La jornada escolar había llegado a su fin. Era viernes, por lo que todos los jóvenes salieron sonrientes para disfrutar de un merecido descanso luego de una larga semana. Sin embargo, el que más feliz se encontraba era cierto niño que competía en una carrera con su hermana y hermanastro hasta el adulto de yukata, el cual los esperaba pacientemente a un lado de la entrada de la primaria.
—¡Gané!— Exclamó la niña al llegar antes que los otros dos. Mantenía sus manos en la cintura y una sonrisa orgullosa por obtener la victoria. —Son unos lentos.
—¡Comenzaste a correr antes!— Se quejaba uno de ellos, sosteniendo una paleta en su mano derecha y un paquete de frituras sin abrir en la otra. —¡No es justo!
—¡Fukuzawa-san!— El más pequeño no le importó perder, pues tenía mejores cosas en las que pensar en ese momento. Tiró con suavidad de las ropas del mayor para tener por completo su atención. —¿Pueden venir Odasaku y Ango a casa hoy?
Fukuzawa observó a los infantes que su hijastro le señalaba con el dedito índice. Estos los miraba a unos metros de distancia, tímidos y en silencio aguardando pacientemente de una respuesta. Los reconoció al instante; eran de un año superior, compañeros de sus otros dos niños, que aun así se convirtieron en indispensables amigos del castaño.
—De acuerdo.— Accedió luego de pensarlo unos segundos. —Pero luego deberán ir a recogerlos.
Los grandes ojos de Osamu se iluminaron. Dio saltitos haciéndole señas al dúo para que se acercasen. Una vez que estos llegaron a ellos, comenzó a contarles las cosas divertidas que podrían hacer durante todo el día.
En el camino a casa, todos los niños cantaban al unísono una canción aprendida en la escuela mientras se tomaban de las manos entre sí por petición del adulto, para que así nadie se perdiese. Por momentos, Osamu se aferraba a su amigo pelirrojo y daba pequeñas corridas para estar a la par, puesto a que sus cortas piernas a duras penas podía seguirle el ritmo. Le echaba un vistazo a sus manos enlazadas, lo que le hacía sonreír aún más al notar la diferencia de tamaño.
No quería soltarse nunca de él.
—¡Comparte papas, Ranpo!— Exigió la fémina con el ceño fruncido.
—¡Son mías!— El susodicho abrazó el paquete contra su pecho. —Cómprate las tuyas.
—Ranpo, compártele a Akiko.— Lo regañó su padre. —Tienes muchas.
Bufando, le extendió una diminuta papa a la pelinegra. Sin embargo, en un rápido movimiento, ella le arrebató el paquete para tomar unas cuantas.
—¡Oye!— Se dirigió a Fukuzawa con molestia. —¡Papá! ¡Es una ladrona!
Él suspiró con profundidad y se limitó a quedarse en silencio, debido a que tenía que concentrarse en tomar todas las precauciones a la hora de cruzar la calle. Agradecía que la casa estaba ubicada a sólo un par de metros más, necesitaba de un descanso pleno después de una dura jornada. Pero parecía que la vida no se lo permitía todavía cuando, al ingresar a su hogar, vio a su pareja alistarse para salir.
—Pensé que tenías el día libre.— Le dijo confundido.
—Ocurrió una emergencia de último momento y me necesitan en el hospital.— Comentó este, mientras cerraba su maletín con sus manos aguantadas. Sus ojos violáceos observaron a todos los niños con una sonrisa. —Espero que se porten bien, pequeños.
—¡Yo voy contigo, papi!— Akiko se aproximó con una gran sonrisa, entusiasmada. —¡Quiero ayudar!
El médico sonrió conmovido y revolvió sus cabellos.
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30 days challenge | Odazai
أدب الهواة"-Odasaku... -¿Hm? -¿Con quién convivirías felizmente un mes entero? -Un mes y muchos años si es contigo, Dazai." ©Bungou Stray Dogs y sus personajes pertenecientes a Kafka Asagiri. Historia de mi invención. ©Créditos del Fan Art de la portada dedic...