Extra 01: El mejor ataque es la defensa

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Lucerne Concert Hall — August 7, 2018 / 19:48

La ópera era una de las actividades favoritas de Yuuri que compartía con Víctor antes de que la relación abriera sus brazos para incluir a tres alfas más. Por fortuna, Otabek y Mila coincidían con ese gusto, convirtiendo eso en algo que podía disfrutar entre todos. Al único que no le agradaba mucho, pero igual iba, era a Yuri, quien prefería no perderse la oportunidad de pasar tiempo entre ellos aun si le aburriera ese tipo de planes y prefiriera ir a un centro nocturno.

En agosto de ese año, Víctor quiso aprovechar el festival musical de Verano de Zurich para ir al elegantísimo Lucerne Concert Hall y ver en vivo a una de las mejores voces de ópera de la época. Enfundados en sus mejores trajes, los cincos se dirigieron hasta el enorme edificio para iniciar esa velada.

En los mejores lugares se pudieron ver los asientos ocupados por la atípica relación, mientras admiraban las voces de los cantantes. Mila, vistiendo un elegantísimo vestido azul índigo y brillante, diseñado por el mismo Víctor en la nueva línea de negocio que agregó a su agencia Stammi Vicino, estaba recostada sobre el hombro del más alto, mientras su cabello recogido caía en bucles sobre sus hombros desnudos. El corsé envestía sus turgentes pechos y caía sobre el escote una elaborada gargantilla de pedrería. Elegancia la definía.

La mano de Mila caía sobre el muslo de Víctor, quien a su vez compartía su mano con Yuuri. El japonés vestía un traje elegante que le había regalado su primera pareja, con una corbata roja que resaltaba el color de sus ojos, junto a sus lentes y el cabello peinado hacia atrás. A la vista de sus cuatro alfas, Yuuri lucía precioso, pero para él jamás dejaría de verse como un chico común con demasiada suerte. La otra mano del omega la tenía ocupada Otabek, del lado contrario, también vestido en traje acorde a la ocasión. Y Yuri estaba a punto de quedarse dormido antes de que terminara la función sobre el hombro de Otabek.

—Amo la voz de este hombre —elogiaba Yuuri, con los ojos brillantes de gusto tras haberse deleitado del evento. Los otros alfas le observaron con alegría al verlo tan feliz, cada quien gozando del hecho de haber sido partícipe en esa felicidad. Yuuri caminaba con Mila del brazo y lucían impecablemente bien—. Tenía mucho tiempo queriendo escucharlo en vivo.

—Me alegra que lo hayas disfrutado. Cuando Mila me avisó de este especial, no dudé en buscar las mejores entradas —explicó Víctor y Mila le sonrió en respuesta.

Después de lo ocurrido en San Petersburgo, Yuuri no creyó posible que Mila lograra integrarse sin problemas a la dinámica. Hacía poco menos de dos meses que habían decidido darse la oportunidad de convivir con ella, después de varios meses en los que ella visitaba a Yuuri y buscaba ganar su cariño, así como su confianza, tras el terrible error cometido. Ninguno de los otros alfas pensó que resultara tan sencillo; conforme ella los visitaba, algo se iba estableciendo entre ellos. Otabek fue el primero en permitirle la entrada sin complicaciones y Víctor luego accedió. Costó más con Yuri, pero eventualmente, lograron solventarlo todos.

Esta no era la primera salida juntos, ya habían ocurrido otras más, pero todos debían admitirse que las cosas estaban funcionando bastante bien. Existían diferencias, sí, pero en cuanto veía el rostro de Yuuri siendo afectado por ellas, de inmediato los cuatros alfas buscaban llegar a un consenso. La felicidad de Yuuri era prioridad y lograban encontrar puntos de equilibrios que los beneficiara a todos. Y el sexo, el sexo había sido un descubrimiento fascinante e inesperado.

Cuando empezaron a sentir a través del lazo el goce sexual que Yuuri obtenía con el resto de sus destinados, fue solo cuestión de tiempo para querer experimentarlos por sí mismo. Yuri empezó a ver con fascinación el cuerpo alto de Víctor, así como la forma de su espalda, que llegó a ser uno de los lugares favoritos de Yuuri; o disfrutar de la forma de los pechos de Mila, por el placer que Yuuri experimentaba al tocarlos; igual con la grosura de las piernas de Otabek, por lo bien que Yuuri se sentía al estar aprisionados por ellas. Al inicio fue sobrecogedor, pero luego, resultó difícil no dejarse llevar. Cada uno no solo disfrutaba de lo que Yuuri gustaba del otro, sino que encontraron sus propios lugares y hechos fascinantes en quien antes había sido visto como un adversario. Y lejos de sentir a través del lazo, buscaron estar en medio del acto para verlo por sus propios ojos y fue lógico pensar que en cuestión de nada se metieran a experimentarlos juntos en la cama.

Juicio de Alfas (YoI)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora