Es una verdad universalmente aceptada que toda potencia que entra en territorio ajeno lo hace para someter y explotar la propiedad del dueño indefenso en beneficio propio. Sea o no el pensamiento que ronde la mente de dicha potencia, las naciones, víctima y vecinas, actuarán acorde para expulsar a como dé lugar al invasor.
~•~
— Querido monsieur Hispania, adivine qué acontecimiento tan afortunado ha tenido lugar esta tarde —exclama la señora De Hispania entrando a la biblioteca sin previo aviso.
El ímpetu con que irrumpe en el santuario de su marido hace vibrar hasta el estante más apartado de la puerta. En respuesta, el señor España no despega la mirada del periódico que sostiene frente a él. Tampoco se molesta en saludarla, ni reclamarle algo. Lo deja pasar, pues sospecha que no le trae buenas noticias. Pocas veces le llama así y ninguna de esas ocasiones ha sido agradable. Ha de haber pasado algo demasiado bueno para ella, como para que tenga ese comportamiento. De lo contrario no se mostraría tan efusiva. En conclusión, el señor España piensa que debió echar cerrojo a la puerta. Ahora no le queda más remedio que responderle sin hacer mucho esfuerzo. Así que, sin mirarla siquiera de soslayo, el señor España le dirige unas palabras con desgano.
— Es obvio que no puedo adivinarlo, querida, pero usted quiere contarme. Mi voluntad no cuenta mucho de ser el caso.
Aunque no es exactamente la respuesta que esperaba de él, su mujer no espera más invitación que ésa para continuar. Demasiado satisfecha consigo misma como para darle la mínima importancia al tono en que le ha hablado su marido. Tono del que nunca ha cesado de quejarse en los pocos años que llevan de casados.
— Al fin un joven Imperio ha pedido la mano de nuestra Mexique y por supuesto que la ha obtenido —le informa a su marido con placer—. ¿No es una fortuna para nos filles que una de ellas pueda entrar en una buena familia?
El señor España se aferra a su periódico en un intento por no delatar su sorpresa ante lo que acaba de escuchar. Esta vez su esposa se ha superado en sus ocurrencias o realmente ha ocurrido lo imposible. También se reserva el hacer una observación acerca de que en realidad su esposa aborrece a esa hija suya que menciona tan cariñosa, además de que nunca ha considerado a las hijas de él como sus niñas.
— No entiendo, querida, ¿cómo puede afectar a las demás este afortunado acontecimiento según usted? —replica el señor España tratando de ocultar su inconformidad—. Creí haberla oído decir que haber hecho desfilar a la pobre Méjico frente a todos esos nobles europeos, sin que alguno se interesara por ella, resultó en uno de sus más grandes fracasos. ¿Está segura que no hizo algo más para asegurar que uno de ellos se dignara aceptarla?
En el exterior, el señor España no se ha alterado ni un poco, pero en el interior la historia es diferente. No es que el señor España no se preocupe por su hija. Se trata de su hija favorita, pero no es como si pudiera hacer algo por ella. Además, hasta cierto punto le resulta muy conveniente que alguien más se encargue de sus niñas. Su México quizá logre una buena vida gracias a eso. Él no podría darle la vida que le hubiera gustado proporcionarle, mucho menos asegurarle su absoluta independencia. Es el mismo caso para el resto de sus hijas.
— ¿¡Qué insinuaciones son esas, monsieur Hispania!? —reclama la señora De Hispania indignada—. Todas son Repúblicas educadas y bonitas, en especial mi bellísima Pérou. Usted siempre habla de lo maravillosa que es Mexique —agrega lo último como si no estuviera convencida de la verdad de tal afirmación—. Es una excelente oportunidad para nosotros, para nos filles. Con Mexique bien casada, Pérou tendrá la oportunidad de colocarse más alto todavía. El resto podrá encontrar algo decente. El Imperio en cuestión es mi querido sobrino. Él vendrá de visita muy pronto para reunirse con su prometida —continúa entusiasmada—. Quizá traiga consigo a alguno de sus amigos solteros para que conozcan al resto de las hermanas. Seguramente tendremos a todas entrando en buenas familias al finalizar el año.
ESTÁS LEYENDO
Orgullo nacional y prejuicio histórico (🇦🇹×🇲🇽)
Fiction HistoriqueEs una verdad universalmente aceptada que todo Imperio que entra en territorio ajeno lo hace para someter y explotar al dueño indefenso en beneficio propio. Sea o no el pensamiento que ronde la mente de dicho Imperio, las naciones, víctima y vecinas...