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Dick.

La miré como echaba humo de los oídos enfrente mío. Su cabello pelirrojo que le llegaba un poco más abajo de sus hombros están suelto y un poco mal arreglado, tenía un jodido problema con halarse un poco el cabello cuando algo le molestaba, y todas las palabras que han salido de mi boca en la hora que llevamos hablando le han molestado. Su mirada la sentí pesada y yo solo deseaba irme de aquí, ya no aguanto el dolor de cabeza que cargo, si no es un problema con una, es un problema con la otra. Solo que Koriand tenía una forma más civilizada de discutir conmigo.

—Ni porque me digas que te cortarás las venas me harás cambiar de opinión.

—¡Tú no entiendes lo complicado que es amarte Richard! —alcé una ceja, sonriendo con malicia, porque sabía que le molestaba.

—A mí no se me hace tan complicado como a ti —cerró los puños con fuerza a sus costados, estaba muchísimo más molesta que antes—. Ya. Ya. Deja el drama. Eso fue hace un tiempo no sé porqué sigues insistiendo.

—Porque yo sé que tal vez estás confundido —se acercó a mí con intenciones de tomarme de las manos, cambiando de actitud tan de repente. Confundido me solté de su agarre y volví a apoyar mis manos del escritorio.

—Con esos cambios de humor que tienes, puedo asegurarte que no lo estoy.

—Dick, por favor. No me hagas esto.

—Ya lo hice.

—¿Por qué todo te lo tomas a gracia? ¡Por favor, compórtate como alguien maduro por una vez en tu vida!

—Cuando tú no estás, soy muy maduro —mi mirada se fue por un momento a mi dedo anular y sonreí mentalmente cuando una idea espanta locas se me ocurrió—. Tan maduro que voy a comprometerme.

—¿Cómo?

—Lo que oíste —me levanté del escritorio en dónde estaba sentado con una sonrisa en el rostro quedando frente a ella. Miré con arrogancia hacia abajo, era un solo un poco más baja que Kory.

—¿Estás seguro de lo que estás diciendo? —fue a tomarme del brazo y me solté de inmediato.

—Claro que sé. Por algo lo digo.

Me moví por la oficina libremente, observando un curioso retrato de ella y yo que no recuerdo haber puesto nunca aquí. A lo mejor y lo ha puesto cuando yo me he ido unos días a molestar a Kory un rato. Lo quité de ahí, manteniéndolo en mis manos.

—Yo no estoy enamorado de ti. Nunca lo estuve, ni mucho menos lo estaré. Así que puedes ir a tomar camino por ahí y olvidarte que entre tú y yo hubo algo, gracias.

—Dick...

—Oh, y sorpresa —me acerqué a ella de nuevo y le entregué el portaretrato. Y quise terminar de hostinarle la paciencia así que solté el comentario que más le afectaría—. Quiero desde hace tiempo algo con lo que tú siempre soñaste.

Como supuse, mis palabras le afectaron y quiso terminar con la distancia que teníamos pero interpuse mi mano, tapándole la boca, arrebató mi mano con rabia.

—¡Maldito!

—Te dije desde un principio que tú no me gustabas, y que me conocía lo suficiente como para saber que no iba a gustar de ti.

—¡También será así con ella! ¡Te conozco muy bien! ¡Te aburriste de mí, te aburriste de todas, ¿qué la hace a ella diferente?!

—Ella nunca me buscó. Ni me insistió. Nada. Sorprendente ni siquiera sabía quién era yo —metí mis manos en los bolsillos despreocupado—. Yo fui el interesado desde un principio.

—Solo me mientes para que deje de insistirte.

—No hay necesidad de mentirte para deshacerme de ti. Sabes que es verdad, te haces la tonta, te lo dijeron tus amigos esos que te enviaban fotos mías con ella —se sorprendió apenas le dije eso—. ¿Qué creías? ¿Que nunca me enteraría de eso? Tengo más ojos y oídos de los que tú tienes. Podrás ser hija de quién sea, pero no te olvides quién es el de estatus y el que tiene más gente detrás trabajando para él. No eres nadie comparada conmigo. Yo me he ganado muchas cosas a pesar de recibir varias en bandeja de oro. Tú por otro lado, te crees mucho sabiendo de dónde es que vienes.

Sabía que me había excedido un poco con mis palabras cuando sus ojos comenzaron a mostrarse cristalinos. Pero, ¿qué más podría hacer? Palabras hirientes era lo único que funcionaba contra ella para que fuera olvidando todo su drama y que dejara de buscarme de una vez por todas. Pero parecía no lograr que se fuera, molestándome a mí.

No entendía porqué había aceptado desde un principio ser su novio. Ella era la chica más insoportable e insistente que he conocido en toda mi vida, teniendo en cuenta de que la conozco desde hace mucho, y he conocido a muchísimas más.

—Dick, sé que no quisiste decir eso... solo lo dices porque...

—¡Maldita sea, deja de joder por una vez en tu puta vida! ¡Te he dicho que no me interesas en lo absoluto y aún así sigues y sigues detrás de mí! ¡¿Qué más quieres que te diga para que dejes de buscarme maldición?! ¡Yo nunca sentí ningún tipo de atracción por ti ni la sentiré nunca, entiende que tú jamás vas a llamar mi atención porque eres un maldito dolor de cabeza que no quiero volver a tener en mi vida!

Ya estaba llorando de forma escandalosa y acaricié mi sien antes de ir abrir la puerta de mi oficina.

—Hazme el favor de nunca volver aquí a rogar. Ten algo de dignidad y amor propio —me empujó, haciéndome chocar contra la puerta, echando humo por dónde caminaba. El resto de personas apartaron la mirada de lo que estaban haciendo para mirar la escena. Apenas su ascensor se cerró miré al resto de los empleados—. Que yo no me llegue a enterar de que ella vino aquí y ninguno de ustedes llamó a seguridad. A la próxima que se le ocurra pisar estas oficinas me informan a mí y a seguridad, ¿entendido?

No dejé ni que afirmaran porque cerré la oficina de un portazo.

ÉXTASIS | ROBSTAR.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora