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La mañana siguiente fue totalmente opuesta a la anterior, el cielo se caía a pedazos, una gran tormenta llegó.

Nayeon no había visto a Jeongyeon desde que se fue muy enojada del bosque,  gracias a su comentario, la escritora había permanecido encerrada en su habitación.

Toda la noche se sintió mal por haberse entrometido en su vida. Ella tenía razón al molestarse, cada uno sobrelleva su dolor de forma diferente.

—Ha llovido como si le hubieran roto el corazón al cielo —comentó Jeongyeon apareciendo por detrás, justo donde Nayeon miraba por la ventana—. Los días lluviosos son bellos, las nubes grises también forman parte del paisaje.

—Parece que hoy estás de buen humor —espetó Nayeon.

—Resulta que ayer descargué mi frustración escribiendo y todo se lo debo a usted, pude avanzar mucho y estoy contenta con el resultado, es más de lo que esperaba —dijo Jeongyeon dirigiéndose hasta la cocina para tomar un par de botellas de soju—. ¿Gusta un trago?

—Claro, no podría negarme.

—No me gusta tomar, ¿sabe? Pero por alguna razón hoy tengo deseos de hacerlo —comentó Jeongyeon sirviendo el soju en dos vasos—. Beba todo lo que quiera, tengo más botellas en la cocina.

—Claro, gracias... —Nayeon tomó el vaso entre sus manos y luego vió a la escritora tomar el suyo de un solo trago—. ¿Te encuentras bien?

—En realidad no... —murmuró sirviéndose otro vaso de soju para luego beberlo como si de agua se tratase—. Estuve pensando en lo que me dijo ayer y llegué a la conclusión de que tiene razón. Fui una idiota, yo sola me hice falsas ilusiones.

—No eres idiota, todos pasamos por eso alguna vez, es ley de vida, pasar por el dolor primero para después encontrar el verdadero amor —contestó Nayeon tomando todo su vaso de soju ganándose una mueca en el intento.

—¿A usted también le han roto el corazón?

—Muchas veces —confesó mostrando una sonrisa triste—. Todas las personas que quiero siempre terminan alejándose de mí, quizás soy muy intensa, pero es que no puedo evitarlo, cuando amo... lo hago de verdad.

—Yo pienso que así como hay gente que se asusta de su intensidad, también hay gente que se enamora de ella —expresó Jeongyeon mirando a Nayeon con los ojos brillantes—. Cualquiera en su sano juicio podría volverse loco por usted.

Nayeon tomó la botella de soju y llenó su vaso de nuevo, para luego beberlo todo, intentando calmar los latidos de su corazón.

—Creo que estás sacando tu lado dulce, ese con el que escribes todos tus libros llenos de amor y romanticismo.

—Ha pasado un largo tiempo, desde que no comparto tiempo con alguien. Mi actitud no me favorece... solo hago que las personas se alejen. Pero no me siento mal por eso, yo disfruto de mi soledad.

—Cuenta conmigo las veces que no cuentes con nadie —murmuró Nayeon intentando transmitirle su sinceridad. Sintió la mirada de Jeongyeon sobre ella y de pronto todo se quedó en un profundo silencio, pero no era un silencio incómodo—. ¿Te sirvo otra?

—Por favor —le extendió su vaso.

—Yo tampoco suelo tomar a menudo, solo lo hago en ocasiones especiales y esta es una de ellas.

—¿Lo es? —preguntó Jeongyeon.

—Por supuesto, eres mi escritora favorita y te admiro. Por ti me atreví a infringir la ley —bromeó soltando una pequeña risita que dejó a la contraria atónita—. Pero no me arrepiento, ha valido completamente la pena.

—He sido muy grosera con usted desde el principio, ¿cómo puede pensar que esto vale la pena?

—No eres mala, solo estás herida, ya lo entendí —respondió Nayeon—. Pero hay gente que arregla hasta lo que no rompió y yo puedo hacer eso por ti...

—¿Por qué? Ni siquiera me conoce.

—Tan solo déjate querer Yoo Jeongyeon —Nayeon sonrió al ver la cara confusa de la escritora al escuchar esas palabras.

La curva de sus labios, es un disparo a muerte...

—No hay nada bueno en mí...

—La luz es fácil de querer, prefiero que me muestres tu oscuridad —murmuró Nayeon conectando miradas con ella—. ¿Te confieso algo? La vida es muy corta y si no te lo digo ahora, tal vez pierda mi oportunidad, tú... me gustas mucho.

Jeongyeon abrió los ojos en grande y carraspeó incómoda ante la inesperada confesión. 

—Usted ha enloquecido. Recién me conoce.

—No, no, mi enamoramiento contigo comenzó hace años, desde que leí tu primer libro. Y no necesité conocerte en persona, yo me enamoré de tu escritura, de todo lo que transmiten tus letras —expresó Nayeon con sinceridad—. Incluso ahora... lo que más me gusta de ti no es lo que veo, es lo que siento.

—Eso no puede ser, no es posible y me niego, me niego rotundamente —Jeongyeon optó por mostrar nuevamente esa actitud dura que solía caracterizarla—. Trata de envolverme con sus palabras bonitas, pero ¿sabe qué? No va a conseguirlo. Eso no funciona conmigo señorita Im. Para mí el amor no existe, así que pare ya con esa cursilería barata.

—Eso a lo que tú llamas "cursilería barata", es lo que vendes a tus lectores en tus libros. Y no, no trato de envolverte con mis palabras, solo digo la verdad, lamento si eso es demasiado para ti, ¿ahora entiendes cuando digo que las personas se asustan de mi intensidad? Pero no te culpo, tampoco quiero obligarte a nada, solo me puse a pensar que tal vez no tendría otra oportunidad para confesártelo, así que la aproveche.

Jeongyeon se puso de pie y como de costumbre huyó. Salió por la puerta rápidamente sin importarle la gran tormenta en el exterior.
Nayeon pensó que de nada serviría detenerla, quizás solo la haría enojar más, así que prefirió quedarse ahí a solas, sirviéndose otra copa más. Esperaba que su confesión no volviera las cosas incómodas entre ellas.

Al pasar de las horas Nayeon no pudo evitar sentirse peor, aunque ya no llovía, la noche se sentía muy fría afuera y Jeongyeon aún no daba señales de vida. Ni siquiera estaba lo suficientemente abrigada cuando salió de la cabaña.

Nayeon estaba a punto de salir a buscarla, pero para su suerte no fue necesario. La escritora abrió la puerta, estaba con la ropa totalmente empapada, su piel se veía más pálida de lo normal. De un momento a otro comenzó a toser excesivamente y luego se dejó caer de rodillas.

—Dios mío, tienes que quitarte esa ropa, te dará un resfriado —murmuró Nayeon ayudando a la menor a levantarse. Jeongyeon estaba tan débil que no pudo negarse, con suerte podía sentir las extremidades de su cuerpo—. Te prepararé un té caliente.

—T-tengo... mucho frío. No me siento bien...

—No te preocupes, yo estoy aquí para cuidarte —murmuró Nayeon guiándola hasta la habitación—. Te prometo que no te dejaré sola.

—Gracias... —espetó Jeongyeon con voz apenas audible—. Estuve sola en mis momentos más difíciles, así que discúlpame si actúo como si no necesitara de nadie... Sinceramente, llevo meses estando sin estar.

—Lo sé...

"Discúlpame por complicarte la vida con este amor, sé que a veces puedo llegar a ser un dolor de cabeza, pero soy el dolor de cabeza que más te quiere".

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Koi no yokan (恋の予感) • 2yeon • Donde viven las historias. Descúbrelo ahora