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Nayeon despertó está mañana más temprano que el día anterior. Decidió que era su turno de prepararle el desayuno a Yoo Jeongyeon, así que se colocó un mandil que ayer había encontrado en la cocina y empezó a buscar en todos los víveres que tenía. Al principio estaba impresionada de que hubiese electricidad en la cabaña, estando a cientos de kilómetros de la ciudad, pero después se dió cuenta de que la escritora tenía generadores de luz. Bien pensado.

Café, pan tostado y huevos con tocino. El desayuno, —a su criterio—, había quedado bastante bien. Ahora ya solo faltaba que la contraria le diera el visto bueno. Y como si fuera por arte de magia, Jeongyeon apareció en la cocina, aún vistiendo una piyama verde.

—¿Qué hace? —preguntó la escritora mientras frotaba sus ojos.

—"Tienes los ojos más soñadores, para alguien que rara vez duerme..."Nayeon pensó, pero no fue exactamente lo que dijo—. Preparé el desayuno, espero que te guste.

—No era necesario, pero gracias —murmuró tomando asiento en una de las sillas alrededor del comedor. Tenía mucho sueño, porque a mitad de la noche le dió por escribir, siendo esa la causa de su desvelo—. Sobre ayer...

—Está bien, no pasa nada —Nayeon intentó restarle importancia—. Quisiera saber si es posible que me dé un baño y también si podrías prestarme un poco de ropa.

—Sí, en mi habitación está el closet, puede tomar algo de ropa —mencionó Jeongyeon, llevando la taza de café a sus labios y para su sorpresa estaba delicioso, tenía la cantidad de azúcar perfecta que a ella le gustaba.

—¿Por qué no me tuteas? Haciendo caso de tu biografía en internet, solo soy un año mayor que tú.

—No se confunda, no somos amigas ni nada. Simplemente no puedo echarla, quedaría en mi conciencia si algo le pasa, pero aún no olvido que cometió un delito al forzar la cerradura de mi camioneta. Tendrá que hacerse responsable de sus actos, pero eso tendrá que esperar hasta que mi representante venga por nosotras, dentro de dos semanas.

—Entonces... ¿vas a entregarme a la policía? —preguntó Nayeon con impresión, a lo que la contraria asintió—. Vaya, supongo que debo disfrutar de mis últimas dos semanas en libertad.

Jeongyeon observó a la castaña irse directo hasta su habitación, supuso que iba por ropa para ducharse. Ella mientras acabó de desayunar gustosa, quizás debido a que no había probado bocado desde el día anterior. Al terminar de comer, lavó los platos y dejo la mesa limpia.

Nayeon salió del cuarto de baño con una toalla envuelta en su cabello. Usaba una playera holgada de manga corta y unos cómodos pants.

—Tomé prestado esto de tu clóset, espero no te moleste.

—Está bien —dijo Jeongyeon simplemente pasando de lado de ella, para dirigirse a su habitación, pero antes de entrar se detuvo—. Gracias por el desayuno, estuvo muy rico.

—No hay de que... —contestó extrañada por el cambio repentino de humor de la escritora. Suponía que tenía días buenos y malos, quizás hoy era un buen día.

Oh, Yoo Jeongyeon, no es que seas complicada, es que todos se acostumbraron a lo fácil. Pero yo seré paciente.

Nayeon optó por salir de la cabaña para respirar aire fresco, un día antes no lo había hecho por temor a perderse, pero hoy correría ese riesgo.

Cogió su bolso y salió encontrándose con un maravilloso clima. El cielo era azúl, con nubes blancas sin contaminación. Ella jamás había acampado en un bosque, no tenía ni idea de lo mucho que se perdía por elegir lugares concurridos para vacacionar. La naturaleza era mil veces mejor.

De pronto le dieron ganas de escribir y así lo hizo, se sentó debajo de un árbol y sacó su cuaderno y bolígrafo.

"Nadie creé en el amor a primera vista, hasta que se ve reflejado en la mirada correcta. Eso fue lo que me pasó con Yoo Jeongyeon, en medio de todo el caos que me rodeaba, apareció ella"

No, no era simple admiración, el sentimiento era más fuerte que eso, sin duda algo inexplicable. Aunque la situación no le favorecía, estaba agradecida con la vida por permitirle pasar tiempo a lado de su escritora favorita.

Jeongyeon buscó a Nayeon dentro de la cabaña y al no encontrarla se preocupó, tampoco estaban sus cosas y entonces una idea por su cabeza pasó. Im Nayeon se había ido porque había dicho que al termino de las dos semanas, la metería a prisión.

—Tonta, no conoces el bosque, vas a perderte —gruñó saliendo de la cabaña para ir en busca de la castaña. Para su suerte la encontró rápidamente a unos metros de ahí, recostada sobre un árbol.

—Oh, hola Yoo —Nayeon la saludó con una sonrisa mientras agitaba su mano.

Jeongyeon se quedó paralizada por un momento, ¿hace cuánto que alguien no le sonreía de esa manera?, ¿hace cuánto alguien no se alegraba por verla? Ella misma con su actitud se había encargado de alejar a todas las personas que intentaban acercarse a ella.

Me miraste de la manera que yo siempre quise que me miraran...

¿Qué hace aquí?

—Quise admirar el paisaje, es demasiado lindo, ¿verdad? —preguntó Nayeon y la contraria asintió—. Ven, toma asiento a mi lado.

Jeongyeon la miró dudosa, pero accedió a sentarse a una distancia considerable de ella.

—Los días en el bosque son espectaculares, incluso en las noches. Al anochecer la luna brilla con mayor intensidad —comentó la escritora llevando su mirada al cielo—. Siempre vengo a mi cabaña a escribir, suelo poner a tocar mi reproductor de música, estar aquí me relaja mucho y hace que me fluyan las ideas.

—Debo reconocer que lo haces muy bien.

—¿Usted también escribe? —preguntó Jeongyeon, recordando aquella frase que había leído ayer de su pequeño cuaderno.

—A veces, casi siempre. Escribo frases cuando me inspira algo o alguien —respondió Nayeon con voz apenas audible—. Escribir es bueno, y malo a la vez. Cuando escribes sin miedo a nada, golpeas con todo lo que sientes.

—Tiene razón, hay cosas que no sabía que sentía, hasta que las escribí y me dolió leerlas —murmuró Jeongyeon.

—Tengo una pregunta... ¿por qué sigues ahí si sabes que no va a funcionar, aunque lo intentes de mil formas? Solo te estás lastimando. Tú misma te rompes el corazón haciéndote falsas ilusiones.

—¿A qué se refiere?

—Lo que escribiste en esas hojas... seguramente es por alguna desilusión, pero tienes que avanzar y sonreír. El mundo no se va a terminar por un desamor.

—¿Usted que sabe sobre eso? Cuesta el doble sonreír desde la tristeza —espetó Jeongyeon con enojo—. Hábleme de dolor cuando se obligue a sí misma a dejar de querer a alguien. No opine sobre mi vida, usted no sabe que morí, el único inconveniente es que sigo viva.

Jeongyeon se levantó y se fue de ahí, dejando a Nayeon muy pensativa y en silencio.

—Nueva frase...

"Dice estar muerta pero llora en ciertas canciones y se conmueve al filo de un libro. Ella no está muerta, solo está infinitamente rota"

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Koi no yokan (恋の予感) • 2yeon • Donde viven las historias. Descúbrelo ahora