Capítulo 12

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La cabeza le daba vueltas, su estómago estaba revuelto y la combustión desde el centro se desenfrena en una fiebre que le hacia perder el conocimiento.

—¿Qué demonios...?—, dice para si mismo, se pasa la lengua por los labios sintiéndolos  agrietados y secos, al momento de tragar es doloroso ya que el ardor en la garganta le hacia sentir desagradable.

Los dedos  entumecidos y el hormigueo en sus piernas que le obligaba a estar en la cama 

¿Cómo llegó  ahí?

Llevo su mano lentamente  y con temblor tocando ese pequeña quemadura que comenzaba en su cuello, al tocar sintió un dolor extremo justo con la sensación  líquida y pegajosa  que se pegaba a los dedos. Al volver los dedos frente a su rostro su corazón se aceleró mucho más de lo que estaba en un principio.

—Sangre...—, dice credulamente pero cuando se establece en su cabeza, se queda horrorizado —¡es mi propia sangre!—, grita  con la voz temblorosa.  El terror se intensifica y sus ganas de obtener respuestas junto con las de levantarse era mucho mayores. El brazo contrario se sentía extraño  y entumecido para no moverlo, el dolor  de una fractura mal acomodada. Y que esta misma sangre manchaba las sabanas que con anterioridad olían al suavizante de su mami.

Ahora era un desastre desagradable.

—Es mía, es mi sangre—, balbuceando, el rastro horrible de una mordedura mal tratada, con los colmillos resaltando por las protuberancias  que puede sentir como dos pequeños agujeros  llameantes, como si de un perro demasiado grande lo hubiese mordido. Era del maldito alfa. 

—Joder, joder. ¡¡ No, maldición!!—, eso definitivamente  no debería de estar ahí.

Sabía lo suficiente  de primeros auxilios para saber que esa herida abierta se infectaria si no la trataba, así que con toda la fuerza recogida trató  de levantarse. El piso por consecuencia  parecía moverse contrario a su propio equilibrio, las piernas se sentían inestables, junto con las nauseas, el escozor de las comisuras de sus ojos y la fiebre le hacia imposible  tratar de caminar directo al baño.

Sabía que ese horrible hombre le haría algo como esto, lo vio en esos ojos desagradables. El reconocimiento  y las fosas nasales se movieron para oler. La mueca al reconocer el perfume alfa en su cuerpo le agrado lo suficiente  para sentirse orgulloso. No era el Miles que conocía, pero el gusto le duró poco cuando los colmillos se formaron.

Quería morder para afectar.

"Palarizaré tu cuerpo pero no hare que tu corazón deje de latir." 

Su corazón parecía totalmente  fuera de lugar y con un descontrol feroz, como si corriera y nunca parara. La adrenalina aumentaba junto con la temperatura, lo que le hizo llevar sus manos a su cabeza y sentir el sudor que se deslizaba desde el cabello hasta la frente. El mareo hacia apretar su boca.

—Mierda, mierda.

Dejo que un maldito alfa lo mordiera, aun peor, hay una vinculación  desastrosa entre él y el hombre mayor que no se podia denominar como vínculo total, más como una cadena demasiada apretada para controlar a un animal.  Así se sentía cuando son dos alfas los que se unen, se vería como una dominación llena de vergüenza, de culpa e ira que llevaría a una locura por el dominio total.

La deshidratacion y la fiebre haria el resto de la selección  natural.

Va a morir porque no puede luchar contra ese alfa bastardo. 

La pierna falla y se congela.

"Descuida, solo un poco de paralizante"

El veneno aún está en su torrente  sanguíneo, puede sentir incluso dramáticamente como pasa de su pierna hasta su cerebro, le hace sentir confundido y  experimenta como su pie traspasa el maldito suelo. Se cae golpeando su mandíbula y cuando levanta su mirada está el tío Aaron  frente a él, hay bolsas en el suelo y una caja pequeña.

Si le gusto, me llevará a casa. [Miguel O'Hara x Miles Morales]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora