Día 11: "Usando Kigurumis"

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Advertencia: Omegaverse

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La nieve crujía bajo sus pies cada que avanzaba a apresurados pasos, mientras observaba a su alrededor con entusiasmo. Sus ojos se iluminaban ante todas las decoraciones navideñas del lugar, brillantes y coloridas. Cada tanto se volteaba para observar a sus mayores caminando detrás de él, para así asegurarse de no perderlos. Sin embargo, cuando las vidrieras de una tienda aparecieron en su campo de visión, tuvo que detenerse para aproximarse totalmente atraído por aquellos trajes afelpados que se exhibían allí. Estampó su rostro en el cristal, imaginando lo acogedores y calentitos que eran.

―¿Qué sucede, pequeño?

Al oír a su madre preguntarle una vez llegar a su lado, se dirigió rápidamente a su persona.

―¡Mami! ¡Quiero uno de esos pijamas!― Indicó con su dedito índice la vestimenta. ―¡Son muy lindos!

―Pero si siempre te da calor a la hora de dormir, cariño.― Carcajeó el omega adulto. Sus ojos avellanas se dirigieron a la vidriera y una idea iluminó su mente. ―¿Qué te parece si pasamos toda la navidad vestidos con eso?

Nuevamente, los orbes azulados del infante resplandecieron, fascinado.

―¡Sí!― Luego, observó al beta de anteojos redondos que los acompañaba. ―Tío Ango, ¿Te unirás a nosotros?

Ango sonrió por unos breves segundos debido a la ternura del niño, antes de suspirar apenado al mismo tiempo que le acariciaba sus pelirrojos cabellos ondulados.

―Lo siento, pequeño, pero hoy debo quedarme hasta tarde en la oficina.

―Pero hoy es noche buena.― Bufando, se cruzó de brazos con un puchero. ―Tu trabajo es feo.

Su madre lo alzó en brazos, observándolo con una amplia sonrisa.

―Pero el tío Ango promete estar mañana a primera hora en navidad.― Volteó a ver al pelinegro. ―¿Verdad?

El agente gubernamental asintió con afirmación.

―Claro que sí, hasta te traeré un regalo.

El entusiasmo volvió al niño, quien festejó en brazos de su progenitor.

El entusiasmo volvió al niño, quien festejó en brazos de su progenitor

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Había sido un día agotador. La reunión con su editor parecía haber sido eterna, pero al menos ya había llegado a casa para festejar la navidad con sus dos personas favoritas. Al momento de adentrarse a su cálido hogar, sonrió al ver que lo esperaban con varios futones frente a la TV y la mesa ratona llena de bocadillos listos para ser devorados. Sin embargo, ellos no se encontraban ahí mismo.

―Estoy en casa.― Anunció su llegada colocando el abrigo en el perchero de la entrada.

Escuchó los apresurados pasos de su hijo al bajar las escaleras, quien lo recibió con los brazos abiertos y una gran sonrisa pintada en su rostro como todas las veces que llegaba.

30 days challenge | OdazaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora