II

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La tarde que Saera partió fue el único atardecer que ha visto desde entonces. La ha extrañado, le ha escrito cartas no entregadas y ha suplicado a su Dios porque regrese. Las sirvientas que atienden la mansión son testigo de sus suplicas cada noche, de igual forma que fue el único en preocuparse por su hermana en Poniente. 

Una de las cocineras, menciono nerviosamente que Kenric bajaría de ese cuarto para tomar el desayuno en familia tras largas mañanas y noches encerrado en su alcoba sin que la luz del sol tocase su piel bronceada siquiera. 

—Has bajado.. —le dijo su madre, que yace en un asiento.

Pero Kenric no se limitó a responder ni dirigirle mirada. La demás familia también hizo notar su felicidad por la presencia del hermano. Diez segundo después de tomar asiento, las grandes puertas del comedor se extendieron y entraron esclavos negros cargando en una cómoda silla a la gran señora Saera Targaryen. La familia entera se puso de pie hasta que llegara a la mesa. 

Se ha recuperado de la enfermedad luego de que su nieta navegara a Poniente.

Entonces, el desayuno familiar empezó sin más complicaciones ni distracciones. En la mesa extensa, yacen los padres, primos, sobrinos y tíos de Kenric y Saera. Habían hijos de diferntes padres al igual que padres de diferentes hijos. Al menos, en este lío de caos, Kenric y Saera comparten al mismo padre y, tienen la fortuna de ser los hijos menores de Alys. Aunque todos golpeaban los cubiertos contra la porcelana de los platos, el ambiente para el joven Kenric le molestaba. Detuvo sus manos que estaban apunto de cortar el filete y preguntó en voz alta:

—¿Soy el único que se preocupa por Saera? Está alla afuera, sola.

Todos pararon y lo miraron fijamente, incluyendo su madre y su abuela. 

—¿Tiene caso preocuparse por el bienestar de tu hermana, Kendric? —su madre le ha respondido. 

—Es tu hija, es mi hermana y pronto será mi esposa —murmuró a leguas. 

—Saera ya no es más una niña. Sabe cuidarse sola y debe cumplir con lo que le dijo tu abuela. Punto.

—¿Recuerdas lo que pasó con tu hermanos, madre? —Kenric no se dentendría hasta que du familia vea el error que cometieron con su hermana —. Muertos están. 

—Porque viajaron cuando no debieron. Tu abuela suplicó que no arribaran pero ignoraron sus advertencias y mira como quedaron: muertos, sus cabezas en estacas. Ahora es diferente, la familia de tu abuela está en una guerra de sucesión lo que significa que no tienen tiempo para lidiar con una bastarda. 

—¿¡Y crees que eso no pueda pasar con mi hermana...!? —este chico no soportaba más la indiferencia.

—Bueno... —Alys ladeó ligeramente su cabeza hacía su segundo esposo —. Aun puedo engendrarte una hermana a la que puedas amar y dejar tu descendencia.

—Nadie como mi Saera, madre —el joven estaba hecho furia —. ¡Debí haber ido yo en su lugar!

La voz alta fue suficiente para que Alys bofeteara a su hijo con fuerza, frente a toda la familia como espectador. El comedor se emergió en un silencio. 

—Kenric. 

La llamada de la gran señora que todo este tiempo estuvo en silencio, puso en orden la disputa. El jovencito de cabellos castaños, volteó la cabeza hacía su abuela. 

—Mira a todos.

El muchacho estaba tan avergonzado con una mejilla más roja que la otra. Sus hombros caían de decoro mientras observaba el suelo, hasta que supo que no podía desobedecer a la gran señora. Toda la familia lo observo con miradas de inquietud y lástima. El se sentía humillado mientras daba la cara. 

La amante de Reyes [Daemon & Rhaenyra Targaryen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora