Día 10: "Con orejas de animales"

459 34 49
                                    

Un otoñal viernes de octubre, pero no cualquier viernes. Era el cumpleaños de Ranpo Edogawa, y todos sus compañeros se acercaron a saludarlo. Él sonreía orgulloso, sintiéndose igual de consentido como todos los días, con la diferencia de que esta vez cumplía un año más de vida. Ya era mayor, claro que sí.

―Cancelen todos sus planes hoy, porque vendrán a mi casa.― Les comentó a sus amigos, sentado en su pupitre con los pies en la pequeña mesa. Se tomó el tiempo para saborear su paleta antes de seguir hablando: ―Lleven comida o, de lo contrario, no entran.

―Cuenta con nosotros, Ranpo-san.― Uno de los más jóvenes de ese grupito, Atsushi, sonrió alegre.

―¿Puedo llevar mi vaca y así la ordeñamos todos juntos?

―Papá no permite animales en casa a menos de que sea un gato, Kenji-kun.

El rubio soltó un quejido de desilusión, más luego volvió a su estado radiante. Nadie era capaz de borrarle esa expresión de su rostro.

―Espero que esta vez nadie queme nada como el año pasado.― Habló Kunikida, el más responsable. Se acomodaba los anteojos tan constantemente, que los demás empezaron a creer que se trataba de una especie de tic raro. Sus ojos verdosos se posaron en cierto chico castaño que adormitaba en otro pupitre, algo alejado de la conversación y el interés de formar parte. ―Y que no intenten ahogarse en la piscina. ¡¿Oíste, Dazai?!

Dazai se removió de mala gana y emitió un jadeo de cansancio. Con la cabeza sobre sus brazos posados en la mesa, los observó con aquellos hipnotizantes orbes cálidos y dijo:

―Esta vez paso, no estoy de humor para fiestas.― Abrió la boca para bostezar y, seguidamente, sacudió la cabeza. ―Mori-san en verdad me quita el buen humor.

―Si es insoportable teniéndolo aquí como enfermero, no me imagino siendo tu padrastro.― Yosano rodó los ojos antes de sonreír con picardía. ―¿Sabes quién está invitado también, Dazai? Creo que te interesaría.

―Ajá, lo dudo.― El castaño intentó retomar su pequeña siesta. Sin embargo, cuando sus sentidos auditivos percibieron aquel nombre que a veces por la noche no lo dejaba dormir, se colocó de pie para acercarse a sus amigos de forma automática.

―Te tiene mal, ¿Eh?― Bromeó el protagonista de aquel día. ―No puedo creer que él no se dé cuenta de eso. Eres muy obvio.

―Y él es muy distraído.― Secundó la chica riendo. De forma repentina, una estupenda idea pasó por su cabeza, lo que hizo que sus ojos se iluminasen como dos faroles. ―Hay que hacer una pijamada todos juntos en casa de Ranpo.

―Hasta ahora es la primera vez que propones algo muy normal, Yosano.― Dijo el rubio mayor de coleta. Estaba algo sorprendido ante la aportación de su amiga, pues ella se caracterizaba por sus más extravagantes ocurrencias y aventuras.

―No es sólo una pijamada, Kunikida-kun. Conozco esa cara.― Osamu señaló el rostro de Yosano, en donde se dibujaba una sonrisa que pretendía aparentar inocencia. ―Está planeando algo macabro.

La conversación se vio interrumpida por la llegada de los demás jóvenes, seguido de la profesora para así iniciar la primera clase del día. Clase a la que Dazai no le puso ni un cuarto de atención. Su cabeza se encontraba en otro mundo y no había forma de volver, aunque tampoco se esforzaba en salir de ahí. Jugaba con el bolígrafo entre sus dedos, mientras sonreía hacia la pizarra llena de cálculos. Y no, no era porque estos le contaban un chiste; era porque sus pensamientos sólo se podían enfocar en aquel pelirrojo del año superior, con el que mantenía una fuerte amistad desde la infancia.

―Dazai-kun, ¿Quieres pasar a demostrar un ejemplo?― Tampoco se dio cuenta que la mujer le hablaba desde la pizarra, quien volvió a llamarlo. ―Dazai-kun...

30 days challenge | OdazaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora