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Kory.

Meses después.

Me miré en el espejo detalladamente. El vestido de novia estilo princesa, totalmente adornado en color marfil. Tenía un escote en forma de corazón, con mangas semitransparentes con pedrería, al igual que el corpiño, que estaba demasiado ajustado para mi gusto. Tenía una falda amplia y brillante con cola larga. Mi cabello estaba recogido en un moño con los mechones delanteros sueltos, con el velo de novia que brillaba al igual que el vestido. El maquillaje era sencillo, tal como lo había pedido. Pasé saliva sintiendo nervios por lo que viene luego, la parte en la que entro y la atención de todos está sobre mí. Siempre me he sentido nerviosa por eso, y no sé cómo podría reaccionar con más de trescientas personas mirándome. Escuché como abrían la puerta y me giré despacio a ver a mi padre que estaba vestido para la boda, tenía una expresión seria.

—Te ves hermosa, hija.

—¿Qué haces aquí? Pensé que no vendrías después de lo que pasó.

—Me enviaste la invitación, así que vine.

—Lo más seguro es que Dick lo haya hecho, porque yo no tenía intención de verte aquí hoy, y se lo hice saber.

—¿Y piensas casarte con alguien que no toma en cuenta tu opinión?

—Supongo que fue para que no te perdieras este momento, ya después si quieres puedes irte cuando termine la misa.

Mi padre me miró muy fijamente, conteniéndose las ganas de hacer un comentario, que no fue por mucho.

—¿Por qué lo preferiste a él antes que a mí que soy tu padre? —aquella pregunta me hizo tragar saliva y tratar de aguantar las ganas de llorar para no arruinar el maquillaje.

—Papá, no importa que tantas cosas me hayas comprado a lo largo de estos veinticuatro años, porque de nada valen si casi nunca compartiste conmigo. Y te he incluído en absolutamente todo, aunque tú mismo te excluyeras luego y me dejaras creyendo que en algún momento ibas a cambiar y estarías ahí conmigo. Te divorciaste de mi mamá por una estupidez, y menos mal que lo hiciste, porque el que no pasaras por mí a casa de mi mamá los fines de semana o las vacaciones, me ayudó a entender que no debía de contar más contigo para nada, y que alguien que quiere estar contigo hace lo posible por estar. Si viniste aquí porque quisiste hacer las pases eres bienvenido, pero si viniste aquí nada más a reprocharme porqué elegí irme con Dick antes que quedarme contigo, y el estar aquí lo sientes como una obligación, mejor retírate. Estés o no el mundo sigue igual, no sería nada nuevo que no estés presente en momentos importantes.

—Pensé que no te afectaba el que yo no estuviera presente.

—¿Cómo vas a creer que no me iba a afectar que mi padre no estuviera presente en cosas como mi graduación, o en navidad, o en mis cumpleaños? Valoro el que trabajaras por darnos la mejor vida a mi mamá y a mí, pero nada te costaba estar por lo menos un día importante de mi vida. Y es sorprendente pensar que alguien quién tú dices que me va a hacer mal es quién hizo todo lo posible porque yo hablara contigo.

—Perdóname hija, nunca estuve consciente del daño que te hacía al no estar contigo como nos hubiese gustado a ambos. Ya no puede revertir el tiempo pero me gustaría hacer las cosas mejor esta vez, por lo menos ahora estando en tu boda y presente en el crecimiento de mi nieta.

—¿Sabes siquiera como se llama?

Se quedó en silencio confirmando que no sabía.

—Mari.

—Yo lo sabía, solo era para ver qué me respondías si fingía no saberlo —rodé los ojos y se escucharon toquidos en la puerta, avisándome que ya iba a salir.

ÉXTASIS | ROBSTAR.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora