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Dick.

Miré de reojo a Kory que veía por la ventanilla de brazos cruzados. Había estado evitándome desde temprano. La había provocado y luego la dejé con las ganas, y no me ha dirigido la palabra desde hacía ya más de dos horas. Posé mi mano en su pierna pero ella la apartó de inmediato. Respiré profundo y aceleré más viendo por el retrovisor la camioneta de atrás en la cual venían los escoltas que había contratado.

—¿Vas a estar molesta conmigo todo el día?

No contestó.

Fruncí los labios y dejé una mano al volante y con la otra bajé la ventanilla. Se dio vuelta hacia mí y saqué el vape que tenía guardado en la guantera. Frunció el ceño pero no me dijo nada al respecto, solo bajó su ventanilla y siguió ignorándome.

—Vamos a comprar los anillos —no me hizo caso, pero igual seguí hablándole después de darle una pequeña calada al cigarrillo eléctrico—. Jason los perdió de la manera más estúpida posible hace no mucho. Creo que mi padre ya no confía en él en lo absoluto.

No se inmutó siquiera y chasqueé mi lengua, de inmediato mi teléfono sonó mostrando el nombre de mi hermano demonio menor en la pantalla. Maldije de inmediato y tardé unos segundos en contestarle.

—¿Qué quieres engendro del demonio? —le pregunté, escuchando luego como murmuraba cosas—. Tengo cosas que hacer.

—Estoy viendo la lista de invitados, y me da gracia que la única mujer con la que no te has acostado es la novia.

—No llamaste para decirme eso, llamaste para otra cosa. Y será mejor que te apures que ando conduciendo.

—Mi padre va a salir con Selina hoy por la noche y van a estar ocupados con todo lo de la boda, y no casualmente hoy no quiere dejarme solo —apoyé el teléfono en mi hombro con mi cabeza sosteniéndolo.

—Yo no voy a ser tu niñero, llama a Jason que se haga cargo de ti.

—Sabes que mi padre no le tiene confianza a Jason en lo absoluto, y a ti tampoco, pero según él eres el más responsable —me mordí la lengua como hacía siempre que hablaba con la reencarnación del demonio—. Aunque de responsable no tienes nada de nada. Además sería una lástima que mi padre se entere de tus aventuras con las invitadas.

—No me quieras chantajear con eso. ¿De dónde sacas esas cosas?

—No tengo amigos así que mi única distracción es buscar cosas con las que chantajearte.

—Hijo del demonio.

—¿Vas a venir?

—Primero voy a hacer unas cosas que me encargó mi padre, adiós —le colgué al demonio de doce años y me giré a ver a Kory de nuevo. Estaba igual de seria que hacía un rato.

Llegamos al centro comercial y me apresuré de tomar la mano de Kory. Sabía que le molestaba, y lo estaba haciendo a propósito. Trató de soltarse pero yo empleé mucha más fuerza que ella, no le quedó de otra que andar así. Llegamos a la joyería y lo primero que hice fue acercarme a un trabajador de los que se encontraban en el mostrador, había soltado la mano de Kory para que pudiera ir a ver mientras yo me encargaba de lo de mi padre.

—Vengo por el encargo de Bruce Wayne.

—Se lo entrego en un instante. Con permiso —se alejó y yo miré sobre mi hombro a Kory que miraba varias cosas en el mostrador. El hombre en un abrir y cerrar de ojos ya estaba frente mío con los anillos de mi padre.

—Ve a la pelirroja que está por allá —me apoyé un poco del mostrador y le susurré al hombre, señalando disimuladamente a Koriand. Él asintió de inmediato—. Todo lo que ella mire me lo llevaré.

—¿Está...?

—No lo piense dos veces. Hágalo.

El hombre se movió con rapidez y pidió ayuda a unos empleados y comenzaron a moverse con rapidez por toda la tienda. Hice un ademán a uno de los escoltas y él se acercó a tomar las bolsas mientras yo pagaba. Me acerqué de nuevo a Koriand y la tomé de la mano saliendo de la joyería.

Mi mañana se basó en enviar a los escoltas a comprar cualquier cosa que Koriand mirara y le gustara. Caminamos de vuelta al auto y le ordené a los escoltas adelantarse y llevar eso al departamento de Koriand, mientras que yo iba con Damián a hacer de niñero.

Le abrí la puerta del auto a Koriand pero me quedé ahí parado evitando que cerrara la puerta.

—Vamos a cuidar a mi hermano menor. Si te parece podríamos quedarnos allá dónde mi padre hasta el día de la boda.

No me dijo nada al respecto.

—¿Me vas a ignorar todo el día? —no respondió, pero me sostuvo la mirada. Lo cual ya era ganancia para mí—. Te voy a compensar. Lo prometo.

Su mano su posó en mi mejilla y luego se fue a mí pecho. Cuando le vi la sonrisa que tenía dibujada en el rostro, sonreí victorioso y cerré su puerta dándole la vuelta al auto para subirme yo. Conduje más de dos horas y media para llegar a la mansión de mi padre a ver a Damián esperarme de brazos cruzados frente a la puerta principal. Tenía el cabello más largo que antes con una raya al costado y una en la ceja. Fruncí los labios disgustado con eso y me acerqué tan pronto como Kory ya estaba a mi lado.

—¿Qué es eso enano? —pasé mi mano bruscamente por la raya de su ceja y luego por la de su cabeza. Me apartó la mano molesto.

—Nada que te importe —su mirada viajó a Koriand que estaba de pie a mi lado.

—Damián, ella es Kory —la presenté a él y alzó la cabeza altanero como siempre. Rodé los ojos y lo empujé haciéndome paso a mí y a Kory.

—Eres un poco brusco con él, ¿no crees? —me susurró Koriand y yo miré mini satanás cerrar la puerta de la mansión de golpe.

—Nah.

ÉXTASIS | ROBSTAR.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora