Prólogo

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Prólogo

Él se miraba al espejo todos los días y pensaba para sí mismo: "ni siquiera toda el agua del mundo va a limpiarme... estoy sucio, soy basura, no importa cuanto intente dejar de serlo". Pero aún así se pasaba segundos enteros apreciando sus facciones... porque aún enojado con su espíritu, él se veía hermoso, se sentía especial... porque lo era.

Las largas filas de alfas que se morían por reclamarlo no le hacían justicia a la perfección de su cuerpo. Porque él era el omega más hermoso del mundo y se merecía que cada alfa vivo sobre la tierra se desgarrara por él.

La bata larga y blanca, excesivamente pesada por los pequeños diamantes bordados, ocultaba cada uno de los secretos que su cuerpo cargaba, que su piel callaba. Golpes, rasguños, heridas, errores... todo bajo esa capa de tela. Tela que era acompañada con maquillaje en el rostro, el lápiz labial corrido, una sonrisa maníaca que surgía cada vez que se abría la puerta y nuevamente los clientes entraban y salían sin saber su nombre verdadero, ni su edad, ni cual era su color de pelo natural, o su bebida favorita, o como le gustaba ser tratado... o el motivo por el que estaba encerrado allí dentro. Ellos solo sabían que era el diamante mejor cotizado, y que su aroma a frutillas y chicle los atraía peligrosamente, desesperadamente, adictivamente.

Aún encerrado y trabajando para Lord Wilhem, él gozaba de todo el oro del mundo, su habitación estaba llena de preciosas joyas que le dejaban sus amantes, que querían convencerlo de tener una vida juntos y se cansaban de halagar su precioso cuerpo y su increíble capacidad para hacerlos creer que sabía amar.

Pero... él no amaba, y no podía ser amado. Él solo podía ser poseído, una y otra vez, y ni lágrimas tenía derecho a derramar.

Ya no las derramaba, porque ya había olvidado lo que era llorar... ahora solo conocía el poder de las drogas, la mentira del maquillaje, la suciedad en el cuerpo y el asco mezclado con odio, que hacían que su mirada se volviera más frívola pero a la vez brillosa, causando más atracción y deseo en quienes tenían la oportunidad de conocerlo. Él ya no tenía nada por lo cual levantarse, excepto la sensación de saber que su familia aún se encontraba esperándolo y que lo peor que podía hacerle a su difunta madre sería quitarse la vida, para así reunirse finalmente con ella. 

"J"

𝔼𝕝 ℂ𝕠𝕟𝕕𝕖 𝕁𝕖𝕠𝕟 → KOOKMIN → OMEGAVERSEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora