Capítulo 8

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Su respiración se aceleraba, no podía concentrarse en nada más que huir. Su corazón latía cada vez más rápido que temía que se saliera de su  pecho. La camisa de un alfa estaba entre sus dedos.

—Lo estas haciendo  muy bien, Miles—, dice la mujer pero no puede enfocarla.

Trata de que su mente no se sobresalte y todo aparece en luces rojas de alerta.

Cuidado.

Los dedos rozan la tela intentando concentrase en la textura pero no en el olor. Su interior se sentía fatal con una terribles ganas de vaciar su estómago. No obstante su mente intentaba con todas sus fuerzas lograr superar su aberracion adquirida por los alfas.

La terapeuta parecía comprensiva, había visto y oído casos como el suyo. La sensación de no ser el único le hacía sentirse terriblemente mal, pequeño y vulnerable. 

No eres el único, pensó.

Ella había sugerido terapia de olores comprendida por dos individuos, en este caso la terapeuta tenía que adquirir alguna prenda de un alfa para darsela, mientras que él mismo tendría que entregar una propia a algún alfa atormentado por la sobrestimulacion de los olores dulces de los omegas. Su aroma debía ser algo demasiado escandaloso por su situación.

Cuando comenzó había tenido una reacción alarmosa, había llorado y gritado  que le alejaran esa camisa de él. No lo quería cerca y después de la sesión no podía hacer nada más que sentirse enfermo y vómitar,  parecía ser una respuesta constante. También era la actividad  de la cosa que vivía en su interior.

Cuando ya no pudo más la mujer sujeto la prenda y se la llevó lejos de él.

—15 minutos, estamos progresando. Buen trabajo!—, la mujer le felicito y él quiso sonreír en consecuencia  pero la felicidad aún no llegaba. —Ahora respira, inhala y exhala, lentamente—, lo hace con dificultad, la vacilación en su respiración le hace jalar aire mucho más del que necesita.

Había pasado una semana desde la primera sesión, desde intentar. Junto con ese paso muchas cosas se empezaron a desglosar bajo su propio peso. Todo lo sucedido debía ser contado y no guardado, pero aún si realmente  lo necesitaba no podia decir mucho respecto a lo que sabía.

Ser spiderman  por ejemplo.

Su padre había hecho las declaraciones correspondientes  a la policia, habían denunciado a Gwen sin su consentimiento  y se catalogó como sospechosa  de tráfico de omegas ligando a otros casos que no tenían nada que ver. Su madre había estado de acuerdo dando la versión de la historia sobre como su pequeño hijo la siguió y después pasó a ser secuestrado por un mes y medio en algún lugar que él no pudo describir.

Los ojos de la mujer detective detrás del escritorio eran cálidos, opacados por la lástima que podía notar en esa mirada. El reloj se movía tan lentamente que podía oír cada segundo que pasaba y que no podía hablar.

Le había preguntado respecto sobre lo que le sucedió. Delicadamente.

—Lo puedes recordar...?—, la voz calida de la mujer adornaba su mente, quería decir que de hecho podía hacerlo, con lujo de detalle. Desde principio a fin, sin embargo, no podía decir nada al respecto. —¿Un nombre?, lo que sea puede funcionar.

—No... es borroso, estaba con una amiga y de pronto... no, no puedo recordar nada— dice apretando los dedos nerviosamente y apesar de la calides de la mujer junto con la amabilidad sentia el peso de su mirada evaluadora.

—¿Tu amiga?, ¿la chica que te entrego a un alfa, era tu amiga?

—Al menos eso pensé, nunca... yo de verdad confiaba en ella, pero parece que... que no era así.

Si le gusto, me llevará a casa. [Miguel O'Hara x Miles Morales]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora