❝ 𝑬𝒍 𝒎𝒖𝒏𝒅𝒐 𝒔𝒆 𝒇𝒖𝒆 𝒂𝒍 𝒄𝒂𝒓𝒂𝒋𝒐, 𝒚𝒐 𝒏𝒐 ❞
⌈ La pequeña Blake tuvo que trabajar duro desde muy niña para poder ayudar a su madre. Pero con el comienzo del apocalipsis, todo parece acabarse para ella, al menos hasta que se cruza en...
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Ya habían pasado muchos días desde que el apocalipsis había arrasado con una parte numerosa de la población global. El concurrente sonido mañanero en Forwand ya no existía, los ruidos de los automóviles pasar por la calle principal, tampoco. Para Blake, el tiempo qué pasó antes de poder salir de la alacena fue una eternidad. En realidad habían pasado apenas treinta cuatro días y el haber resistido tanto resguardada fue una sorpresa hasta para ella. Tal vez el día treinta cinco había decidido salir por qué no había escuchado ya aquellos gruñidos que la atormentaba noche tras día.
Al momento que salió revisó la casa, no había nadie, no estaba su madre. Y eso encendió una chispa de esperanza. Quizás logró escapar antes de que esos monstruos la atraparan. Pero cuando lo pensaba mejor, no tenía sentido, porqué su madre nunca la abandonaría tanto tiempo.
Se apresuró a cerrar todo de nuevo, miró por la ventana y el corazón se le calló al suelo. Eran personas, sus vecinos tambaleándose mientras caminaban sin rumbo, aveces chocando entre sí. No eran ellos, Blake lo sabía con sólo observarlos detenidamente. Se habían transformado en criaturas aterradoras. Se iba a retirar de ahí, cuando la miró, no lo pensó dos veces, salió corriendo tras la mujer.
Y ella sólo era una niña para saber lo peligroso qué fue.
(...)
Un hombre vestido con el uniforme de sheriff caminaba entre los autos vagados al rededor de la carretera. Miraba dentro de ellos y sólo encontraba cadáveres putrefactos. Se acercó a paso lento a una gasolinera abandonada pero al leer el cartel qué decía que no había gasolina dio vuelta atrás. Escuchó gritos de repente alertándolo, se agachó a un lado de un auto y vió los pies de una niña corriendo mientras pedía ayuda, después pasó otro par de pies pequeños tambaleándose y yendo detrás de la otra niña. El sheriff se apresuró a ir tras ambas, pero al percatarse de que la segunda niña estaba transformada, contrajo la cara. La pequeña gritaba mientras corría entre los autos, aterrada. La pequeña transformada alcanzó a la niñita de cabellos cafés y la tumbó tomándola de un pie. El hombre sacó su arma antes de que la niña transformada mordiera a la otra y le disparó en la cabeza haciéndola caer sobre la castaña.
El hombre se acercó a ayudar a la niña. Estaba respirando entrecortada y su cara reflejaba miedo absoluto. Estiró su mano para que la tomara, pero la niña la vió con temor.
— No te haré daño —aseguró el hombre.— Soy policía.
Después de pensarlo un segundo la niña la aceptó y la ayudó a levantarse.
— ¿Cómo te llamas? —preguntó el sheriff.
A la pequeña le tembló la voz al hablar— B-blake...¿Y usted, señor? —preguntó educadamente.
El hombre le regaló una sonrisa tranquilizadora— Rick, Rick Grimes. —la analizó— ¿Estás herida?
— No me mordieron si es lo que pregunta —contestó, aparentando valentía. Pero en esos momentos sólo tenía miedo, miedo de haber salido de casa y deambular sola por mucho tiempo, de tal vez haberse equivocado y confiar en el sujeto frente a ella. Pero la duda quedó dispersa cuándo Rick le dió su espacio.
