El día en el que mi pequeño mundo acabo

5 0 0
                                    

Acabé de trabajar, después de un largo día escuchando a señoras quejándose sobre los productos que vendíamos, ya era hora de plegar y el ambiente en la oficina era pésimo, la gente ya estaba cansada de estar toda la semana escuchando quejas, me dolía la cabeza y hacia mucha calor, no se podía abrir el aire acondicionado por el "medio ambiente" nunca les había preocupado pero ahora que estamos en medio de la hecatombe mundial les importa mucho.

Me despedí de John y le desee que tuviera un buen fin de semana, el me deseo lo mismo, baje la escalera, un poco triste por que sabía que no iba a ver a John hasta el lunes, y eso me ponía triste ya que era la única razón por la que me levantaba por las mañanas para ir a trabajar, un simple gesto como el que tenía el de saludarme y ser amable conmigo ya me hacía querer ir a la oficina y verlo. Para mi las personas eran como NPC y dentro de un mundo tan grande y con tanta gente me sentía sola, por mucha gente que hubiera siempre me sentía sola, y solo tenía ganas de ver a John y irme a casa a jugar un rato a una consola vieja que conseguí de segunda mano en una tienda, una de las pocas que quedaba de esa época y tenía ganas de jugar, abrazar a mi madre y irme a dormir. Esos eran mis días y creía que iba a durar para siempre, cosa que no era cierta. 

Fui a coger el tren como cada noche a las 8 de la noche, la cosa estaba muy mal ya que los robos habían aumentado, y no era raro que te meterían una puñalada por la noche aunque fuera por unos pocos reles.

Con los anillos en el cielo y la luna saliendo, no se sentía mucho ruido en la calle, ya que la gente seguía trabajando, con la sobrepoblación habían subido las jornadas laborales y eran de muchas más horas que antes, la gente estaba de acuerdo siempre que tuviera un trabajo y no estuviera sin dinero, la necesidad.

Me pare en uno de los pocos parques verdes sintéticos que habían, que solo habían podido recrear la hierba, en un pequeño asiento que era lo único que me llenaba después de trabajar, me tomé un café con hielo de una máquina, y me lo tomé lentamente, sinceramente no tenía ganas de llegar a casa, y en ese parque había un gatito, le llamaba ceniza por que era todo negro y tenía los ojos preciosos, lo empecé a alimentar con sobras que me guardaba del desayuno, aunque estaba prohibido pero me daba igual, no me la podía llevar a casa por que no teníamos suficiente dinero para pagar el tramite de tener una mascota oficialmente. Siempre que podía iba a alimentarlo y el siempre me esperaba con los ojitos esos tan bonitos a que yo llegará y le diera un poco de las sobras de mi desayuno. 

Me quedaba embobada con lo agradecidos que eran los animales, y siempre me quedaba allí una hora con él antes de irme a casa, el parque estaba al lado del bloque de pisos, al subir las escaleras y abrir la puerta de mi casa... me encontré a mi madre tirada en el suelo, un charco lleno de sangre. 

Empecé a hiperventilar y a pasarme cosas por la cabeza con tanta rapidez como llamar a la policía o a la ambulancia, mi madre yacía en el suelo, tampoco respiraba, por el ambiente creo que llevaría muerte un par de horas, mi cuerpo no me respondía, la ambulancia con la gran cantidad de personas que la llamaban, tardaría como una hora en llegar, salí al terrado casi sin aliento, no podía ver a mi madre y empecé a llamar a la ambulancia mientras hacía eso miraba los anillos en el cielo, poco a poco se me iba desformando la visión y solo veía los 3 anillos en el cielo, de repente se iluminaron y todo se volvió negro.

Me desperté en mi cama, olía a desayuno... al desayuno que hacía mi madre.

Los anillos en el cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora