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A la mañana siguiente Jeongyeon se despertó muy temprano, quería admirar el paisaje del amanecer y quizás poder escribir un poco. 

Antes de salir dió un vistazo a Nayeon quien aún dormía plácidamente sobre el sofá. Como de costumbre abrazaba fuertemente su pequeño cuaderno sobre su pecho. 

La escritora sonrió sin darse cuenta.

—Que no te asuste su fuego Yoo Jeongyeon, ella no consume, ilumina... —murmuró para sí misma antes de salir por la puerta intentando hacer el menor ruido posible para no despertarla.

Aún así Nayeon fue capaz de escuchar el sonido de la puerta cerrarse. Sus ojos se abrieron perezosamente pero se cerraron casi al instante otra vez. Anoche no había podido dormir lo suficiente, siempre que intentaba conciliar el sueño, la imágen de su escritora favorita le aparecía una y otra vez. No podía con tanta felicidad dentro de su ser. Estaba contenta de poder acercarse a ella poco a poco. Esa misma noche, bajo la luz de la luna, Im Nayeon se prometió hacer todo lo posible por conquistarla. 

Jeongyeon fue a la laguna y estuvo ahí por horas, el día pintaba maravilloso, la brisa del viento chocando contra su cara, los pajarillos cantando, el sonido del agua, todo era simplemente perfecto. La inspiración se apoderó de su mente y aprovechó para escribir, incluso mucho más de lo que esperaba.

No se dió cuenta en qué momento cambió el rumbo de toda la historia, la novela dió un giro inesperado. La chica fría y solitaria que solía alejar a todo el mundo, la que se prometió no volver a amar para evitar otra decepción, esa misma era la que ahora estaba dejando caer una a una todas sus barreras. Quizás porque en el fondo sabía que ella era la única que podía sanarla.

No supo en qué momento Im Nayeon se convirtió en la musa de su nueva historia... pero estaba muy feliz con el proceso, deseando con ansias poder mostrar "Koi no yokan" a todo el mundo.

Perderme en su risa fue sin duda la manera más hermosa que tuvo la vida para demostrarme que sí podía volver a enamorarme.
Sé que dije que no iba a volver a caer en el amor, pero cuando ví que era con ella, nadie tuvo que empujarme, yo me lancé...

—Espero que sigas ahí cuando llegue a la última página —susurró la escritora cerrando la pantalla de su laptop al fin. Suspiró suavemente y se dejó caer sobre el pasto verde de aquel lugar.

Su momento relajante se vio interrumpido por el sonido de un cuerpo impactando sobre el suelo. Jeongyeon abrió los ojos rápidamente, para su sorpresa Nayeon intentaba levantarse torpemente haciendo una ligera mueca de dolor.

—Lo siento... tropecé con una roca, no soy tan torpe como parece, solo que venía un poco distraída.

—¿Cómo llegaste aquí? —preguntó Jeongyeon ofreciéndole un lugar a su lado que la contraria no dudó en aceptar—. Estamos un poco lejos de la cabaña, pudiste haberte perdido.

—No lo hice, volví a dejar rastros de flores en el camino para saber cómo volver. Este lugar es muy hermoso, eres un poco egoísta por no mostrármelo antes —bromeó la mayor comenzando a tomar varias fotografías del paisaje con su teléfono—. ¿Estoy interrumpiendo tu escritura? No quisiera ser inoportuna, puedo irme, en este bosque hay muchísimos lugares que puedo explorar.

—Quédate... —murmuró Jeongyeon—. Es decir, no me importa si lo haces, ya terminé de escribir por hoy.

—Está bien, te tomaré la palabra porque este lugar es sinónimo de paraíso, me encanta. Ahora entiendo porqué te gusta venir a escribir aquí, todo es precioso.

—Im Nayeon.

—¿Sí?

—Háblame de ti. En todos estos días que hemos pasado juntas no te he preguntado nada sobre ti. Tú pareces conocer mucho de mí, pero yo no conozco nada de ti.

—Cierto... soy una completa desconocida —contestó la mayor—. Bueno, me llamo Im Nayeon, trabajo en una biblioteca, la más grande y bonita de la ciudad, como ya lo habrás notado me encanta leer, lo hago todo el tiempo. Comparto un departamento con una amiga mía en Seúl, mis padres viven en el extranjero, no los veo tan a menudo, solo los visito en navidad o año nuevo. Mi vida no es tan interesante, pero soy muy feliz.

—¿Alguien más sabe que tú estás aquí?

—Sí, mi amiga Tzuyu, con quien comparto apartamento. Ella fue la distracción para que yo pudiera entrar a tu furgoneta —soltó una pequeña risita al recordarlo—. Aunque no sabe exactamente que estoy en un bosque a kilómetros de distancia y sin señal. Debe estar preocupada porque no le he escrito.

—¿Creés que llame a la policía?

—No lo creo, sabe que si lo hace yo sería la primera en pisar prisión, por invadir en propiedad privada —respondió encogiéndose de hombros—. Solo debe estar un poco preocupada.

—Por supuesto que lo está, ¿en qué cabeza cabe Im? —cuestionó Jeongyeon—. ¿En qué pensabas cuando entraste a mi unidad?

—Quería darte mi carta y ya que tú no aceptas nada de tus fans, entonces tuve que buscar otras alternativas.

—¿En dónde está la carta? —preguntó Jeongyeon sintiendo una pizca de curiosidad.

—La metí entre los libros que estaban apilados en la parte trasera de tu camioneta —respondió Nayeon vagamente.

Jeongyeon hizo un mohín al recordar que olvidó bajar esa pila de libros, Jihyo se fue antes de que pudiera hacerlo. Leer la famosa carta que Nayeon le escribió tendría que esperar.

—Tengo algo más que decir, pero me siento un poco apenada al hablar sobre eso —agregó la escritora adoptando una expresión nerviosa—. No quiero que pienses que yo me beso con cualquier persona, realmente no sé por qué lo hice, yo no suelo ser tan impulsiva. Tampoco entiendo por qué tú no me frenaste cuando cruce la línea.

—Porque mirando tus ojos comprendí que son el lugar más seguro que conozco —contestó Nayeon intercambiando miradas con la menor—. Y también quizás porque me sentí como en casa contigo, mucho antes de que me dejaras entrar.

—Ahí vas de nuevo, me dices palabras bonitas. No soy la persona que tú crees.

—Jeongyeon, sí pudiera darte algo, sería la capacidad de verte a ti misma a través de mis ojos, así entenderías mi locura y mi amor hacia ti y por supuesto lo especial que eres —expresó Nayeon mostrando una amplia sonrisa; sonrisa que terminó por derrumbar la última de las barreras de la escritora—. Entiendo que esto no es fácil para ti, sé que para que puedas volver a amar, primero debes amarte a ti misma. Y yo quiero ayudarte a que lo hagas.

Jeongyeon sintió su corazón palpitar, tan alocado y frenético a la vez que parecía que en cualquier momento se le saldría de su pecho.

"En lugar de enseñarme a quererla, me enseñó a quererme, algo que nadie había hecho antes".

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Koi no yokan (恋の予感) • 2yeon • Donde viven las historias. Descúbrelo ahora