Una condenada cicatriz...

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-¿Otra vez tú?- oí decir a Sebastian en el living.

Sebastian había tenido que volver a ponerse su ropa para ir a abrir la puerta.

-¿Tienes algún problema? ¿Dónde está Mili?- oí a Galuel.

-Está tomando una ducha.

-Ok, gracias.

Oí pasos que se acercaban al baño y luego alguien golpeó suavemente la puerta.

-Amada, ¿puedo pasar?- dijo Galuel.

-¡Sí, amado! ¡Pasa, pasa!- le respondí.

Galuel entró en el baño. Asomé mi rostro por entre la cortina y le dije "gracias" solo moviendo mis labios. Respondió con una sonrisa.

Continué con mi ducha sin preocuparme más. No me sentía para nada incómoda con Galuel del otro lado de la cortina, después de todo era mi ángel y seguramente había visto cosas que son miles de veces más vergonzosas que ducharte delante de alguien.

Cuando ya terminaba de ducharme, hice un mal movimiento y me dio un dolor algo fuerte en el pie derecho.

-¡Ah!- me quejé.

-¿Qué sucede?- me preguntó Galuel.

-Mi pie me duele...- dije en un susurro mientras me envolvía en mi toalla de baño rosa con ranitas y salía de la ducha con dificultad.

Me tropecé y caí, siendo tomada por mi cintura por Galuel. Me ayudó a sentarme en el suelo y tomó mi pie.

-Yo me haré cargo de esto.- me dijo.

-Pero me duele...- dije.

-Haré que se sienta mejor.

Galuel comenzó a masajear mi pie, lo cual dolía un poco pero a la vez se sentía relajante y aliviante. El problema es que tengo una sicatriz en la planta del pie y la piel a du alrededor es extremadamente sensible, el menor roce ya me provoca gemir, y ahogarlos es difícil.

-Ya está...- dijo Galuel, bastante sonrojado luego de darmr aquel incómodo masage.

-Se siente bien ahora...- dije también sonrojada -Gracias...

-Sécate y vístete rápido, ¿sí? Te esperaré afuera.

Asentí y Galuel salió del baño. Me apresuré a secarme y vestirme. Salí del baño ni bien estuve lista y me encontré con Galuel y Sebastian. Estaban frente a frente, viendose fijamente a los ojos de forma poco amigable.

-Amm... ¿Cuanto tiempo llevan viendose así...?- pregunté.

-Desde que tu "amado" salió del baño.- respondió Sebastian.

-Amada, ya tengo que irme. Te veré luego.- me dijo Galuel.

-De acuerdo, hasta luego...

Galuel y yo nos besamos y "se fue". Sebastian me vio con mala cara.

-¿Qué te pasa ahora?- le pregunté.

-Tuvieron sexo en el baño, ¿verdad?

-¿De qué estás hablando?

-Miente todo lo que quieras, escuché tus gemidos.- se cruzó de brazos y frunció el entrecejo.

Me sonroje cuando dijo eso. No pude decirle nada en respuesta, pero Sebastian no estaba satisfecho con eso. Se acercó a mí y me acorraló contra la pared.

-Lo que pasó en el baño, debió ser conmigo.- me dijo molesto.

Se alejó y salió a la calle dando un portazo. Corrí a la ventana y lo vi sentado en el muro. Dejé salir un suspiro y fui a sentarme a su lado.

-No pasó lo que tú piensas...- le dije.

-¡Oh, por supuesto que no!- dijo con sarcasmo.

-De verdad... Hice un mal movimiento y me dolía mi pie, y Galuel me dió un masage para que dejara de doler.

-¿Y entonces por qué gemías?- me vio con incredulidad.

-Tengo una cicatriz en la planta del pie. La cicatriz es dura como roca y apenas puedo sentir con ella, pero la piel a su alrededor es... Bueno...- me sonrojé.

Sebastian me vio de forma pervertida.

-¿En cual pie dices que tienes la cicatriz?- me preguntó con tono seductor.

-E-eso es demasiada información para ti...- me sonrojé a mayor intensidad.

-Bueno, lo averiguaré por mi cuenta, y cuando lo haga creeré lo que dices.

Antes de que pudiera reaccionar, Sebastian me cargó en brazos hasta el interior de la casa y me tiró en el sofá. Me quitó los zapatos y las medias.

-¿Qué estás haciendo?- intenté darle una patada, pero detuvo mi pié con su mano.

-Así que es el pie derecho...- sonrió con malicia.

-¡Oye, ya es suficient...!

No pude terminar de hablar, puesto que Sebastian comenzó a recorrer la zona más sensible de mi pie con su dedo y tuve que morderme el labio para no gemir... pero soportarlo era cafa vez más y más difícil y sentía como mis mejillas ardían por el calor.

-¡Yamete kudasai!- grité cuando no podía soportarlo más.

Después de gritar no pude contener un gemido. Sebastian me enseñó una sonrisa perversa y luego lamió alrededor de mi cicatriz.

-¡Ah~!- intenté cubrir mi rostro -¡Yamete, Sebas-Chan! ¡Onegai shimasu~!

-No quiero detenerme.- dijo y continuó.

-¡¡YAMETE~!!- esta vez si lo patee.

Sebastian me soltó y se sobó la nariz. Lo había pateado tan fuerte que su nariz sangró un poco.

-¡! ¡L-lo siento, no quería...!

Antes de que terminara la frase, Sebastian se lanzó sobre mí y me besó, era un beso muy intenso y agresivo y me recordó el segundo beso que me dio en el Punta Anime.

Intenté apartarlo, pero no tuve más remedio que intentar seguirle el ritmo de aquel beso tan salvagemente pasional. Cuando finalmente se separó, yo estaba jadeando. Sebastian, por otro lado, comenzó a besarme el cuello.

-¡Ya-yame... Yamete...!- le dije entre jadeos.

-Ahora ya no puedes resistirte por mucho que lo intentes.- se burló.

Estiró su mano y volvió a masajear mi pie. Continué gimiendo sin poder hacer nada, deseando que aquello se terminara de una vez por todas y maldiciendo mentalmente a Galuel por no tomar su forma humana y volver a salvarme.

-¡Ah~! ¡Ya basta~! ¡Viólame si piensas hacerlo, pero que sea rápido~!- lloriquee.

-Me gusta esa idea~...

Volvió a besarme como momentos antes. Dejó en paz mi pie para llevar sus manos a mis caderas y comenzar a subir mi polera...

La puerta principal se abrió y Sebastian se separó de mí. Lo empujé para poder levantarme y correr a los brazos de mi padre y comencé a llorar. La mirada de odio que papá le dirigió a Sebastian fue indescriptible...

Por el resto de la semana le apliqué a Sebastian la ley del hielo, hasta que se disculpó.

Apuesta de Terquedad [CANCELADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora