su error.

Orgullo nacional y prejuicio histórico (🇦🇹×🇲🇽)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora