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Tzuyu observaba a Nayeon de reojo sin apartar la mirada del frente ni las manos del volante. Ella se ofreció para manejar de regreso, porque la mayor no estaba en condiciones de hacerlo.

—Unnie...

—¿A dónde va uno cuando no quiere estar en ninguna parte?

—Unnie, ¿que pasa?, no me gusta verte llorar, tú siempre eres muy alegre y nunca lloras...

—Solo déjame ser débil y llorar hoy, mañana volveré a ser fuerte —murmuró Nayeon limpiando las lágrimas con ayuda de su manga—. Estoy así porque el amor duele.

—Te lo dije unnie, yo sabía que esa escritora solo te iba a hacer sufrir —dijo Tzuyu con resentimiento. Le dolía ver a su mejor amiga mal. De esa mujer que se fue llena de ilusión por entregarle una carta, ya no quedaba ni la sombra—. ¿Qué fue lo que te hizo?

—Estos días que pasé al lado de Jeongyeon fueron inolvidables. Ella me hizo saber lo que se siente tener el corazón roto, pero también lleno de amor —respondió Nayeon con la mirada perdida—. Me rompió... y los pedazos aún la aman. Lo di todo y al parecer no fue suficiente. Ella no puede superar a su antiguo amor, solo me hice falsas ilusiones. Soy una tonta.

—Tu soledad es mejor que ser la segunda opción de alguien, ¿Yoo no vió lo hermosa que eres? Podrías tener a cualquiera comiendo de tu mano unnie. No llores por alguien que no supo valorar todo eso de ti —espetó Tzuyu haciendo un mohín. Estaba enojada, demasiado enojada con aquella escritora—. A veces la persona que quieres no es la que te merece.

—Gracias pequeña Tzuyu, tus palabras me reconfortan y me suben el ánimo. Jamás me habías dicho que soy hermosa.

—Mentí, solo lo hice para que dejes de llorar —bromeó logrando que Nayeon riera ligeramente—. Esa es la Nayeon unnie que todos conocemos. La chica risueña que se la pasa escribiendo poemas de amor.

—Poemas de amor... —murmuró Nayeon recordando que había dejado su cuaderno en la cabaña de Jeongyeon—. No creo que vaya a poder escribir pronto, además no me siento con ánimos de hacerlo.

—Es entendible, le escribiste a la persona equivocada. 

Nayeon no dijo nada más. Permaneció en silencio y a los pocos minutos se quedó dormida por el resto del camino. Cuando por fin llegaron a casa, Tzuyu pasó la noche con su unnie abrazándola mientras ella sollozaba contándole de principio a fin toda la historia.

A la mañana siguiente la taiwanesa se despertó muy temprano para prepararle el desayuno a Nayeon antes de irse a la universidad. Ella no solía hacer esas cosas, pero se sentía tan mal por su unnie, por no saber de qué manera ayudar.

—¿Tzuyu? —Nayeon apareció en la cocina mirando todo lo que su amiga había cocinado—. ¿Y esto?

—Nayeon unnie, ¿qué haces despierta tan temprano? Anoche no dormiste casi nada, deberías volver a la cama —dijo Tzuyu sirviéndose fruta en un plato—. Preparé el desayuno, los huevos fritos con verdura que tanto te gustan y también te hice jugo de naranja.

—Iré a trabajar, espero aún conservar mi empleo después de haberme ausentado tanto tiempo —mencionó Nayeon tomando un plato para servirse la comida de la menor—. Todo se ve delicioso, muchas gracias Tzuyu.

—No pueden correr a la hija del dueño de la biblioteca. Les dije a todos que cogiste un resfriado y que por eso estarías ausente un rato—espetó la taiwanesa cruzándose de brazos—. ¿Cómo te sientes unnie?, ¿Ya estás mejor?

—Sigo con el corazón roto, probablemente llore todas las noches en mi habitación hasta quedarme dormida, pero voy a sanar, la vida tiene que continuar. Estando en casa solo me pondría más triste, tengo que despejar mi mente y no hay mejor lugar que en la biblioteca —contestó Nayeon sonriendo levemente—. Desayunemos juntas y después te llevo a la universidad en mi auto, ¿te parece?

Koi no yokan (恋の予感) • 2yeon • Donde viven las historias. Descúbrelo ahora