Cuídalos por mi - 𝕌𝕟𝕚𝕧𝕖𝕣𝕤𝕠 𝕖𝕟 𝕔𝕠𝕟𝕥𝕣𝕒 2

105 9 1
                                    


En el capitulo anterior...Julián y Luna decidieron tomarse un respiro después de un día agotador. Necesitaban un momento a solas, lejos de todo, incluso de sus hijos. Con Río, su hijo mayor de 15 años, y los mellis Sol y Leo, de 9, la casa estaba siempre llena de vida y de caos. Pero esta vez, querían disfrutar de la tranquilidad de la playa, sin preocupaciones, sin gritos ni responsabilidades.

El sol ya se estaba escondiendo cuando llegaron a la costa. El cielo se tiñó de naranja y rosa, y el mar, tranquilo, reflejaba esos colores de una forma casi mágica. Caminaban descalzos por la orilla, dejando que las olas les mojaran los pies mientras hablaban de todo y de nada. Era ese tipo de charla que se tiene cuando no hay apuro, cuando solo importa estar ahí, juntos, disfrutando del momento.

Cuando la oscuridad empezó a adueñarse del cielo, decidieron que era hora de volver. No querían llegar demasiado tarde; Río estaba con sus amigos y los mellizos con sus abuelos. Así que se dirigieron al auto, que habían dejado estacionado cerca, y emprendieron el regreso a casa.

El camino estaba desierto. Apenas se cruzaban con algún que otro coche en la ruta. Julián manejaba tranquilo, con una mano en el volante y la otra sobre la pierna de Luna.

Pero de repente, un destello de luces apareció frente a ellos, demasiado rápido para reaccionar. Un camión, fuera de control, se cruzó en su camino por el lado equivocado. El impacto fue inevitable y brutal. El sonido de metal contra metal resonó en el aire, seguido por el estruendo de cristales rompiéndose y el doloroso crujido de la carrocería del auto.

Todo se volvió caos. Julián sintió que el mundo giraba a su alrededor, su cuerpo sacudido violentamente por la fuerza del choque. Su visión se nubló, y lo siguiente que supo fue que todo se había detenido. Un zumbido en sus oídos y la sensación de dolor en cada parte de su cuerpo eran lo único que podía percibir.

Lentamente, con esfuerzo, abrió los ojos. Su vista era borrosa, pero pudo distinguir los restos del auto, hechos pedazos a su alrededor. Trató de moverse, pero un dolor agudo en su costado lo detuvo. Sin embargo, la preocupación por Luna lo impulsó a ignorar el dolor. Giró la cabeza hacia ella, que estaba en el asiento del copiloto.

Julian:
Luna

La llamó, su voz apenas un susurro. No obtuvo respuesta. Su corazón se aceleró mientras intentaba sacudirse la neblina de su mente.

Julian:
¡Luna!

Llamó de nuevo, esta vez con más fuerza, pero ella no se movió.

El miedo lo golpeó con fuerza. Extendió una mano temblorosa hacia ella, tocando su brazo, sacudiéndola suavemente. Estaba fría al tacto, y su pecho no se movía.

Julian:
No, no, por favor

Susurró, la desesperación apoderándose de él. Intentó liberar su cinturón de seguridad, luchando contra el dolor que ahora era insoportable. La oscuridad comenzaba a cerrarse sobre él nuevamente, pero se resistió.

Sabía que tenía que mantenerse despierto, tenía que ayudarla. Pero todo era demasiado, su cuerpo ya no respondía, y la realidad de la situación lo abrumó. Con un último esfuerzo, intentó llamar a su esposa una vez más, pero sus palabras murieron en sus labios mientras la inconsciencia lo reclamaba, dejándolo sumido en un abismo de miedo y dolor.

Cuando Julián volvió a abrir los ojos, no sabía cuánto tiempo había pasado. El dolor seguía presente, pero lo que más le preocupaba era Luna. La oscuridad a su alrededor era total, excepto por el parpadeo distante de luces de emergencia que apenas podía ver a través del parabrisas destrozado.

Con gran esfuerzo, giró la cabeza hacia Luna. Ella seguía inmóvil, su rostro pálido y cubierto de grandes cortes. El miedo se convirtió en una masa opresiva en su pecho. Necesitaba hacer algo, pero su cuerpo no respondía como debería. Cada movimiento era un suplicio, como si sus huesos estuvieran hechos de vidrio roto.

Aprender A Amarte  [Julian Álvarez]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora