Lentes de hipster camino a clases.

567 51 19
                                    

-... y no hay forma de que se vaya, Sebastian planea quedarse y no tenemos ningún medio para echarlo a la calle...- terminé de explicar a mis padres.

No había querido culpar a Leslie por todo lo que pasó anoche, así que dije que yo también había jugado a la copa. Mis padres me lanzaron una mirada cruda y llena de decepción que sustituyó al sermón de dos horas que me esperaba. Papá se puso de pie y negó con la cabeza.

-Creí que respetabas más la esencia de esos rituales, Emilia.- me dijo.

-Lo siento, la curiosidad me venció...

-Y dejaste tontamente que un demonio te engañara cuando sabes que son capaces de lo que sea para lograrlo...

-Lo sé, fue completamente estúpido de mi parte, pero ya no hay vuelta atrás.

-Bueno... Se quedará en tu habitación- me dijo y luego miró a Sebastian -; no te quiero cerca de mi esposa y mis otros dos hijos, no te quedarás a solas con mi mujer, ayudarás a las tareas de la casa y espero que vayas a estudiar o trabajes. Si no cumples estas normas, yo mismo encontraré la forma de deshacerme de ti.- Sebastian asintió y papá me miró de nuevo -Tendrás que hacerte cargo de tus acciones, se responsable, confío en ti.


Esa noche...


Me acosté en mi cama, que es una cucheta/litera y yo duermo en la cama de arriba, mientras Sebastian hacía lo mismo en la cama de abajo. Me sentí como una niña pequeña que tiene pesadillas y cree que hay monstruos horribles debajo de su cama, solo que soy una adolescente de 18 años y sé con certeza que debajo de mi cama hay un demonio molesto, sexy y prácticamente imposible de vencer.

Tomé el libro de Bajo la misma estrella que me había prestado Agustina y comencé a leer mientras mi colchón procesaba dónde estaba acostada para ahuecarse como todas las noches.

-Préstame un libro.- me dijo Sebastian.

-Como quieras...- le respondí, queriendo ignorarlo.

A pesar de querer ignorarlo, vi de reojo cómo buscaba en mi estantería. Pasó de los libros y terminó tomando una cuadernola vieja de Hello Kitty en la que estaba escribiendo una ficción sobre un Rey tirano que es manco y que deja la tiranía de lado al enamorarse de una princesa de otro reino. Seguí leyendo Bajo la misma estrella hasta que Sebastian terminó su lectura y apagó la luz sin consultarme.

-Igual ni quería seguir leyendo...- solté con sarcasmo para cerrar el libro con un marcador en medio y dejarlo a un lado de mi cama sobre la estantería.

Intenté dormir, pero cierto demonio comenzó a picar mi agujero de colchón desde la cama de abajo.

-¡¿Quieres dejar de hacer eso?!- le dije luego de unos quince minutos.

-No.- me respondió con tono burlón.

Solté un bufido y continué intentando dormir. De pronto los piquetasos a dedo que venían desde abajo cesaron y creí que Sebastian se habría dormido. Solté un suspiro de alivio y me preparé para un sueño reconfortante en mi agujero suspendido en el aire... hasta que una mano se apoyó desde la cama de abajo en donde estaba mi trasero y subió en una caricia perturbadora hasta la zona alta de mi espalda. Sabía lo que significaba ese tipo de caricia, mamá me enseñó cuándo tenía 7 u 8 años, así la tocan a una cuándo quieren tener sexo con ella.

Escuché unos leves jadeos en la habitación de al lado. Maldición, mis padres podrían haber esperado al menos un rato más antes de ponerse cariñosos...

Apuesta de Terquedad [CANCELADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora