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Nayeon tardó mucho tiempo en poder conciliar el sueño y no es porque estuviera incómoda, Jeongyeon la dejó dormir en un amplio sofá de la sala, frente a la chimenea. La cabaña solo contaba con una habitación, el baño, un pequeño espacio para la cocina y una sala en donde estaba un enorme escritorio.

—Yoo Jeongyeon, al amor y a ti, los conocí el mismo día... —murmuró antes de cerrar los ojos y quedarse profundamente dormida.

A la mañana siguiente despertó con un olor a comida invadiendo sus fosas nasales. Se levantó de manera lenta y perezosa para dirigirse hasta la cocina en donde encontró un plato de hot cakes con frutos rojos y miel de maple. Su estómago lo pidió a gritos, así que sin esperar más, se sentó a comer hasta el último bocado.
Al parecer la escritora ya había comido desde mucho antes, pues sobre la mesa estaba un plato vacío con rastros de comida.

Al terminar de comer, se dispuso a lavar los platos y a dejar limpia toda la cocina. Era lo menos que podía hacer por Jeongyeon, como agradecimiento por dejarla quedarse.

Sintió curiosidad por admirar la cabaña con más detalle, ahora con la luz del día, se podía apreciar mucho mejor. Sus pies la llevaron hasta el escritorio en donde estaban un par de hojas. Luchó con todas sus fuerzas para no leer, pues estaría invadiendo su privacidad, pero su lado fisgón pudo más con ella, haciendo que tomara las hojas sobre sus manos.

"Físicamente estoy viva, pero la persona que solía ser, está muerta y le lloro todos los días..."

A Nayeon le bastó solo con leer esas palabras para comprender un poco del porqué la escritora se comportaba así.

—Que ciega estaba esa persona que te tuvo y dejó apagar tu estrella...

—¿Qué está haciendo? —cuestionó Jeongyeon apareciendo por detrás. No tardó en arrebatarle las hojas de sus manos con poca delicadeza—. ¿Usted no conoce el significado de "privacidad"?

—Lo siento, yo solo quería acomodar las hojas, estaban un poco desordenadas —mintió.

—Pues no me gusta que nadie toque mis cosas, que sea la última vez que lo hace, ¿entendió?

Nayeon asintió con la mirada baja, esta vez la escritora tenía razón, pues ella también se sentiría molesta si alguien revisara su cuaderno de escritos sin su autorización. Jeongyeon se encerró en su habitación, llevándose sus hojas con ella.

—Tonta Nayeon, ¿por qué siempre tienes que ser tan indiscreta? — ella se regañó a sí misma y luego sacó su cuaderno para escribir.

"Dime dónde te duele, para jamás tocarte ahí. Mereces que te quieran bien y yo lo voy a hacer"

Jeongyeon no dió señales de nada, hasta que pasaron dos horas fue que decidió salir de su habitación. Nayeon la miró y caminó en su dirección.

—¿Aún sigues molesta? Quisiera disculparme contigo otra vez, lo acepto, leí tus escritos, pero fue por curiosidad, nunca quise invadir tu privacidad, por eso te pido una disculpa, por favor no me corras de tu cabaña, no tengo a dónde ir.

—Ya no importa, solo no lo vuelva a hacer —contestó Jeongyeon sin mirarla.

—¿Vas a salir?

—Sí.

—¿Puedo acompañarte? —preguntó Nayeon con entusiasmo. La idea de dar un paseo por el bosque con su escritora favorita le parecía algo tan romántico.

—No —negó rápidamente—. Usted es una persona que habla mucho, es molesta y yo vine aquí para disfrutar de mi soledad.

—No hablaré si eso te molesta, tan solo déjame acompañarte, no quisiera quedarme aquí sola.

—Ya le dije que no —expresó de manera cortante, logrando que Nayeon no insistiera más —. Si se encuentra tan aburrida como dice, puede salir a caminar por ahí.

—¿Y si me pierdo y no sé cómo regresar? —preguntó haciendo un puchero con los labios.

—Mejor para mí —respondió encogiéndose de hombros.

Nayeon se cruzó de brazos, nuevamente estaba indignada pero apretó sus labios para no dejar salir malas palabras de su boca. La escritora salió de la cabaña, llevando su laptop con ella.

Jeongyeon caminó lejos, tenía la seguridad de que no se perdería, conocía perfectamente por ahí, de tantas veces que había caminado sin rumbo. Se alejó lo suficiente, hasta llegar a su lugar favorito, una pequeña laguna de agua azul.

 Se alejó lo suficiente, hasta llegar a su lugar favorito, una pequeña laguna de agua azul

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Admiró unos minutos el paisaje y respiró el aire fresco a su alrededor. Luego de un par de minutos, por fin se dispuso a escribir. Encendió su laptop y respiró profundamente leyendo lo último que tenía escrito.

Yo también tuve la oportunidad de hacerte mierda, pero yo si te quise lo suficiente para no hacerlo. No sé quién te hizo tanto daño, pero yo no tenía la culpa...

—Estúpidos recuerdos que no me dejan en paz —la escritora cerró su laptop de golpe y luego apretó los ojos con fuerza no queriendo pensar más—. Estoy segura de que ya te superé, pero no sé cómo sacar tanto odio que me dejaste dentro.

Jeongyeon tenía un plazo limitado para escribir su nuevo libro. Por esa razón había decidido pasar esas dos semanas sola en su cabaña del bosque, pero esa mujer que se había colado dentro de su furgoneta había arruinado todos sus planes. En realidad no tenía deseos de dejarla entrar, pero tampoco podía ser tan mala y abandonarla a su suerte.

Ahora no tenía mucha inspiración para escribir, por hoy se tomaría el día y mañana volvería a intentarlo. Tampoco podía darse el lujo de desperdiciar sus días.

El clima en la laguna era entre cálido y fresco, la temperatura perfecta para darse un chapuzón dentro del agua, solo que en ese momento no le apetecía, tan solo quería admirar la belleza del paisaje por un buen rato.

Pasó tanto tiempo ahí, simplemente observando, que cuando se dió cuenta, el sol estaba por desaparecer en su totalidad. Cuando comenzó a sentir frío, decidió volver a la cabaña. Al llegar, la encontró limpia y ordenada. Jeongyeon enfocó su vista en Nayeon, ella dormía plácidamente sobre el sofá. La chimenea estaba encendida, por lo que el ambiente era cálido, pero aún así sintió la necesidad de cubrirla con una manta.

Antes de hacerlo, retiró un cuaderno que Nayeon abrazaba con sus brazos y sin querer lo hojeó con curiosidad.

"No seas lo que te hicieron, imagínate dañar a la persona que la vida te envió para sanar"

Aquellas palabras pegaron en lo más profundo de su ser, logrando un sentimiento extraño e inexplicable en su corazón.

—Ya estamos a mano... —murmuró Nayeon removiéndose sobre el sofá, aún sin abrir los ojos.

Jeongyeon sabía a lo que ella se refería, sabía que había invadido su privacidad al igual que Nayeon lo había hecho esta mañana.
Sin querer mencionar nada más al respecto, dejó el cuaderno sobre la mesa del centro y se fue directamente hacia su habitación.

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Koi no yokan (恋の予感) • 2yeon • Donde viven las historias. Descúbrelo ahora